Sus restos fueron depositados en el Panteón San Miguel, en la misma ciudad donde pasó sus últimos días y en donde aún sobrevive la casa en la que él y su familia encontraron cobijo (en la avenida José María Morelos). Pero el legado de Macedonio Alcalá sobrevive y de entre sus composiciones el vals “Dios nunca muere” es considerado como el himno de las y los oaxaqueños.
Este 24 de agosto se cumplen 155 años de la muerte del músico y compositor oaxaqueño, cuyo nombre lleva la calle más concurrida por transeúntes en el centro de la ciudad. Está también en el nombre del teatro que primero se denominó Luis Mier y Terán, después Jesús Carranza y desde los años 30 del siglo pasado es Macedonio Alcalá.
Por el aniversario luctuoso, el ayuntamiento de Oaxaca de Juárez realiza cada año una sesión solemne para recordarlo. En esta ocasión, la actividad será en el palacio municipal y no en el teatro.
En la semblanza publicada en 2019 por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), la investigadora Graciela Fabián Mestas aborda la vida y obra del autor, de quien señala que nació el 11 de septiembre de 1827. Macedonio Alcalá Prieto, cuenta la especialista, destacó porque tocaba con destreza lo mismo el violín que el piano, el violoncello y la viola. Además de otros instrumentos.

En la semblanza, donde relata los momentos históricos que vivían el país y Oaxaca, entre guerras, terremotos y el surgimiento de instituciones educativas o el auge de las bandas filarmónicas, Graciela también señala que Alcalá fue parte de la sociedad filarmónica Santa Cecilia, que fundó en 1861 el párroco José María Magro, quien estaba como responsable del templo de San Matías Jalatlaco.
La amistad con el también músico Cosme Velásquez y José Maqueo, además de la habilidad de Alcalá como un gran improvisador destacan en la semblanza, es señalada en esta publicación. En ella se habla de las versiones que existen sobre la creación del vals “Dios nunca muere”, como la que alude a la estancia del músico en la comunidad de Concepción del Progreso o la que refiere que surgió tras la visita de paisanos de Tlacolula. En los dos casos, mientras Alcalá yacía enfermo.
Sin embargo, la investigadora cuenta que aunque Alcalá estuvo en la hacienda, volvió con su familia a Yanhuitlán y después en 1869 tanto él como su esposa e hijos se fueron a la capital. Fue en la ahora ciudad de Oaxaca donde, enfermo, Alcalá y familia se alojaron en el inmueble de la entonces calle de Libres y actualmente avenida Morelos. Ahí fue donde Cosme Velásquez y José Maqueo lo visitaron y le dejaron 40 pesos. Tras descubrir ese dinero fue que Alcalá expresó la frase “Dios nunca muere para los pobres”.
La pieza, compuesta después de eso y en los últimos días del compositor se estrenó, según la investigación de Fabián, por la orquesta de Cosme.