A pesar de la llegada de piñatas producidas en masa desde otros estados como Puebla, la tradición artesanal de elaborarlas se mantiene viva en el corazón del Mercado de Abasto de Oaxaca, específicamente en la zona húmeda.
En el local 432, Miguel, un dedicado artesano de piñatas, sigue preservando este oficio que mezcla creatividad, paciencia y destreza.
En entrevista con EL IMPARCIAL de Oaxaca, Miguel dijo que, aunque el proceso de elaboración es complejo, encuentra en él una forma de mantener viva una tradición que alegra las fiestas decembrinas. “Sigo creando todos los personajes que me piden, pero en esta época la estrella de siete picos es la más popular. Nunca pasa de moda”, comentó.
Para dar vida a sus creaciones, utiliza materiales como papel de china, crepé, metálico, periódico, cartón y engrudo. Sin embargo, señaló que conseguir periódico se ha vuelto más difícil debido a la disminución de publicaciones impresas, un cambio provocado por la migración de los medios a formatos digitales.
El proceso de creación es laborioso y depende de las condiciones climáticas, ya que el secado del papel es esencial. Miguel y otros artesanos comienzan a trabajar desde octubre, produciendo con anticipación para garantizar una gran variedad de artículos en la temporada navideña.
Además, extendió una invitación a la ciudadanía: “Vengan y consuman productos hechos en Oaxaca, los espero en la zona húmeda de la Central de Abasto, en el local 432, 433 y 435. Aquí podrán encontrar piñatas de todo tipo, hechas con amor y dedicación”.

Historia de la piñata
Las piñatas tienen un origen que ha sido motivo de debate. Una de las teorías más aceptadas es que su tradición comenzó en China, donde se elaboraban figuras de vacas decoradas con papel de colores.
Los mandarines rompían las figuras con varas para liberar su contenido y esparcirlo en el campo como símbolo de buena suerte. Posteriormente, quemaban los restos y guardaban las cenizas como amuletos.
Con el tiempo, esta tradición llegó a México, donde las piñatas se adaptaron y se convirtieron en un elemento infaltable de las fiestas. Durante las posadas, las familias mexicanas cantan al ritmo de “Dale, dale, dale, no pierdas el tino…” mientras los niños intentan romperlas para obtener los dulces y sorpresas que contienen.
Hoy, la piñata no solo es un símbolo de alegría y unión familiar, sino también de resistencia cultural, un arte que se niega a desaparecer gracias al esfuerzo de artesanos como Miguel, quienes trabajan día a día para mantener viva esta tradición.