Las pinturas rupestres más famosas de Europa son por antonomasia las encontradas en las cuevas de Altamira, en España, y las de Lascaux, en Francia; no obstante, a pesar que se creyó eran las más antiguas, los recientes descubrimientos lo han ido desmintiendo. Sin embargo, estas pinturas siguen siendo fuente de muchas investigaciones, en las que se denota, impera por encima de cualquier otro interés, las preguntas: ¿Para qué pintaban realmente los primeros hombres? ¿Cuál era el verdadero significado?
Los prehistoriadores y demás especialistas llevan realizando diferentes hipótesis desde 1879, cuando de forma accidental una niña española de nombre María Sanz de Sautuola, descubrió los asombrosos animales pintados en las cuevas de Altamira. Que el poeta de la generación del 27, Rafael Alberti, describió: “Allí parecía que las rocas bramaban, en rojo y negro, amontonados, lustrosos por las filtraciones de agua, estaban los bisontes, enfurecidos o en reposo. Un temblor milenario estremecía la sala”.
Hoy en día, gracias a las investigaciones, sabemos que las famosas pinturas, consideradas por algunos como la Capilla Sixtina del paleolítico fueron hechas en diferentes etapas. El arqueólogo Marcos García Díez dice en una entrevista para el diario El País “No hay una Altamira, hay muchas. A lo largo de 20, 000 años hubo una primera Altamira de signos. Después, otra fase de caballos rojos. La tercera etapa fue de cérvidos. Y la última, de bisontes, hace unos 15, 000 años. Lo que vemos ahora son esas fases solapadas”.
A finales de 2019, surgieron nuevos hallazgos que aportaron más información; cuando un grupo de arqueólogos australianos anunciaron el descubrimiento en una caverna de indonesia, de “la obra de arte figurativo más antigua del mundo”, una pintura rupestre de ocho siluetas humanas cazando jabalíes y búfalos, que data de hace 43, 900 años, con lo que postularon la hipótesis, de que quizá los humanos de esa época, contaban ya con la capacidad de inventar historias, tener incluso un pensamiento mágico o religioso.
Con ello nos da a entrever que las pinturas rupestres cuentan con un jerga visual de diferentes significados; no obstante, en su mayoría, representan similitudes, por lo que se puede llegar a hablar ya de un lenguaje simbólico que de alguna manera compartían o entendían con sus homólogos, e incluso podríamos llegar a decir que en ellas se encuentra el principio de lo que serían las cosmogonías.
Ergo entonces, luego de revisar algunas de las principales hipótesis y teorías emanadas de trabajos realizados en las Cuevas de Altamira en España, y comprender que quizá nunca logremos a entender por completo, el por qué exacto, del arte paleolítico, podemos concluir como primer punto que las pinturas rupestres fueron una especie de primer lenguaje entre los hombres prehistóricos, que vieron en ellas la oportunidad de transmitir conceptos y símbolos a la posteridad.
Y como un segundo punto, deduciendo una explicación natural, podemos concluir que estos símbolos les permitieron también identificar a su grupo y su territorio. En cuanto a la pregunta inicial de: ¿Para qué pintaban realmente los primeros hombres? ¿Cuál era el verdadero significado? Sin duda, seguirá siendo la gran incógnita.
@UrieldeJesús02
