II Informe de Gobierno
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Editorial

II Informe de Gobierno

 


De conformidad con lo que dispone nuestro marco normativo vigente, hoy el gobernador del Estado deberá entregar ante el Congreso local, el documento que contiene el II Informe de su gestión al frente del Poder Ejecutivo. En dicho documento dará cuenta de la situación que guarda la administración pública a su cargo; de lo que se ha logrado avanzar durante un año de gestión, así como de los pendientes que habrá que cubrir en el futuro. Sin duda, el informe contendrá asimismo un apéndice estadístico en donde con cifras, gráficas e infografía, plasme de manera puntual, los avances o retrocesos en los diversos rubros que están bajo su mando, una vez entregado el poder emanado de las urnas. Fotografías y material gráfico, así como el anexo económico, se pondrá a disposición de los y las diputadas para su análisis y escrutinio. El ejecutivo estatal, Alejandro Murat, rendirá hoy mismo, con ese motivo, un mensaje al pueblo oaxaqueño, evento que está programado para llevarse a cabo en el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, ubicado en jurisdicción de Santa Lucía del Camino.

Sin embargo, la crítica se ha volcado duramente sobre Murat Hinojosa. En efecto, a dos años de distancia, no se percibe por ningún lado la huella del cambio, del desarrollo y de los resultados ofrecidos en campaña. Rubros como gobernabilidad, seguridad, educación, salud, el campo, la energía, parecen estar estancados y sin salir del marasmo. La protesta social se ha exacerbado, por un lado, por la voracidad de los dirigentes y, por la otra, por los engaños oficiales. Más de 2 mil manifestaciones se han registrado este año, al menos la mitad traducida en bloqueos carreteros, oficinas o vialidades. En el rubro de la seguridad, poco hay que decir, además de lo que mucho hemos abordado en este espacio: es impresionante el mapa de criminalidad que padecemos en Oaxaca, de lo que los responsables del área correspondiente poco quieren saber y menor informar. Uno de los rubros que más preocupan a la ciudadanía es el de salud, que ha tomado virajes inéditos. Existen pues más dudas que certezas, pues en el imaginario colectivo el equipo de gobierno se ha dedicado más a frivolidades que a gobernar y mantener el timón. He ahí el por qué la entidad sigue como en el pasado: un paraíso de impunidad, desorden e ingobernabilidad, pero además, como una cueva de corrupción y desvío de recursos.

Lacerante corrupción

Existe preocupación entre la ciudadanía oaxaqueña por el estigma que se nos ha acuñado en los últimos tiempos: el de corruptos. Diversos organismos dedicados a la investigación y la medición de incidencias sobre la corrupción aportan día a día más datos sobre el manejo turbio e ilícito del dinero público. El Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), nos tiene en la mira. Por ejemplo, el pasado martes terminó sus funciones la LXIII Legislatura del Estado. Sin embargo, dejó para el futuro, una imagen deplorable, de decadencia, inmoral y cínica, respecto al manejo opaco y discrecional de los recursos que en su momento deberían haber sido destinados al apoyo a los damnificados por los sismos de 2017 en el Istmo de Tehuantepec. Por supuesto que no es lo único. Gastaron mucho más de los 600 millones de pesos que se autorizaron –al igual que la anterior legislatura- como presupuesto. Es increíble que a cada diputado de los 42 que conforman la Cámara local, les haya correspondido al menos 17 millones de pesos. Esta situación no debe ocurrir en Oaxaca. El estigma de corrupción viene acompañado del de impunidad. Esta dupla hace un cóctel letal, que el pueblo ya no asimila con facilidad.

Pero hay algo que ha molestado a la opinión pública. Y es la existencia ya de organismos locales, como el Comité Estatal de Combate a la Corrupción y la creación de la Fiscalía Anticorrupción, que son simples membretes, pues carecen de estructura, de presupuesto, de voluntad política para actuar. Llama la atención la última, pues luego de constantes y recurrentes declaraciones del titular, Jorge Emilio Iruegas, se ha desdorado por completo, pues en lugar de analizar los expedientes y disponer del poco personal de que dispone para investigar la corrupción, se desplaza por la ciudad con una ostentosa escolta, emulando a funcionarios del pasado, que la sociedad oaxaqueña abomina. A ello hay que agregar la recurrente política de no rendir cuentas de parte de áreas del ejecutivo y seguir en la opacidad y nula transparencia. Esto implica que desde la cúpula no existe el menor interés en que el pueblo sepa en qué se gasta y cuáles son los resultados. Desde ahí empieza el mal ejemplo. Es increíble que el gobierno haya caído en sólo dos años, 27 lugares en los índices de transparencia a nivel nacional, habiéndose ubicado, aún en los peores tiempos del gobierno de Gabino Cué en segundo lugar.