No sabemos si existe tanta indolencia en el gobierno estatal o si, de plano, hay irresponsabilidad respecto a lo que la ciudadanía, aquella cuyos derechos tiene que salvaguardar el gobierno como representante del Estado, padece con frecuencia con los bloqueos carreteros. En este estado todo mundo bloquea, todos piden, todos alargan la mano. Maestros que por cuestiones estrictamente laborales lo mismo bloquean vialidades que carreteras; igual oficinas que toman centrales de autobuses. Oaxaca se está pudriendo sin que haya autoridad alguna que ponga un alto a estos abusos y atropellos a los derechos civiles o legisladores que instrumenten medidas al respecto.
El ciudadano común está harto de esta situación. La economía camina a marchas forzadas gracias a esta burda forma de protestar. Miles y miles de automovilistas, transportistas y pasajeros se quedan varados durante horas, a veces durante días, sin importar si viajan enfermos, niños o ancianos; sin tomar en cuenta el paso de ambulancias. Hace unos días el operador de un tráiler murió al interior de la cabina de su vehículo, sin poder ser rescatado, luego de chocar su unidad mientras maestros bloqueaban la Súper Carretera Oaxaca-Cuacnopalan. Los mentores fueron señalados por uno de los operadores que sobrevivió al siniestro.
Otra forma ominosa de fastidiar a la ciudadanía es la toma de la caseta de cobro de Huitzo. El transportista o el automovilista tiene que aportar cuotas superiores a las que se pagan por el peaje, pues al negarse es agredido en multitud. Esta actividad infame se ha convertido en botín de dirigentes sin escrúpulos que actúan con absoluta impunidad, mientras el gobierno federal omite dar respuesta a esta responsabilidad y el estatal se encoge de hombros, con el superficial argumento de que como se trata de vías federales de comunicación ello corresponde a la Federación. Es decir, ni uno ni otro se comprometen a salvaguardar la vida y el derecho al libre tránsito que nos garantiza la Constitución.
La toma de casetas es un acción cotidiana. Hay un grupo no menor de 20 personas, encabezadas por dos hermanos, que lideran a las “Colonias Unidas”, que han tomado como tarea diaria atracar a los que pasan por la citada caseta de Huitzo. Y nadie, absolutamente nadie les pone un alto. No tenemos la menor duda que habrá de llegar el día en que los afectados se junten y en verdad corra sangre. Veremos entonces si eso es lo que esperan las autoridades.
Con derechos y con restricciones
En los últimos tiempos, la sociedad en general ha tomado conciencia del papel de los animales domésticos. Las legislaciones federal y estatales han aprobado leyes que garantizan su derecho a la vida y evitar el maltrato. Es el reflejo de una sociedad madura, que vive otro tiempo y circunstancia. No obstante hay quienes se empecinan en negar ese derecho que tienen los perros, por ejemplo. Las redes sociales se han dado vuelto y despertado la conciencia ciudadana, cuando se han observado personas que van en sus vehículos arrastrando perros. O el caso del carnicero de la Villa de Etla, que apenas la semana anterior acuchilló a una perra luego de sustraer un pedazo de carne.
De no haber una nueva visión de los animales que deambulan por las calles, nadie hubiera reparado sobre los graciosos bailes de “Mazapán” o simplemente hicieran caso omiso de los llamados a las almas caritativas para poner trastes con agua para los perros callejeros. Sin embargo, hay que reconocerlo, hay aún resistencias para admitir la nueva realidad animal. Por ejemplo, colonias y comunidades en donde se suele exterminarlos con veneno, generando una matazón sádica y brutal. Ello ha indignado a las sociedades protectoras de animales que exigen castigo a quienes obran de esa manera.
Pese a todo lo anterior, hay que reconocer que en lo que se refiere al cuidado y protección de los animales, aún hay pendientes. Por ejemplo, de la misma manera que se ha tomado conciencia para recoger las heces fecales que los perros y gatos dejan en las calles, de esa misma debe obligarse a los dueños de animales de pelea, sean Doberman o Bull Terry, que sacan a pasear a sus mascotas a la calle, que les pongan bozal. Primero, para evitar que niños o cualquier persona esté expuesta a ataques y, en segundo lugar, para proteger al resto de especies menores, amigables y pacíficas, a que sean víctimas de perros cebados en la violencia.
El pasado martes publicamos una foto en la que una persona lleva a su perro de pelea de paseo, el cual ataca a uno de la raza “Labrador”. Hace unos meses circuló un video en donde una persona de la tercera edad lleva a su perro a pasear, sin poder hacer algo cuando éste ataca a un pequeño y lo mata, ante la mirada de policías municipales y vecinos que se ven materialmente imposibilitados de detener dicho ataque. Hay pues derechos para los animales, pero algunos deben tener restricciones, incluyendo la responsabilidad de sus propietarios.