La patria aquí fue
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La patria aquí fue

 


Desde la raíz del pasado, que no lograron destruir y exterminar, ni el intruso encomendero, ni el latifundista, percibimos las voces que se alzan cada vez más fuerte, reclamando ser escuchadas para trasmitirnos la fuerza necesaria que consolide los rasgos que nos distingan y confirmen como mexicanos.
Los nombres de las calles de la ciudad de Oaxaca son el vínculo con la fama, la gloria y la victoria, con lugares y épocas; las hazañas que evocan forman parte de los rasgos y carácter propio y distintivo que heredamos de nuestros abuelos maternos, los que hicieron la historia hace casi ocho mil años, cultos, sabios y poderosos.
Una metrópoli, Huaxyacac; lo sabemos, tiene palacios, templos, plazas, mercados, cuarteles, casas, jardines y calles, por supuesto. Estas calles en la ciudad de Huaxyacac, que ya existía antes de la invasión, tenían dos ejes principales: uno de oriente a poniente y otro de norte a sur. Sus nombres: México, Tehuantepeque, Tuotlin y otras cuatro calles que se mencionan como colindancias en las actas de cabildo; tenían el ancho de dos lanzas.
Estos datos están asentados en las actas de cabildo del 24 de julio de 1529, redactadas por el español Francisco de Herrera, escribano real.
En nuestros días, los nombres de las calles son conocidos por la masa popular, el pueblo, como un punto de referencia. Como el nombre del lugar en donde viven o a dónde van a trabajar o a divertirse y sin saber por qué, llaman a las calles: Armenta y López, Tinoco y Palacios.
Deben ser conocidos y admirados por sus hazañas y virtudes: José María Armenta y Miguel López; Felipe Tinoco y José Palacios.
El sargento José María Armenta, nació en 1775 en Cacalote, sujeto al pueblo de Puruándiro, Valladolid (hoy Morelia, Michoacán), de oficio sastre, casado con María Regina Parra.
Sentenciado a muerte por la Real Sala, por ser emisario insurgente.
Fue fusilado a las 12 horas del 31 de diciembre de 1810, en el atrio del templo de el Carmen Alto, su cadáver fue colgado a la horca y después le cortaron la cabeza, los brazos y las piernas, que se exhibieron en parajes públicos fuera de la ciudad; el troco fue enterrado en el convento de El Carmen.
El coronel Miguel López, nació en 1772 en Cacalote, sujeto al pueblo de Puruándiro, Valladolid (hoy Morelia, Michoacán), de oficio arriero, casado con María Salvadora Díaz.
Felipe Tinoco y José Palacios conspiraron en 1811 en el ex-convento de la Concepción, unidos al padre Ordóñez elaboraron un plan de Revolución.
Los juzgó y sentenció a muerte, Bernardino Bonavia, Auditor de Guerra. El padre Ordóñez pudo defenderse. Palacios se volvió loco y aún así, junto con Tinoco, fueron fusilados en la plaza del mercado el 25 de septiembre de 1811.
El sitio corresponde en la actualidad al no. 214 de la calle de Las Casas, en la mitad de la pared sur de la Casa Fuerte. Tinoco y Palacios fueron decapitados y colocadas sus cabezas en la vía pública.
Cuando Morelos ocupó Oaxaca en 1812, mandó recoger los fragmentos de los cuerpos de Armenta y López, así como los de Tinoco y Palacios.
Los restos de los héroes fueron depositados en una caja forrada con raso negro y adornada con lujo. En la noche del 3 de diciembre de 1812, todas las campanas de los templos de la ciudad comenzaron a tocar a duelo. Al día siguiente, desde las seis de la mañana se dijeron misas de réquiem.
A las 8 de la mañana, Morelos, acompañado de los militares de más alta graduación, del ayuntamiento, del cabildo eclesiástico y de una multitud de particulares, condujo, del Carmen Alto a la Catedral, la caja conteniendo los restos de los cuatro héroes, misma que fue recibida por el cura de El Sagrario. Morelos ocupó su sitial y las autoridades civiles y militares sus sillones y escaños.
Concluida la misa fúnebre, el ataúd fue paseado solemnemente por los cuatro portales de la Plaza de Armas; al salir del Portal de Clavería, la comitiva entró a la Catedral por la puerta sur. Los restos fueron inhumados en una de sus capillas. (Gay, José Antonio, Historia de Oaxaca, Editorial Porrúa, México, 1982).
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