Aberrante inseguridad
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Opinión

Editorial

Aberrante inseguridad

 


Para los oaxaqueños pareciera ser una burla escuchar mensajes oficiales diciendo que Oaxaca vive una paz nunca vista, cuando a los ojos de todos, estamos acotados por la delincuencia común y organizada. Hasta el sábado pasado se habían contabilizado 99 homicidios dolosos, que se incrementaron el lunes con dos ejecuciones más en el área conurbada. ¿Eso lo ignora el ejecutivo estatal o los responsables de la seguridad pública en el gabinete? Por supuesto que no. Creen ingenuamente que los oaxaqueños somos débiles mentales o con alguna discapacidad para entender la realidad en la que estamos viviendo. Por ejemplo, el sábado pasado, un grupo armado asaltó un negocio en la avenida Símbolos Patrios. Ataron a los empleados y sustrajeron dinero. El hecho encendió las alertas en el sector empresarial y comercial: en Oaxaca cada día es más difícil vivir. O son los sindicatos, organizaciones sociales o maestros, o son los delincuentes los que impiden el crecimiento económico, la generación de empleos y la paz social. Los citadinos vivimos acorralados. En este mismo espacio mencionamos ayer que días antes un sindicato, permeado por un conocido grupo de delincuencia organizada, ahorcó materialmente la capital con cerca de veinte bloqueos.

En días pasados se anunció que habría una suma de varios millones de pesos para fortalecer el sistema de seguridad en varios municipios. Y el gobierno estatal también recibe recursos para consolidar y avituallar a las corporaciones policiales con armamento moderno, nuevas patrullas, equipos de inteligencia. Pero no. Nadie sabe en qué se invierten esos millones, pues lo único que trasciende es que no hay recursos para viáticos, gasolina, unidades nuevas, etc. Es más, se ha mencionado que inclusive esos recursos millonarios se han tenido que devolver a la Federación ante la incapacidad de la dependencia responsable, la Secretaría de Seguridad Pública, para poder justificar las erogaciones y realizar las adquisiciones correspondientes. El caso es pues, que Oaxaca sigue permeada por una inseguridad aberrante, que pretende justificarse con discursos preñados de demagogia e información torcida. En espacios anteriores mencionamos que sujetos en moto asaltan en diversas colonias de la capital y el área conurbada. Pese a que están identificados nadie los detiene. Siguen su carrera de ilícitos sin que se les aplique la ley. La ciudadanía pues, está en absoluta indefensión, pues en el gobierno estatal todos se lavan las manos.

Curarse en salud

Para justificar la conducta asumida la semana pasada, cuando cercaron materialmente la capital e incluso golpearon a transeúntes que les reclamaron el sitio que le impusieron a la capital, los miembros del Sindicato “Libertad”, han asumido el papel de víctimas. Se dicen perseguidos y en peligro. Lo cierto es que, como se ventiló en algunos medios nacionales, el transporte es sólo una pantalla para proteger ciertos giros no precisamente lícitos. Si el Ejército Mexicano participó en la vigilancia justo cuando camioneros, materialistas, taxistas y moto-taxistas hacían de las suyas, debe ser una señal inequívoca que algo anda mal por ahí y, por tanto, poner sus barbas a remojar. Nada es fortuito en estas circunstancias. Tomar a la ciudadanía como rehén para protestar porque a otro gremio le otorgaron un contrato millonario para construir una plaza comercial, es un error que no se va a enmendar asumiendo posturas de víctimas. Hemos dicho hasta el cansancio que ya es tiempo de que el gobierno estatal asuma su postura como tal y se deje de mesas de diálogo y negociación. Es esa debilidad la que es aprovechada de manera dolosa para poner a la ciudadanía contra la pared.

Tanto “Libertad”, como la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) o la Confederación de Trabajadores de México (CTM), deben medirse con el mismo rasero. Nada de medianías ni favoritismos. Nada de negocios oscuros detrás. Porque eso es lo que la ciudadanía está observando. Que sindicatos de nuevo cuño se están enquistando en Oaxaca con el avieso propósito de ser los únicos beneficiados con contratos de obras y otros. Pero más que operar con complicidades lo que el gobierno de Alejandro Murat debe hacer es meter orden y aplicar la ley sin miramiento alguno. Es justamente ese temor a detener a los operadores de bloqueos y acciones contra la ley, lo que hace que cualquier hijo de vecino se asuma el “perdona-vidas” de los oaxaqueños y haga y deshaga sin recibir castigo. Por ello vemos que grupos de diversa catadura toman casetas de cobro, asaltan a los automovilistas, cierran oficinas o golpean a trabajadores, sin que reciban ni siquiera una pequeña muestra del poder del cual el Estado es el depositario. No son pocas las voces en la entidad que piden a gritos que el Estado intervenga en desalojos de bloqueos. Pero la muestra del temor es que unos sí y otros no.