A los malosos
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A los malosos

 


En un mensaje contundente, poco usual, pero firme, el gobernador Alejandro Murat, advirtió “cero tolerancia” para los grupos delincuenciales que confunden consideración con impunidad.
“Quiero decirles -dijo en un evento donde puso en marcha apoyo para vivienda social- que en el tema de seguridad vamos a dar dos o tres golpes fuertes aquí”.

Algo ha de estar perturbando la paciencia del Jefe del Ejecutivo para que en esa reunión haya soltado: “Sé que hay dos o tres que andan haciendo cosas que no deben, pero en este gobierno no se pacta, en este gobierno se alinean”.

En tono de advertencia Murat anunció: “nosotros vamos a enfrentar a todos aquellos que estén ofendiendo a las familias oaxaqueñas, especialmente del sur de la ciudad de Oaxaca; quiero dejar claro porque sé que era una demanda que se tiene muy sentida en todo el sur de la zona de Oaxaca y ya tenemos operativos que van a arrancar y que vamos sobre las cabezas…”.

¿Y quiénes son?
Por el lado sur de la ciudad se han aposentado y fortalecido los grupos delincuenciales o cuasi delincuenciales con careta de sindicatos, como “14 de junio”, “libertad”, CTM, Catem, CNP y varios más que se han fracturado de estas organizaciones. A la sombra de la mayoría de estas organizaciones operan taxistas y mototaxistas para asaltos, distribución de droga, secuestros, movilizaciones políticas, etc. No son pocos los que utilizan para acciones ilegales las concesiones que les otorga el estado. Además, clonan los permisos y ponen en circulación vehículos que, de remate, son robados. A eso se debe que al menor intento de revisión, usan las movilizaciones, los bloqueos de calles, carretera y hasta la violencia.

Coludidos con funcionarios venales de medio pelo -del estado y municipales- han convertido las márgenes del río Atoyac en botín de guerra. Además de sus atracos y abusos de poder azuzando a transportistas, se han apoderado de grandes extensiones en orillas de los ríos sin reparar en dos cuestiones fundamentales: que las riberas son zona federal y que, el día menos pensado, las aguas del río recuperará brutalmente su cauce.

Juquila, lo oculto
Mucho se dijo y fue escrito sobre uno de los bloqueos de carretera más prolongados que ha padecido Juquila, el santuario más concurrido del estado. Casi un mes y medio.
Muchas horas de dialogo y tensión de los campesinos de Yaitepec manipulados por manos perversas con los intereses más variopintos. El mismo gobernador Murat encabezó algunas negociaciones junto con el Secretario General de Gobierno, Anuar Mafud.

Con la oportunidad que caracteriza a esta columna, descubrimos aquí la perversidad de unos jerarcas de la iglesia católica atraídos por el pecado del dinero a manos llenas que aportan los peregrinos en El Pedimento. También el oportunismo de políticos lopezobradoristas como el mismo presidente municipal de Juquila, Francisco Zárate Pacheco (PT) atizando el conflicto. Se vio ridículo el edil pidiendo disculpas por el secuestro de los dos jefes policiacos. Sabedor de la gravedad del delito de retención de personas y del reclamo de los propios juquileños que le decían “¿y tú que haces por resolver el problema?” pidió que en el convenio que firmaron ambos pueblos, se asentara que “no habrá consecuencias” por la detención de los uniformados.

Como una evidencia de que allí estuvo metida la mano negra de Flavio Sosa y su socio Arturo Peimbert, el siguiente hecho:

Por más que las autoridades comunales de Juquila pidieron la intervención del DDHO siempre se escondió. Recurrieron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos donde obtuvieron la recomendación para que los de Yaitepec permitieran el libre tránsito en la carretera. Me comentaron comuneros de Juquila: “cómo iba a emitir recomendación contra el cierre de la carretera que él mismo incitaba”.

Alimentar el bloqueo por casi mes y medio requirió de mucho dinero ¿Quién patrocinaba? Mis informantes calculaban que cada día sacrificaban una res para alimentar a los que se mantenían en la carretera.

“El Pedimento” nunca ha sido administrado por la Iglesia católica. Por decisión del pueblo el dinero lo maneja el comisariado de bienes comunales de Juquila y lo invierte en obras sociales. A partir de que los visitantes son más y las limosnas suman de ocho a diez millones de pesos anuales, a los curas les entró la codicia. Desde el púlpito del templo de Juquila piden a los feligreses no aportar dinero en “El Pedimento” y hasta les reparten tarjetitas con la consigna. Este es el meollo del asunto.

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