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Arte y Cultura

Ventana Fotográfica: 1X300

Nadie que acompañe la noche en su devenir.


Ventana Fotográfica: 1X300 | El Imparcial de Oaxaca
Sin título. Foto de Vittorio D’ Onofri ©

No hay nadie en la calle. Nadie que espere en la noche. Nadie que acompañe la noche en su devenir. Nadie que, sentado en el paradero del autobús, haga recuento con sus dedos de su vida y sus dichas. El último camión ya habrá cumplido con su última corrida, del paraíso al infierno, ida y vuelta, ida y vuelta, mil veces, hasta saciar el hambre de la urbe en cada una de sus horas pico.

Dos luces solamente contrarrestan la ausencia y alumbran el paisaje tardío de la ciudad, bosquejado a la derecha por una barda tubular… ¿habrá alguien del otro lado?, ¿algún furtivo que la brinque de tanto en tanto para huir de sus delirios?

La primera luz, pequeña, ilumina a lo lejos el interior de un espacio cerrado. De espaldas al bullicio y a las huellas del sol, ahí seguramente se refugian (a salvo por fin, al terminar el día) los cuerpos cansados del asedio, las miradas y el sudor.

La segunda, en la intemperie, en primer plano, como centinela, como conjuro contra la soledad, enciende un panel frío de publicidad: una luz blanca, blanca; un rostro, igualmente, blanco y un reloj, de esos de pulsera. Ahí está, al ladito de la banca del parabús, por si alguien, despistado, fuera a llegar, por si alguien tuviera duda y no creyera aún en el espejismo del tiempo marcado por el capitalismo (y las marcas de moda y los Sanborns y los relojes de pulsera, esos que dan tanta personalidad) capaz de modificar las mismas entrañas y coordenadas de toda espera.

Y en el ínter, un teléfono público que, aunque reliquia cercana a la extinción, abriga todavía tranquilidad y también algo de seguridad, como si pudiéramos descolgar y desde el auricular decirle quedito a Dios “sácame, por favor, de aquí”.