Al principio me daba mucha vergüenza hablar en público: Juan Villoro
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Al principio me daba mucha vergüenza hablar en público: Juan Villoro

Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) es uno de los escritores mexicanos más conocidos en la actualidad. Su prosa puede ser complicada como la del académico que es, y también…


Al principio me daba mucha vergüenza hablar en público: Juan Villoro | El Imparcial de Oaxaca

Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) es uno de los escritores mexicanos más conocidos en la actualidad. Su prosa puede ser complicada como la del académico que es, y también digerible y sencilla como la del ciudadano que se apasiona por lo cotidiano. Ha trabajado la crónica, novela, cuento, ensayo y libros infantiles, lo cual le ha valido numerosos premios y distinciones; sin embargo, eso parece a él no interesarle. Vive y conversa como si no fuera un escritor de tan consolidada trayectoria: 

¿Ocupa el transporte público? 

Sí claro, sobre todo el metro. Yo soy metro nauta convencido; de hecho mi libro el Vértigo Horizontal (Almadía/2018) está estructurado como líneas de metro, uso también taxi, Uber, de vez en cuando microbús, aunque me cuesta mucho caber en los espacios porque son muy reducidos, pero lo que más uso es el metro. 

¿Qué es lo que observa en el metro? 

Me gusta ver a la gente, ver por ejemplo qué van leyendo. En México todavía se lee bastante en el metro, y eso me da mucho gusto. Me gusta lo que dicen los merolicos, los vendedores, los pregoneros, puede también hartarte estar recibiendo tantas ofertas y todo, pero tomas el pulso de la ciudad. Me encuentro gente y empiezo a platicar con ellos.

¿Las personas se detienen a tomarse fotos con usted? 

Sí, suelo encontrarme a alguien que se acerca, me pregunta algo y nos ponemos a platicar y compartimos el trayecto muy a gusto conversando. 

¿Recuerda la primera vez que alguien le pidió una dedicatoria? 

No recuerdo la primera vez, la verdad, más bien me acuerdo de los muchos fracasos al principio cuando me daba mucha vergüenza hablar en público, me costaba mucho trabajo, hablaba demasiado rápido, había muy poca gente en la sala, si es que había alguna. Hubo ocasiones en que se canceló la presentación porque no había nadie.

¿Y que sentía en esos momentos?  

Pues estaba acostumbrado a que eso iba a ser difícil; ahora veo con cierta sorpresa que tenía una especie de atrevimiento, porque decía yo voy a vivir de esto, aunque sabemos era algo muy inseguro porque se gana muy mal en temas culturales. Yo pensaba yo me voy a dedicar a esto de tiempo completo’, y tenía ese atrevimiento, no voy a decir esa certeza, pero poco a poco se fue cumpliendo. Digamos que los fracasos los tomaba por obvios, realmente no pensé nunca que me fueran a dar un premio o que un libro mío se pudiera vender bastante, simplemente yo quería hacer eso, estar metido a ver qué pasaba. Afortunadamente, las cosas no salieron mal.

¿Ha habido algún momento en que pensó en dejar de escribir? 

No. Ha habido momentos de crisis, por ejemplo: en una ocasión participaba en un taller de Miguel Donoso Pareja –un escritor uruguayo exiliado en México que me había aceptado muy generosamente en su taller– y luego yo concursé para estar en un taller que dirigía Augusto Monterroso, pero ahí solo aceptaban a tres alumnos. Entonces concursé un año y no me aceptaron, sentí una enorme frustración, aunque no dimensioné bien las cosas porque hay tanta gente que quiere estar en el taller y solo aceptaban a tres, pero me sentí frustrado. 

Luego mi libro La noche navegable tiene 11 cuentos, cada uno de esos cuentos fue rechazado al menos una vez en una revista; algunos fueron rechazados dos o tres veces. Entonces cada rechazo implicaba una frustración, a veces yo había aspirado demasiado a publicar en una revista que era muy elitista, pero otras veces veía que publicaban cosas no tan buenas y me habían rechazado a mí y pues sí, me sentía frustrado. Nunca pensé en abandonar del todo la escritura, pero sí hubo momentos muy complicados para seguir.

¿Usted se considera un cronista urbano? 

Sí, cronista urbano sí. 

¿Qué es lo que más le gusta de hacer crónica? 

La crónica es extraordinaria porque te obliga a decir cosas que no sabías que podrías decir, porque la crónica está hecha de realidades. Tú no puedes falsear los sucesos, tienes un retrato con la verdad o con lo que a ti te parece que es la verdad, y tienes que narrar lo que pasó y no puedes agregar otra cosa, le puedes agregar palabras, adornos, metáforas, pero no puedes cambiar los hechos, y esto te obliga a expresar cosas que no pensabas decir y muchas veces hacerlo en tiempo récord, porque tienes que entregar ese trabajo. Me parece que es un género que estimula mucho reacciones literarias que yo solo puedo tener a través de la crónica, pues cuando voy a escribir un cuento puedo escribir, nevaba, llovía, salía el sol, puedo inventar todos los climas que quiera, pero cuando escribo una crónica si está cayendo una tormenta tengo que escribir que está cayendo una tormenta. 

¿Qué es un día bueno para Juan Villoro? 

Un día perfecto sería un día en que yo escribiera, que no me saliera tan mal lo que estoy escribiendo, porque muchas veces escribes, pero sientes mucha frustración de que escribiste algo muy malo que vas a tener que romper y es terrible. Entonces eso en la mañana que es cuando yo escribo; luego que pudiera estar un rato con mis hijos, luego que pudiera hacer algo de interés como ver una película buena o ir al teatro a una buena obra y estar con mi gente querida, con mi pareja, con mis amigos, ese sería un día perfecto: un día en que aprendo algo, en que escribo y comparto afectos.

¿Un mensaje a la juventud? 

Lo que les diría es que el mundo es un espacio maravilloso, pero es un espacio que tú tienes que descubrir que es maravilloso. Las cosas no te van a caer a ti para que digas que tu existencia es formidable; tienes que encontrar una manera de situarte en la vida, en el mundo, donde tú le puedas pedir a la realidad que te dé cosas. Si tienes un interés científico, deportivo, si te gusta el ajedrez, la literatura, el arte, desde ese lugar le puedes pedir muchas cosas al mundo y la maravilla es que te las va a dar, pero necesitas ser tú quien se las pida, necesitas darte cuenta que el mundo tiene muchas posibilidades.

@UrieldeJesús02