Luna Miguel: Retrato de una joven escritora  
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Luna Miguel: Retrato de una joven escritora  

Entrevista a Luna Miguel, segunda parte


Luna Miguel: Retrato de una joven escritora   | El Imparcial de Oaxaca

Segunda parte

Continuaré con la segunda entrega de la entrevista realizada a la escritora española Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990), cuya obra explora el erotismo de una manera bella y transgresora. Para ella, el placer no es pecado, sino un lujo que durante siglos sólo han podido darse los hombres. En su ensayo Caliente (Lumen/2021) se acerca a una larga lista de escritoras que han abordado el tema, como la Premio Nobel Luise Glück o Annie Ernaux, Anaïs Nin y Anna Punsoda.

Luna Miguel es periodista de formación. Estudió en la Universidad del Rey Juan Carlos en España; sin embargo, a una materia de concluir, abandonó la carrera, pues —dice— llegó a un momento en que o continuaba estudiando o dejaba de trabajar, “y yo decidí seguir trabajando”. También confiesa que, en ocasiones, se arrepiente, pero se consuela al darse cuenta de que si hubiera dejado su trabajo, no hubiera llegado a ser editora y, probablemente, tampoco escritora, “Yo aprendí más trabajando que en muchos años de carrera; sin embargo, yo creo que sigo estudiando, soy una lectora voraz, para mí la lectura también es estudio”, se afirma autodidacta.

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Un travestismo literario

Por muchos años, escritores hombres han hecho personajes femeninos como Gustave Flaubert con Madame Bovary ¿Para ti qué fue ponerte en la mente de un hombre al hacer tu libro Poesía masculina?

—Yo creo que muchas escritoras se han puesto en una voz masculina bastantes veces: Iris Murdoch, por ejemplo, o Clarice Lispector. Pero sí que es verdad que a mí me obsesionaba abordarlo desde la poesía y ver hasta dónde podía llegar y qué libertades podía conseguir; la verdad es que fue una de las cosas más curiosas del proceso, que me di cuenta de que al intentar escribir como un hombre obtuve libertades que como mujer nunca me había dado.

¿Cómo qué libertades?

—El humor, la escatología, el cinismo, cierta ironía; yo que escribo prácticamente temas autobiográficos me di cuenta, que todo esto no me lo había permitido desde mi yo Luna, pero al crear un personaje hombre, un personaje macho, todo eso que no me había permitido de repente lo estaba pudiendo hacer.

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Nos matamos a trabajar y pocas veces podemos disfrutar con nuestros hijos.

Eres mamá desde hace cinco años ¿Cambió tu visión de vida al tener a tu hijo?

—No. Cambió mi visión de la responsabilidad, de repente la vida ya no era organizar las cosas conforme a mis deseos, mis voluntades y mi trabajo, sino organizar el día a día conforme a las necesidades de mi hijo. En aquel entonces yo tenía 25 años y a los veinticinco puedes ser muy irresponsable… (piensa unos segundos) a los treinta también (risas), pero bueno, sí cambió mi visión de lo que significa ser responsable.

¿Y a tú hijo lo estás metiendo al mundo lector o no?

—Lo intento (dice desanimada) pero él siempre dice “yo no quiero aprender a leer”, porque él es aún muy pequeño, no sabe leer todavía, más que algunas cositas y entender unas palabras, y dice eso, que a él no le gustan los libros porque hay demasiados en su casa, pero bueno, esa es buena señal, eso significa que ya se ha fijado, ha visto que ahí hay algo raro. (esboza una sonrisa).

¿Te has visto de repente repetir con tu hijo cosas que tus padres hacían contigo a la hora de educarte?

—Sí, muchas veces cuando le regaño o me pregunta “¿Juagamos?” y yo le digo “no, porque estoy trabajando”, vienen resonancias de cuando mis padres no estaban conmigo o tenían otras cosas que hacer y a mí me daba rabia. Entonces siento mucha pena de eso, pero creo que nunca va a cambiar, generación tras generación nos matamos a trabajar y muy pocas veces podemos disfrutar de un tiempo tan luminoso con nuestros hijos. Además, yo soy madre soltera, vivo sola y bueno paso mucho tiempo con él, pero también paso mucho tiempo trabajando, porque una pagándose un piso sola en Barcelona, es muy complejo. A veces me veo a mí misma diciendo “tengo que dejar de trabajar un momento, porque tengo que jugar con él y ya cuando se duerma, vuelvo a trabajar” y es muy pesado; pero si no, acabas cayendo en esa figura ausente, que no puede ni dedicar dos segundos a ver una película con su hijo.

¿Qué ha sido lo más duro que has tenido que afrontar con la maternidad?

—Umm, pues realmente para mí no ha habido ningún golpe duro con la maternidad. Quizá sería pensar, que si yo antes no llegaba a fin de mes o no me pagaban de algún lugar o no me salía un trabajo, pues ahorrabas, comprabas arroz y estabas un mes comiendo mal y no pasaba nada; pero ahora la precariedad es distinta porque hay que pagar un colegio, darle de comer a un niño. Yo no me puedo permitir la precariedad ahora mismo, sí o sí tengo que llegar a unos mínimos para que él tenga una vida digna. De repente en la juventud tenías 10 euros en la cuenta y decía “puedo terminar así el mes”, ahora ya no, el hecho de tener menos de 1,000 euros en la cuenta es cómo decir “¡Dios mío me van a quitar a mí hijo!”, es como “tengo que buscar otro trabajo” o “escribir a este periódico a ver si me compran un artículo”. Yo creo que ese es el choque más fuerte entre la juventud con hijo o sin hijo, que uno ya no puede permitirse ser precario, porque ya no solo es para ti, es para alguien más.

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Las hojas secas de un árbol cercano bailan mientras caen entre nosotros, Luna se mueve mucho mientras habla, constantemente gira de posición en su silla y como ya se siente el frío invernal, pienso que es por frío, luego me aclara que es normal; ella suele moverse mucho. Entonces le pregunto “¿Si te miras al espejo qué ves?”, me responde con mucho humor que luego de haber comido tantos tacos, mole y chilaquiles en Oaxaca, a lo que le teme al llegar a casa no es al espejo, sino a la báscula, ambos nos reímos, las carcajadas se prolongan. Al final suspira y reconoce, “veo a una mujer, cansada a veces, porque ser escritora es complejo, es difícil vivir de ello, pero se intenta”.

@Urieldejesús02