El origen de las siete regiones
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El origen de las siete regiones

 


La Historia ya está escrita, documentada y publicada, esto es incuestionable; en gran parte es conocida y algunos pensadores que no somos historiadores, ni antropólogos, que la estudiamos, muy pocos por cierto; nos atrevemos a dar a conocer la parte de verdad oculta, ya escrita, que vamos encontrando.
La mayoría únicamente repite, plagian el trabajo de investigación, serio, formal de otros que si trabajan, que si estudian y que si aman a Oaxaca. En todo caso en un afán protagónico, vuelven a decir lo que la mayoría conoce y quiere escuchar, y, porque además no les causa ninguna responsabilidad con nadie, con todos quedan bien; no los compromete, los mantiene en su zona de confort y en verdad la Historia nunca les ha interesado.
Esto me hace pensar que la ignorancia es la madre de la soberbia si por soberbia entendemos a una persona altanera, arrogante, jactanciosa, que hace alarde de lo que no es, que se alaba, que presume.
Sin olvidar, por supuesto, que herrar es propio de los humanos y que lo que debemos buscar los oaxaqueños son los puntos de contacto que nos unan.
Me contó una amiga antropóloga que un estudioso de la historia de Oaxaca le comentaba a un historiador famoso que iba a escribir algo sobre la historia de Oaxaca y éste le contestó: “pero de qué vas a escribir de historia de Oaxaca si ya todo lo escribí yo” y resulta que, ochenta y dos años después sabemos que, ni siquiera leyó la Cédula Real de la supuesta fundación de Antequera. Es de Antequera y no de Oaxaca; menos la comprendió y entendió y así vendió la idea que ochenta y dos años después, venimos cargando.
Tampoco conoció el decreto del gobernador Emilio Pimentel por el cual el pueblo de Santa María Oaxaca se convirtió en el barrio de El Marquesado y lo bautizó con el Ex y con la Z que tanto daño ha causado y mintió al decir que Alonso García (a) El Bravo había hecho la traza de la ciudad.
Debemos invocar a nuestros abuelos que, en 1932 sentaron las bases de lo que debe ser el estado de Oaxaca al celebrar, con la aclaración personal arriba citada, el IV centenario de su exaltación de Antequera, a categoría de ciudad:
… una grande y solemne fiesta popular, oaxaqueña. Fiesta de luz, fiesta de color, fiesta de fraternidad y regocijo que con el nombre de Homenaje Racial, que se celebraría en la tarde del 25 de abril de 1932. El Mercurio, 20 de diciembre de 1931.
Hasta esta fecha, 25 de abril de 1932, no participaba ninguna delegación. Rosas Solaegui, 1978, p. 107, cuenta qué: “Era una fiesta casera, sin que tomara parte en ella, ninguna otra región del Estado, más que los habitantes de su capital y sus pueblitos o agencias aledaños. No había turismo exprofeso y menos extranjero; venían eso si muchos oaxaqueños residenciados en la capital del país y en otros lugares de la República a gozar con sus dos lunes.
La fiesta era en la tarde y no en la mañana, pero desde temprana hora, muchas familias especialmente de la clase media, desde las 7 emprendían la marcha para el Fortín, a pie, llevando viandas para almorzar a la usanza de nuestros antepasados, como atole de granillo, chocolate de agua o de leche, tamales de mole, de frijol, de dulce, y de chepil con su salcita con gusanitos de maguey; ricas tortillas “clayudas” embarradas únicamente de asiento, con salsa de chile de agua y queso espolvoreado, sin doblar; sin faltar los chapulines, las hojaldritas y las tortitas tostadas de harina cafecita, que tanto se han escaseado hoy en día. Se desayunaba en pleno campo.”
Asistieron por primera vez a rendir homenaje a Oaxaca, con lo más simbólico y significativamente representadas vistiendo sus mejores galas, con sus atributos más preciados y más genuinos, en son de espléndido agasajo, llevando cada región regalos y homenaje para ofrecerlos a Oaxaca, la perla del Sur, que vive su vida típica y generosa, las siguientes siete regiones del Estado, 1.- Región Mixe, 2.- La Sierra, 3.- La Costa, 4.- El Valle, 5.- La Mixteca, 6.- La Cañada y 7.- El Istmo. Iturribarría, 1992, p. 243 – 245. En representación de Oaxaca, recibió el homenaje la Señorita Oaxaca, Margarita Santaella.
Estas siete regiones llegaron presididas, cada una, por dos ancianos venerables que portaban, entre ambos, el bastón con lazos azules, símbolo de la autoridad suprema de su región. Frente a la Señorita Oaxaca entregaron su bastón de mando. El emblema de la suprema aspiración de cada región fue el silabario.
Los mixes, el más alto símbolo de la libertad. Estos indios jamás tuvieron en sus pies el grillete ni llevaban sobre sus espaldas la seña infame de la esclavitud. Trajeron matas de café, begonias, helechos a profusión y canastos de fruta.