Clyo Mendoza rompe el silencio con poesía
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Arte y Cultura

Clyo Mendoza rompe el silencio con poesía

Narcotráfico y desaparición son abordados en el segundo libro de la ganadora en el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz


  • Clyo Mendoza rompe el silencio con poesía
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A Clyo Mendoza (Oaxaca, 1993) los ambientes rurales le han marcado la infancia, pero también la poesía que escribe. Hija de una profesora que se llevó consigo a ella y sus hermanos a las comunidades donde impartiría clases, conoció el campo y las formas de vida en las que parecía ajena. A veces, el idioma se tornaba como una barrera, pero a su vez le permitía un alejamiento para observar su entorno, para reflexionar que no solo existe belleza en la naturaleza, sino situaciones muy fuertes y la realidad de un país como México.

“Si todos se preocuparan por ver eso, seríamos más conscientes de las cosas que no vemos, pero que están sucediendo en el país”, apunta la ganadora, en la categoría de poesía, del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz (2017), y que ahora publica el poemario de la obra premiada.

Silencio es título de su segundo libro (antecedido por Anamnesis, editorial Cuadrivio, 2016), y en el que cuenta una historia basada en hechos reales. A partir de la desaparición del cuerpo de una mujer a manos de su esposo, Clyo habla de un pequeño pueblo donde infantes y ancianos son solo el primer eslabón en el mercado del narcotráfico.

-¿Habías pensado el poemario para inscribirte al premio?

-No, para nada, fue una coincidencia. Estaba terminando el libro y la convocatoria del premio estaba abierta. La verdad no pensé que fuera a quedar como ganador.

La idea del libro comenzó hace varios años, con un borrador que no pudo salvar, recuerda. “Después decidí continuar y hacer otro libro. La idea era hacer una historia que sucedía en la Sierra, en un lugar en el que había vivido”.

-En Anamnesis se aborda el dolor, la violencia en el país, ¿qué tanto ha cambiado tu escritura entre aquel poemario y el de ahora?

-Si me preguntas ahora, ese libro (Anamnesis) ya no me gusta tanto. Siento como si lo hubiera escrito otra persona, es de algo que pensaba, que surgió en un momento muy determinado de mi vida, con ciertas inquietudes que había ido acumulando. Y quizá Silencio es un libro que traté de hacer un poco más pensado, más leído. Hay muchas versiones, me pelee un poco más con el texto, con el libro. Supongo que uno también se va volviendo más exigente con uno mismo.

-¿Cómo percibes a la escritura, de dónde o cómo se forma un escritor o escritora?

-Yo tuve mucha suerte. Por ejemplo, eso no lo elegí, fue una consecuencia de decisiones que no tomé. Por muchas cosas así me fui acercando a gente, a lo mejor por curiosidad. Siempre me gustó leer porque quizá como a veces no me entendía con otros niños -porque no hablábamos el mismo idioma-, había una necesidad fuerte de integración. Pasaba mucho tiempo leyendo.

-¿Qué solías leer?

-Me gustan las historias de terror. Además, en los pueblos siempre hay una cosmovisión muy mística, con el diablo o la maldad asechando. Como niño tienes un imaginario muy rico. Creo que esa fue una formación importante. Leía a Edgar Allan Poe y algunos libros que llegaron a mí. No había muchos libros, a veces leía lo que los más grandes. Mis papás leían mucho periodismo y me contaban esas historias.

-Has mencionado también el contacto con otros como un acercamiento a la escritura

-A mi primer maestro, Víctor García Domínguez, lo conocí porque era un exiliado español y daba un taller para niños, era alguien a quien le costaba mucho convivir con niños, y fue una amiga de mi mamá la que me inscribió. Lo conocí cuando tenía 12 años, después lo seguí viendo y en algún momento me dio lecturas a las que quizá no hubiera llegado, se volvió un amigo y protector. Creo que fue una de las figuras más importantes. Jorge Esquinca también fue mi maestro, Julio Ramírez (del taller Cantera Verde), igual. Pero en algún momento uno también renuncia a tener maestros y prefiere contradecir a todo el mundo.

-¿Qué es para ti la poesía, en dónde está?

-Son como situaciones que están en la realidad, pero tienen algo distinto, que salen de lo ordinario aunque sean muy simples, que te siguen revelando algo del mundo. La poesía siempre es algo muy impactante, casi como un salmo.

Clyo señala que Silencio quizá se aleja de la formalidad de la poesía, de lo que dicta el género. Sin embargo, cree que de lo que habla es también una postura estética. “No quiero hablar totalmente del horror, sino que a pesar de este hay algo más que a veces no se entiende muy bien, pero está generando un efecto sobre el mundo y que ocurre en los lugares en los que uno menos imagina”. El poemario recuerda también a Juan Rulfo, la referencia que Mendoza supone tienen “todos los escritores mexicanos”, en especial por el libro Pedro Páramo, que antes de publicarse se llamó Los murmullos.

“Yo me quedaba pensando en que después de la jornada en el campo, lo que queda es silencio, y en ese silencio siguen pasando cosas. Por ejemplo, hablar un poco de la mano de obra del narcotráfico, que sucede de noche, en silencio, como si no estuviera pasando eso. Y es tan normal el silencio que suaviza las cosas”.