Canto victorial a Oaxaca
Fragmento del discurso Pronunciado por el licenciado D. Luciano Kubli en la Velada del domingo 21 de marzo de 1954, en el Teatro Macedonio Alcalá
Fragmento del discurso Pronunciado por el licenciado D. Luciano Kubli, mantenedor de los Juegos Florales organizados por la Sociedad Estudiantil Benito Juárez en la Velada del domingo 21 de marzo de 1954, en el Teatro Macedonio Alcalá
CRISTINA RUANOVA SADA:
Señora y reina de Oaxaca
en cuyos ojos de jade la historia resucita;
la voz del mestizaje exalta vuestros dones
en lengua castellana y sangre india,
para deciros en clásica alabanza,
que sois Señora de una noble tierra
donde el nativo respeta su linaje
y el español conserva su solera…
de un girón de la patria donde el nombre
hizo romances de la dura piedra
y castigó armaduras con laureles,
alumbrando con verbo zapoteca
la cruz del evangelio en que venía
el mensaje de un mundo envejecido
para un mundo aborigen que nacía. ..
Señora de Oaxaca,
de Ixtlán vengo hacia el valle
en un peregrinar de potro en celo,
con fardo de horizontes a la espalda,
para darle al laúd de vuestras sierras
una nueva canción iluminada…
Fue el camino penoso. No hubo cumbres
de lirico arrebato en la comarca,
mas descubrí la honda poesía
que no se martiriza en las palabras,
y hallé poetas con la voz del tacto
dando a la arcilla musicales pautas,
y orfebres que escribían con metales
el verbo exacto, el que ya nunca acaba…;
el poema de Mitla, sorprendente,
y Monte Albán, la gesta de heroísmos
con música de estirpes consagradas…
Fue en la Sierra de Ixtlán,
y entonces supe
que la Ley es un canto a la justicia
sin la cual no es fecunda la belleza…;
En San Francisco persigné mi frente
con el polvo de rocas insumisas,
igual que al Carnaval sigue la muerte
con su negra advertencia de ceniza
Oaxaca: verde ciudad donde florece el hierro
y el barro es una latido de campanas…;
bandeja de ónix tallado por el pueblo
con dedos de esperanza,
en cuyo cuenco de estrías luminosas
surgen dos lirios del sangrante cuello
de DONAJÍ, la eterna.
Oaxaca: taller de orfebres melodiosos
y alfareros que cantan con el tacto
sobre el vientre augural de las vasijas
de pudorosos labios refrescantes…
Con Juárez nace la primavera:
en Guelatao un niño indio anuncia el alba
mecido entre los brazos de la tierra…
Endulza el viento su flauta de carrizo,
igual como el pastor llama a su aprisco
refugiado en los flancos de la sierra.
Una madre del pueblo…
flor de manta,
larga y oscura su armoniosa trenza,
alza un puño de trigo que se salva
sobre el sino lodoso de las eras…
nacido Juárez, en Oaxaca canta
con su pregón de paz, la primavera.
Oaxaca: inmenso jade en un puño de hierro,
la razón de Juárez, la espada leal de Díaz;
nido de cantera musgosa
para el vivir del callado zapoteca
y el morir profundo del mixteco…
Hornacina severa para la Virgen de la Soledad
tan dulce y tan niña,
en cuya frente sin nublados,
desde su toca de novicia intacta,
la lágrima del indio, cuelga eterna,
¡como un celeste péndulo de auroras!
Faquires zapotecas esmaltan el paisaje
con su flautín que alarga
en convulsiones de oro,
el mundo interior de la montaña;
flor y paloma asisten a la cita
en el rebelde pecho de la “shunca”
acorazado de rubias filigranas…
Un altar que camina es la tehuana
cuando vuelan sus pies en la zandunga
con anhelos de pájaros rurales…
la danza es el ritual que busca el pueblo
cuando surge la flor de la leyenda
en el atrio de luz de los encajes…
El oro volador abre sus alas
y al posarse, sutil, sobre el prodigio
que guarda en cada gajo, la naranja
la voz de la marimba es ya la selva
talada con amor…y al expresarse
“Dios nunca muere” en la canción aldeana.
Pasa el machete, relámpago del trópico,
tras la malla de sol de las hamacas:
Tehuantepec combina sus azules
para pintar los remos de distancia;
la luna es la nostálgica “llorona”
que suelta sus cabellos en la playa
para que floten como velas rotas
en un botín de sal, de brisas y de lágrimas.
¡Ay llorona, llorona! el indio es alfarero
y hace de su dolor moreno jarro
para beber él solo su destino…;
Por la Sierra de Ixtlán un niño marcha
detrás de las ovejas de otro dueño:
en Juárez, el pastor, que tiene prisa
para inmolarse al porvenir de México!
Fuiste a la paz en medio de la guerra,
en la lucha civil ardió tu llama
buscando siempre justicieras normas;
el invasor reconoció tu plomo
y el efímero imperio sin corona
no pudo quebrantar al recio indio
y rompió contra el pueblo su carroza
dueña de su verdad y de sus glorias…
en una carretela iba la Patria
¡Con Juárez nace la Primavera! dice el niño
mientras la Patria a su fervor se agranda,
lo grita el combatiente, el moribundo,
y la dulce mujer, tejiendo el alba
para el hijo en potencia…; y lo proclama
el que teje la soga, y hace el pan;
el que educa a las rocas: el cantero,
el que pudo forjar rosas de hierro
para el suspiro que brota en las ventanas.
La novia en busca de un hogar sereno,
todos los que sueñan y sufren y trabajan…
Canta el agave, el alambique canta
sazonando su licor de (fuego);
un horizonte fiel de limpia manta
lo grita a su manera… ¡Con Juárez, Oaxaca,
Ciudad del verde tierno, nació la primavera!