Sara Uribe y Verónica Gerber interpelan a Rosario Castellanos
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Arte y Cultura

Sara Uribe y Verónica Gerber interpelan a Rosario Castellanos

La poeta y la artista visual descubren ante los jóvenes a una escritora “más atrevida, provocadora, a una gran pensadora”


Sara Uribe descubrió a una Rosario más atrevida, provocadora, a una gran pensadora.
Sara Uribe descubrió a una Rosario más atrevida, provocadora, a una gran pensadora.

La poeta Sara Uribe y la artista visual Verónica Gerber “platican” con la escritora Rosario Castellanos (1925-1974) en el libro que hicieron al alimón: la cuestionan, la interpelan y reflexionan sobre su vida y su obra invitando a los jóvenes lectores a acercarse a ella sin pleitesías, “de manera horizontal”.

Rosario Castellanos: materia que arde (Lumen) intenta “recontar el relato que existe sobre ella escuchándola, pensándola desde sus palabras”, comentan las autoras en entrevista tras releer las cartas, artículos, novelas, cuentos, poemas, ensayos y obras de teatro de la chiapaneca.

La idea de esta colección es entregar una suerte de cuento para que las nuevas generaciones puedan acercarse a Castellanos, que les provoque ganas de leer o releer su obra”, comenta Uribe.

 

Invito a pensar en una Rosario cuyo universo va más allá del tema del amor y el desamor, aunque siempre esté presente. Su obra revisa la evolución de la literatura mexicana, reflexiona sobre figuras como Sor Juana Inés de la Cruz o la Malinche, analiza la novela posrevolucionaria; es decir, su propuesta literaria es más integral y rica”, afirma.

La maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana admite que descubrió a una Rosario más atrevida, provocadora, a una gran pensadora. “Quise plasmar esta visión de ella. En algunas biografías, en lugar de contar su vida, predomina la de los hombres que la acompañaron, su marido, sus amigos. Yo no le doy demasiado peso a esas otras presencias, sino a su pensamiento, a su creación literaria y a las cosas sobre las que ella quería reflexionar”.

Admite que, como poeta, tendió un puente especial con la poesía de la también diplomática. “Pero lo que más me sorprendió fue su trabajo como articulista, pues está muy ligado a su escritura epistolar, a sus cartas.

Mi teoría es que, cuando dejó de escribir su correspondencia, convirtió sus artículos en una especie de misivas en las que ya no le hablaba a un destinatario fijo, sino a todos nosotros, para contarnos sus vicisitudes, reflexiones, sus dudas y pensamientos”, agrega.

Añade que “conecté más con sus cartas, porque al leerlas se establece una relación muy personal, íntima y cercana. En las primeras misivas que escribió, ella tiene 25 años y muestra una mirada fresca y divertida, la Rosario juvenil”.

Uribe detalla que procuró “interrogar” a la autora de las novelas Balún Canán, Oficio de tinieblas y Rito de iniciación sobre las contradicciones de su vida.

Izquierda: Verónica Gerber y Sara seleccionaron los objetos significativos con los que ilustra el libro.
Derecha: Rosario Castellanos: Materia que arde ya está disponible en librerías.

El hecho de que tuviera un padre terrateniente, con varias propiedades; que dispusiera durante su vida infantil de una “cargadora” y una nana; es decir, que su infancia y adolescencia estuvieran relacionadas con la opresión, la desigualdad y la justicia. ¿Cómo se dio cuenta de que eso no estaba bien y cómo lo plasmó en su obra?”, indica la autora.

Otra de las preguntas es qué pensaría la Rosario que defendió los derechos de las mujeres, de los oprimidos y los indígenas, la precursora del feminismo, si nos viera luchando por las mismas causas; hacia dónde habría evolucionado su pensamiento”, señala.

Uribe narra que también integró otras versiones sobre la muerte de la embajadora de México en Israel. “Se decía que se había bañado y al salir había tocado la lámpara y se electrocutó; pero ahora, con más investigación y relectura, ya se conoce otra historia: que venía de comprar la lámpara en un mercado de pulgas y tenía en su casa un problema con la instalación eléctrica, que me parece más lógico. En sus últimas cartas se le ve contenta, gozosa, no cabe la posibilidad de un suicidio”.

Por su parte, Gerber confiesa que “releyéndola, me encontré con una escritora que no le rehuía a la complejidad de las cosas, al conflicto, que se confrontaba con las opresiones de otres. Eso me parece muy valiente; a lo mejor tenía miedo, pero estaba lista para confrontar”.

Menciona que entre Uribe y ella seleccionaron los objetos significativos con los que ilustra el libro. “Hicimos un listado, un pequeño mapa de todas las cosas que aparecen y reaparecen en su obra. Me quise salir de la representación literal y merodear por el lado de los objetos y materiales, destacan las lámparas, las llaves y las piedras.

Elegí además los glifos mayas y la escritura de las bordadoras de Chiapas, porque siento que ella estaba en relación con ellas, establecía un vínculo”, concluye.


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