El oro carmín de Oaxaca llega a los libros
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El oro carmín de Oaxaca llega a los libros

Tlapanochestli y el ancestral oro carmín de Oaxaca es el nombre del texto


El oro carmín de Oaxaca  llega a los libros | El Imparcial de Oaxaca

La “sangre del nopal o de la tuna” (en náhuatl, nocheztli) corre entre los hilos de un textil, en la madera de una artesanía o en los cuadros que cuelgan en las galerías, museos o residencias de coleccionistas. La grana cochinilla, denominada así en náhuatl, ha sido nombrada de distintas formas: n’duco, por los mixtecos, y bee, por los zapotecos. En español, este insecto y colorante natural se ha llegado a conocer incluso como oro carmín o carmín mexicano, uno que en tiempos de la Colonia cobró gran relevancia en el comercio, pero que comenzó a ser desplazado por los tintes químicos en el siglo XIX.

Pero su historia parece tomar un nuevo rumbo, al menos en Oaxaca, estado mexicano que desde los ámbitos artesanal y pictórico ha vuelto la mirada a uno de los tintes que ahora se observa en la industria alimenticia y la de bebidas.

“En ese sentido, Oaxaca es muy especial; la mayoría de turistas ya no vienen con la idea de lo sintético”. Claro que traen la idea del precio, pero, apunta Manuel Loera, del centro Tlapanochestli, el mercado mundial pide el regreso a lo natural.

“En Oaxaca, la exigencia de empezar a usar cosas naturales está muy latente”, agrega quien desde hace 25 años trabaja en este espacio fundado en 1986 por Ignacio Javier del Río y Dueñas. Para Loera, la grana cochinilla, que hace unos siglos dio notoriedad a México y ahora se produce mayormente en Perú, es un recurso que a la par de su estudio y empleo se pretende hacer rentable en el mercado local.

Ahora, la historia e importancia del tinte y el insecto se incluyen en un nuevo libro, Tlapanochestli y el ancestral oro carmín de Oaxaca, publicado por la Secretaría de las Culturas y Artes (Seculta) del estado. El volumen retoma la historia, desarrollo y usos del tinte natural obtenido de un insecto que se cultiva en los nopales, también aborda la labor del centro Tlapanochestli y del fundador de este.

Para Adriana Aguilar, titular de la Seculta, el libro permite conocer a uno de los “productos que logró notoriedad gracias al intenso comercio entre América y Europa” y que situó “a Oaxaca como una de las economías más fuertes de la Nueva España”, al ser la grana su principal producto de exportación hacia Europa.

Los colorantes químicos seguirán usándose, “pero pienso que hay mucha gente que está volviendo a ver esta parte natural, de poder pagar incluso un poco más por tener una pieza textil que puede estar teñida con grana cochinilla”, refiere la funcionaria respecto al tinte que junto a otros como el añil ha cobrado importancia en ámbitos como el artesanal.

El editor del volumen, Cuauhtémoc Peña, explica que la proyección de este tinte continuará, pues como Loera y Aguilar observa que existe un interés cada vez más creciente sobre este, no solo en las artes plásticas, sino en la industria alimenticia y cosmética.

El libro que ahora aborda a la grana cochinilla en el estado de Oaxaca es para Peña uno que viene a nutrir investigaciones como las hechas por María de los Ángeles Romero Frizzi, quien compila una serie de documentos de los siglos XVI y XVII respecto a la producción y comercio de la grana cochinilla.

Tlapanochestli y el ancestral oro carmín de Oaxaca fue publicado por la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca y presentado la tarde del pasado viernes en el Museo de los Pintores Oaxaqueños. Su edición estuvo a cargo del escritor Cuauhtémoc Peña Vásquez. La información del ejemplar fue responsabilidad de Manuel Loera, coordinador del Centro Tlapanochestli (Centro para la Difusión del Conocimiento de la Grana Cochinilla Tlapanochestli a. c.), ubicado en el municipio de San Bartolo Coyotepec. Fue él quien se encargó de dar forma a la investigación hecha por el fallecido Ignacio del Río y colaboradores.