Gabriela Wiener “No tengo fe en los gobiernos sino en la movilización popular”
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Gabriela Wiener “No tengo fe en los gobiernos sino en la movilización popular”

Gabriela Wiener (Lima, Perú, 1975) estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú, porque durante mucho tiempo para las clases medias peruanas las universidades católicas eran “el pasaporte para aspirar…


Gabriela Wiener “No tengo fe en los gobiernos sino en la movilización popular” | El Imparcial de Oaxaca

Gabriela Wiener (Lima, Perú, 1975) estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú, porque durante mucho tiempo para las clases medias peruanas las universidades católicas eran “el pasaporte para aspirar a algo”. Ella supo librarse de las culpas morales que pudo haberle impuesto su educación, “yo me flagelo de otras maneras”, dice en esta charla que sostuvimos la mañana del 19 de octubre: Gabriela vestía con una sudadera, una cómoda blusa y una falda, todo en un color negro que hacía resaltar su piel morena.

Al principio conversamos de la polémica que ha surgido por la participación del Perú en la FIL 2021; ella comenta que la “Literatura en el Perú es muy elitista, muy blanca y muy masculina” por eso, aunque no está de acuerdo con la forma, sí está convencida de que es el tiempo de otras personas y no de los limeños de siempre. “Yo soy limeña y también tengo mis privilegios, aunque me haya costado llegar donde estoy”, pues se ha abierto camino en medio de un ambiente literario uniforme y patriarcal.

Aunque no tiene fe en los gobiernos, confía en que la llegada de Gisela Ortiz Perea como ministra de Cultura del Perú, “una persona que es un referente de los derechos humanos y la memoria histórica”, sea una oportunidad para dar continuidad a un proyecto de reivindicación tan necesario en un “país tan racista, clasista y maltratador del mundo indígena”:

¿Por qué en países donde la diversidad es mayoría existe este sesgo tan grande de desigualdad?

—Si caemos en palabras que suenan muy pomposas como “diversidad” o “multiculturalidad” y luego pensamos que el poder se ha apropiado de ellas para hacernos creer que la desigualdad ya no existe y que realmente tenemos una convivencia feliz, entonces podemos entender mejor lo que dicen (…) Somos una sociedad que proviene de sociedades coloniales, divididas en castas raciales; además, esa colinealidad nos habita todavía como países, y podemos verlo en nuestra cotidianidad aunque nos hayan hecho creer en esta trampa de la igualdad de oportunidades. Sabemos que las cosas no han cambiado para la mayoría de la gente y casi siempre esa gente es la que ancestralmente ha sufrido la explotación, la marginación. Ahora mismo creo que estamos en momento de poner estas cosas sobre la mesa. Aunque se sigan despreciando los movimientos populares, que es lo que está pasando en América Latina, la desigualdad después de la pandemia, está más sangrante que nunca.

¿Por qué cree que después de la pandemia la desigualdad está más sangrante?

—Porque la pandemia ha precarizado más todo. Los ricos que se enferman no padecen ni sufren de hambre ni de escasez; una pandemia así golpea a los mismos de siempre. En mi país el voto que ha concentrado Pedro Castillo [actual presidente del Perú] es uno que busca un cambio de modelo económico y social. Esperemos que esas demandas que son canalizadas por gobiernos de izquierda no sean traicionadas como siempre.

La izquierda está tomando gran parte de los gobiernos de América Latina, hay mucha esperanza ¿Puede ser una gran decepción si no lo logran?

—Sí, desde luego, hemos visto que son regímenes imperfectos, se ve aquí en México también, yo no tengo tanta fe en los gobiernos ni en los partidos, sino en lo que está haciendo políticamente la movilización popular, como lo que ha pasado en Chile desde el estallido hasta traernos a ese momento constituyente; las protestas en Colombia por la subida de los impuestos, el apretón económico y laboral; el que haya un movimiento indígena defendiendo los territorios, las mujeres en Centro América defendiendo la memoria contra los genocidas, contra los agresores de mujeres, eso es lo que a mí me da esperanza, que este descontento puede llegar a transformar las cosas que buscamos transformar.

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Comenzamos a hablar de su nueva novela Huaco Retrato (Literatura Random House/2021) que ha venido a presentar a la 41 FILO, celebrada hace unos días. La novela narra la historia de una migrante chola que vive España, es activista antiracista y de la deconstrucción amorosa; sin embargo, tiene muchas cosas que resolver, por eso tiene que revisar su pasado y hacer el viaje inmerso de su ancestro Charles Wiener, que es el personaje referente con el que ella se mide, tanto con él como con su legado que la habita de una manera conflictiva.

Dice “Este no es un libro pensado en lo individual, sino en algo que compartimos y que es por un lado una identidad y una herida ancestral en la que siempre estamos indagando”, por ello muchos lectores podrán identificarse porque “el haber sufrido racismo y exclusión en nuestros cuerpos, unos más que otros, por supuesto, nos tiene siempre pensando en esto”. Para la escritora “la colinealidad viene de afuera, pero también tenemos todo esto internalizado y venimos un poco golpeados e inseguros, a veces sin valorarnos, porque el mundo no nos valora. Nos mira muchas veces con desprecio. Esta no es una historia solo mía, sino una que habla de las familias que subsisten en relaciones de poder”.

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La palabra descolonización es algo que se está trabajando mucho en estos momentos, pero qué difícil es realmente llevarla a la práctica, ¿no?

—Claro sí [responde con cierto humor] la verdad es que la protagonista de Huaco Retrato está en ese proceso que no es algo fácil y tampoco algo que llega a concluirse, creo que siempre va a ser algo abierto, tanto como proceso como herida. Pero el hecho de que la protagonista constantemente esté reflexionando sobre eso y que no lo haga sola sino en comunidad, es lo que la pone en el camino quizá de la comprensión de su propio mundo y del que la rodea. Sí es verdad que son palabras que parecen difíciles, parte de este pensamiento viene de luchas que han sido muy encarnadas, no solo se trata de intelectualizar la vida sino de habitarla, a través de la literatura, porque la escritura es un espacio para la contradicción, una manera de contestar a otros tipos de escritura que han intentado siempre responder, creo que hacer este tipo de escritura que no son fáciles de categorizar, es también una manera de descolonizarnos.

@Urieldejesús02