“Ojalá las niñas puedan ver los trabajos de más mujeres”: Andrea Santiago
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“Ojalá las niñas puedan ver los trabajos de más mujeres”: Andrea Santiago

La oaxaqueña es una de las nominadas a los Premios Ariel por su cortometraje A la cabeza, producción que hasta el momento se ha presentado o estará en 11 festivales del país y del extranjero


“Ojalá las niñas puedan ver los trabajos de más mujeres”: Andrea Santiago | El Imparcial de Oaxaca

De niña, Andrea Santiago veía que las películas siempre estaban dirigidas por hombres. Los nombres de estos eran lo habitual en las pantallas, por eso, cuando vio el de una mujer supo que sí se podía. Con 27 años de edad, Andrea no solo ha plasmado el suyo en su primer cortometraje, A la cabeza, sino conseguido que este siga un fructífero camino en festivales. Y ahora, una nominación en los Premio Ariel, que se entregarán el próximo 25 de septiembre. La oaxaqueña compite en la categoría de cortometraje de animación.

Aunque la oaxaqueña observa un panorama distinto al que le tocó en sus años de estudiante, pues sus congéneres tienen más facilidades, sabe que los obstáculos siguen y las mujeres tienen que buscar sus espacios, así como aquella cuyo nombre vio en pantalla.

Andrea nació en la capital oaxaqueña, pero tuvo que emigrar a Jalisco para estudiar cine, en la Universidad de Guadalajara. Como en el cortometraje A la cabeza, su nueva producción (De vuelta a San Pedro) es una ficción que lleva al cine uno de los temas que considera necesario abordar. Aunque a diferencia del primero, hecho en animación, este es live action.

¿Qué te motivó a involucrarte en la animación?

En Guadalajara hay una escena de animación muy fuerte, tanto en 2D como en 3D y stop motion, y fue natural el proceso, que te llame la atención, conoces a quienes la hacen y dices: quiero hacer esto algún día. También fue muy curioso porque vi un corto animado, Hasta los huesos, hecho en Guadalajara y cuando busqué universidades quise ir para allá.

¿Cómo surge la historia que compartes en A la cabeza?

Yo estaba pasando por un proceso algo complejo porque es cuando te das cuenta que esos amigos de toda la vida no son para toda la vida, tienes que madurar y volverte un poquito maliciosa con tus decisiones porque, por desgracia, así es. Y se me ocurrió hacer el corto y en animación me pareció muy buena opción. El corto alude a que cuando comienzas a tener aciertos o éxito te crece la cabeza; cuando llegas a la madurez, también. En esta comunidad (de la historia) a todos les va a crecer la cabeza en algún punto, menos al personaje principal, aunque ella muere de ganas porque le crezca y decide quitarle el puesto a su mejor amigo para ascender y escalar. Y lo logra, pero termina convirtiéndose en una persona que no era.

Cuando te enteraste de la nominación al Ariel, ¿qué sentiste o qué pasó por tu mente?

Intentaba no estar al pendiente de eso (el anuncio de las nominaciones), pero eventualmente tendría que enterarme. Intentaba no hacerme más ilusiones, aunque dentro de mí decía: ojalá quedemos nominados porque es algo muy bonito que al final del día reconozcan tu trabajo y de tu equipo. Para mí representaba algo muy bonito porque de chiquita no veía nombre de mujeres en las películas, en las pantallas; siempre era: ‘dirigido por “fulano”’. Y el día que vi el de una mujer dije: sí se puede. Creo que fue de las primeras cosas que pensé cuando vi la lista de nominados, que éramos muchas mujeres. Me acordé de mi yo de chiquita. Y ojalá muchas niñas puedan ver los trabajos de más mujeres, que aspiren a eso. También vi a muchos colegas, amigos, egresados de la universidad y eso es lindo porque te das cuenta que se está diversificando el cine, no solo es la Ciudad de México.

Antes de llegar a los Premios Ariel, A la cabeza ha tenido un largo camino por festivales, ¿cómo ha sido este andar?

Nadie te enseña a hacer esto; nadie te enseña a distribuir tu trabajo y uno tiene que aprender y darle la luz que necesita para que lo vean, que llegue a diferentes ventas. Me puse a investigar a dónde mandarlo y encontré varios festivales que me llamaron la atención, entre ellos estuvo en el Sitges (Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya), también en Taiwán (Kuandu International Animation Festival), ahorita va a estar en Montreal (Festival Stop Motion Montréal), en La Habana (Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Es algo lindo porque te das cuenta que la historia se convierte en algo universal, que más personas alrededor del mundo empatizan y entienden el proceso por el que pasaste o la historia que plasmas.

Por la pandemia, los festivales han recurrido más a las plataformas digitales…

Pero tienen sus puntos buenos. Si retomamos lo que estamos aprendiendo de la pandemia es que siempre que había festivales solo los que iban a ellos lo veían. Y era terrible porque hacemos cine para que se vea; las películas pueden llegar a diferentes plataformas, pero los cortos, no. El hecho de que sean híbridos (los festivales) que puedas verlos en diferentes plataformas digitales y en función presencial, lo vuelve un poco más accesible porque llega a un público que no son cineastas ni que suelen acudir a festivales.

Has señalado que el cine es un trabajo de equipo, ¿cómo se mira el equipo del cortometraje en tiempos de pandemia?

El cine es colectivo, siempre hay alguien que está en el timón, pero si algo sale mal el barco se puede hundir. Cada persona fue fundamental en el proceso, a mí me costó mucho trabajo encontrar al equipo que me acompañara en este camino, en este viaje, porque es un proyecto que me llevó casi tres años, es una carrera larga… Fue un gran aprendizaje porque es mi primer corto, la primera vez que lidero un proyecto; ya había estado en otros, pero no me gustaba que muchas veces no se valorara el poner un poco más de esfuerzo. Y no quería hacer lo mismo sino que se convirtiera en una familia, en confiar en mis colaboradores, porque cuando lo haces te entregan lo más puro de su talento. Eso se notó porque hicimos el corto con tres pesos y se ve muchísimo más caro de lo que es, justamente porque ellos aportaron, hicieron parte del proyecto.

¿Qué es lo que sigue para Andrea?

Quiero escribir mi primer largometraje, estoy pensando muchas cosas, pero está en mis planes.

¿Has pensado sobre qué podría ser tu ópera prima?

Sí. Me gusta mucho mi relación con mi abuela, vengo de una familia enteramente femenina y hay unos lazos muy estrechos con mi abuela y quiero hablar de eso. Ahorita terminé un corto, De vuelta a San Pedro, con apoyo del IMCINE, acerca de hombres padres ausentes y cómo eso repercute en tus relaciones en tu concepción de las relaciones, de la maternidad. Intento siempre hablar de lo que me motiva e importa porque estos procesos (del cine) son largos. Creo que ahorita me veo solo haciendo proyectos de lo que me importa.

¿Les dirías algo a otras mujeres para quienes quizá tu trabajo sea un aliciente o inspiración?

Ya somos más mujeres en la comunidad cinematográfica, espero que sigamos siendo más y (les diría) que se llenen de mucha fuerza porque las cosas son un poco más fáciles que hace unos años, pero la sociedad no va a cambiar de la noche a la mañana.