Celia del Palacio: Quise darle la voz a aquellas mujeres que no tuvieron voz
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Celia del Palacio: Quise darle la voz a aquellas mujeres que no tuvieron voz

El camino del fuego es una historia para dar voz a las mujeres de la Conquista.


Celia del Palacio: Quise darle la voz a aquellas mujeres que no tuvieron voz | El Imparcial de Oaxaca

Celia del Palacio (Ciudad de México, 1960) es doctora en historia por la UNAM, su trayectoria le ha valido convertirse en una de las académicas especializadas más importantes del país, y su pluma de escritora en una de las voces más leídas dentro de la literatura histórica mexicana. Debutó como novelista en 2008 con No me alcanzará la vida y desde entonces ha ido brincando en la narrativa y el tiempo para darle voz a las mujeres mexicanas, que ahora, gracias a ella y el esfuerzo colectivo de muchos otros, cabalgan triunfantes anteponiéndose al olvido.  

Recientemente la editorial Planeta ha publicado su novela El camino del fuego donde Xtaaku, una sacerdotisa totonaca, nos mostrará con su historia, las costumbres, y visiones del mundo que prevalecían antes de la llegada de los peninsulares, llevándonos a comprender el porqué de mucho de lo que ha cambiado luego de aquel encuentro de culturas, hace ya 500 años: 

¿La historia de esta sacerdotisa Xtaaku, es quizá una forma de darle voz a las otras Malinches? ¿A las otras mujeres que también participaron en este proceso histórico? 

-Eso es lo que se quiso hacer, darle la voz a aquellas mujeres que no tuvieron voz y que son incluso de pueblos sometidos, de los que no hemos escuchado ni siquiera las historias. Esta mujer Xtaaku en efecto, es como una Malinche distinta. Porque Malinche es única por todas las características que ella tiene; Entonces yo quise contraponer la historia de las otras mujeres, porque fueron muchas las que participaron en esta ruta, acompañando a esos extranjeros y de las que no sabemos su versión de los hechos, porqué los acompañaron, cómo vieron a los extranjeros, cómo estaban ahí y cómo sufrieron en carne propia las decisiones de otros, porque finalmente pues tuvieron que obedecer e irse con estos extranjeros, a los que a lo mejor no hubieran seguido, si hubieran tenido su propia voluntad, sin embargo no la tuvieron. Quise retratar los sentimientos y las emociones de todos los involucrados ahí.

Aunque la narrativa de su libro inicia en 1519, sigue pareciendo la situación muy actual, el mundo como lo conocían ellos cambió, el nuestro con la pandemia también está cambiando…

-En efecto, este momento es clave para ellos, porque terminó su mundo, tienen una crisis muy fuerte de valores y hasta existencial, sus herramientas ya nos les sirven para enfrentar estas nuevas realidades. En el caso de nosotros con este año tan incierto, donde no, nos han servido los conocimientos de antes y estamos ahora pensando cómo va a cambiar nuestro mundo después de esto, porque yo creo que ya no vamos a volver atrás, y así el mundo de estas personas de la novela se transformó, tuvieron que encontrar nuevas maneras de sobrevivir.

¿La historia cambia según el punto de vista de quien lo narre?

-Sin duda, la historia la escriben casi siempre los vencedores, por eso conocemos muy bien la historia de estos extranjeros que han escrito sobre cómo les fue aquí (risas) y siempre son historias que hacen quedar bien a estas personas, que los hacen sentir heroicos y demás, tenemos otras pocas versiones como la “Visión de los vencidos” de León-Portilla, donde nos muestra cómo se sentían los que estaban aquí, y cómo vivieron este cambio, sin embargo no tenemos ninguna versión de una mujer que haya narrado. Esa historia no se ha contado todavía y eso es lo que quiero hacer con esta novela. 

¿Cree que las mujeres escritoras de la actualidad tengan cierta conexión con las otras mujeres del pasado?

-Sí, de alguna manera hay una sensibilidad compartida, aunque sean mujeres que han vivido en un momento tan lejano, con costumbres y una cosmovisión tan diferente a la nuestra, que también nos son extrañas, difíciles de abordar y de comprender; sin embargo han sido las historiadoras, las investigadoras, las escritoras, las que con un interés particular de rescatar a otras mujeres de la historia estamos tratando de visibilizar estos hechos y a estas mujeres, y siento que sí, hay una empatía que nos hace acercarnos a ellas, pero es también la necesidad de saber que tuvimos ancestras, que tuvimos abuelas, que tuvimos madres, etc. que hicieron cosas aunque no se les hubiera reconocido.

Fernando del Paso en algún momento dijo de sus Noticias del imperio “Yo soy Carlota”, ¿Usted se ha llegado a identificar con un personaje al grado de decir “Soy como él o ella”?

-Sí, he tenido que sentir que estoy en los zapatos de ellas; para poder entender el porqué de lo que estaban haciendo. Es como con un actor, se tiene que entender al personaje y sentirlo, para poder transmitir esos sentimientos, esas emociones, lo mismo los escritores, he independientemente del género, creo que muchos hombres han podido entender la sensibilidad de las mujeres y poderlo narrar de una manera, bastante plausible y válida. 

Han pasado ya 500 años de este encuentro de culturas ¿Por qué cree aún parece que no sana la herida?

– Y uno siente mucho más esto, si hay personajes que están atizando con decir “Nos hicieron… nos vulneraron… nos hirieron… y nosotros los pobrecitos” ¡Y por supuesto que no! eso es lo que quiero explicar en esta novela, que había una serie de conflictos muy sangrientos entre estos pueblos, antes que llegaran los extranjeros, ellos simplemente se sirvieron de ese odio que ya había en contra de los mexicas, para llevar a cabo su labor. Porque 300 extranjeros no hubieran podido llegar más allá de las costas de Veracruz, si no hubiera habido, toda esta animadversión profunda contra los mexicas; y así como nos dejaron una lengua, una cultura, una religión a la que nosotros les pusimos muchas cosas. Nosotros no estábamos aquí y no hubiéramos sido nosotros sin esta mezcla.  Me parece un poco ocioso seguir hurgando en esta herida e insistir en que se nos pida perdón ¿A quién le van a pedir perdón? 

Y con personajes así, también se tiende a idealizar el pasado y no todo era perfecto, tampoco…

-Por supuesto, los mexicas, realmente tenían sometidos a estos pueblos, les exigían muchas cosas, se llevaban a los hijos para trabajar o sacrificarlos y bueno, la propia sociedad prehispánica, tampoco era muy amable con las mujeres por ejemplo, ellas sufrían mucho y no tenían ninguna voz; entonces también habría que dejar de idealizar lo que pasó antes, porque tampoco era el edén en el que todos eran hermanos y se querían tanto, ¡claro que no! de ninguna manera.