Daniel Lezama: “El arte va a ser elitista”
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Arte y Cultura

Daniel Lezama: “El arte va a ser elitista”

El artista mexicano señala que los espacios de interiorización están siendo minados por las redes sociales


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  • Daniel Lezama: “El arte va a  ser elitista”

Daniel Lezama (Ciudad de México, 1968) lleva ya un par de años explorándose como una “fábrica”, como una industria cuyos productos son cuadros, piezas de artes. Por eso, cuando la editorial Black Coffee Gallery lo invitó a ser parte de un proyecto en que se analizarían los espacios de creación de una treintena de autores, no le fue complicado mostrarse.

“Coincidió con una etapa de mi trabajo donde he estado reflexionando mucho sobre mi cabeza, de mi alma como una especie de estudio”, apunta el autor que ve en la labor del pintor una similar a la de un maestro albañil. “El pintor no es un arquitecto”, ha señalado el ganador en 2001 de un Premio de Adquisición de la X Bienal Tamayo.

Para Lezama, el estudio del artista es “un reflejo del estudio mental, el que está dentro de uno”. Incluido en la iniciativa por la que se publicó un documental y libro titulados Entre bastidores. 30 artistas en sus estudios, el autor con dos décadas de trayectoria cree que si bien el conocer los sitios de la creación ayudará principalmente a los especialistas o interesados en el arte, será de gran valor para las nuevas generaciones de artistas.

“Es muy importante porque los jóvenes artistas van a entender cómo se crea una obra de arte, de dónde se crea, cuáles son las condiciones, qué significa la interioridad del artista —que es su espacio físico mental—. Esa tarea, con que convenza a una nueva generación de artistas jóvenes ya lo logramos”.

A partir de ello, se podrán generar los nuevos estudios y las nuevas obras de arte. De lo contrario, si se rompe el puente entre las generaciones, “no va a haber pintura, no va a haber arte en el futuro; y este libro es un puente”.

Con un estilo que él mismo ha definido como “naturalista”, Lezama ha creado una obra que replantea el discurso nacionalista mexicano. Además de fungir como un tutor para nuevas generaciones de artistas. A la vez que jurado y curador en el arte, observa como algo sorprendente que una institución privada como la de la red de cafés-librerías y fundación Black Coffe genere más proyectos que una institución pública.

La editorial, red y fundación está siempre “proyectando ideas, puntos de obra, proponiendo cosas para que los artistas trabajen, haciendo espacios como los cafés”. Y eso “es el futuro”, en especial cuando lo gubernamental, lo público es una “esfera que se está muriendo y que ahora se va a morir de forma más acelerada”.

El arte es caro, refiere el autor de Crisol (la magna exposición que coincidió el año pasado con sus 20 años de trayectoria). Es, también, elitista, pero por su carácter único, “no es elitista en el sentido de que (el arte) no se pueda ver en museos”. Daniel advierte que si los museos “se están encogiendo, si se publica menos y si se ve cada vez menos, el arte eventualmente va a ser elitista”, restringido a ciertos grupos de la población.

“Pero aquí es justo donde opera la iniciativa privada, es donde el ejemplo de Black Coffee debería replicarse en el mundo de la industria privada”.

LA DISMINUCIÓN DE LOS ESPACIOS INTERIORES

La creación artística se da en varias vertientes. Si se piensa a los autores como lo propone Lezama, como fábricas o industrias, las posibilidades y productos que llegan a las personas son varios. ¿Cómo deberían formarse artistas y espectadores para evitar lo considerado bonito o vendible en ese mercado de arte? Uno tiene que cultivarse como un jardín, como ser humano espectador o artista. “Es la única forma”, advierte.

En la actualidad, “la cultura de la calle” está impidiendo y bloqueando a las personas para lograr ese cultivo. “Nos dedicamos a cultivar la superficie de las cosas. La gente vive en una cosa que es Facebook, que es una especie de baraja de superficies; la gente vive de la selfie, vive en un mundo de redes sociales, cada vez tiene menos espacios interiores de reflexión y de interiorización”.

¿Se aleja Lezama de esos distractores para evitar caer en tales riesgos? No. La idea de cultivarse, apunta, está tan metida en su trabajo que el mundo de las redes sociales no le afecta. Las usa, para trabajar, pero tampoco vive en ellas.

“Yo me cultivé antes de que existiera el internet. Tuve años leyendo, años pensando, estando solo o acompañado de quien yo quería, sin tener mil cosas virtuales alrededor. La virtualidad me viene valiendo queso porque no viví en ella. Pero me alarma que la virtualidad está reemplazando la interioridad”.

Es así que ve en proyectos como Entre bastidores a uno que justamente muestra el choque de los espacios físico y virtual, de dos contrarios, y en el que el estudio del artista es una especie de guarida, como los señalaba el escritor Erik Castillo. Los estudios “están creados por los artistas como su guarida, como su bastión de reflexión, de creación, de interiorización”, zanja Lezama.