La Guelaguetza hoy
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Editorial

La Guelaguetza hoy

 


Hoy se celebra en el imponente auditorio del Cerro de “El Fortín”, La tradicional Guelaguetza, nuestra fiesta máxima, llena de colorido y de folklore. Durante todo el mes de julio hemos estado de fiesta, la cual termina, justamente, con la Octava de dicha celebración. La Guelaguetza, antes conocida como los Lunes del Cerro, fue creada por un grupo de entusiastas oaxaqueños que en 1932 quisieron hacer un reconocimiento a nuestras raíces indígenas y diversidad etnolingüística. Así nació el llamado “Homenaje Racial”, que en un recorrido de más de ochenta años ha tenido mutaciones, pero las cuales conservan sólo un distintivo: es un espectáculo único y excepcional. Desde hace al menos diez años sólo se celebraba por la mañana, los dos lunes posteriores al 18 de julio, aniversario de la muerte de Don Benito Juárez. Sin embargo, la cantidad de visitantes que se quedaba sin admirar esta fiesta del folklore, obligó a las autoridades a realizar una emisión más por la tarde. Para quienes conocen a fondo la tradición oaxaqueña, La Guelaguetza es el encuentro de razas y la identidad nuestra; es la fiesta de la hermandad entre todos los grupos étnicos que habitan la entidad.

Los bailes, bautizos y mayordomías que se han elegido para presentarse hoy por la mañana y tarde, fueron debidamente seleccionados por el llamado Comité de Autenticidad, que no pocas veces ha estado sometido a críticas. Es importante subrayar que en el entorno de nuestra fiesta máxima, Oaxaca presenta a propios, nacionales y extranjeros, un abanico de ferias, conciertos, espectáculos culturales y exposiciones. Se busca, aunque haya grupos y organizaciones que se encargan cada año de torpedear dicho festejo, de mostrar a México y al mundo todo lo que este estado puede aportar. No obstante –como ya lo hemos comentado en este mismo espacio- hay quienes se empeñan en mostrar la cara más negativa de Oaxaca. El mejor ejemplo es el sitio que han impuesto al Centro Histórico grupos de vividores y gana-panes, que aprovechan esta temporada para extorsionar a las autoridades con exigencias monetarias. No obstante, es impresionante el colorido de la fiesta de estos días. El sábado pasado, miles y miles de personas abarrotaron las céntricas calles de la capital para disfrutar el único y excepcional desfile de las delegaciones participantes en La Guelaguetza, que hoy en día y como siempre, es un imán indiscutible que exhibe nuestra riqueza cultural.

Evitar abusos

Con la llegada de la temporada vacacional de julio, llega también la etapa de abusos de parte de algunos prestadores de servicios turísticos. Es lamentable que no exista como anteriormente, un área normativa dentro del mismo sector turismo, que sancione este tipo de prácticas, sin embargo, las organizaciones, asociaciones y cámaras –como siempre hemos insistido- pueden hacer mucho para crear consciencia en sus agremiados, a fin de evitar seguir matando a la gallina de los huevos de oro. No son pocas las quejas de hoteles que se anuncian en internet como lo mejor y al llegar el visitante se encuentra con problemas de limpieza, seguridad, cobros excesivos y otros pecadillos, que para quienes prestan el servicio pueden pasar con total impunidad. Los hay que no respetan las reservaciones; que tampoco lo hacen con el precio, dado que si hay alta demanda simplemente la otorgan a quien pague más. Hay en este sector cierta tendencia al paternalismo. Muchos quieren que el gobierno les proporcione todo. Solicitar una cotización de precios y disponibilidad, es para los administradores o propietarios, pecatta minutta. Lo más grave es que siempre se quejan de la poca afluencia o de lo poco que obtuvieron en determinada temporada.

En restaurantes y servicios de transporte, los abusos están a la orden del día. Sitios donde se expende comida cuyos precios no se muestran al público o con el ardid de que es comida prehispánica, cobran como si fueran euros. Ya hemos mencionado un conocido sitio de comida en la Villa de Zaachila, en donde el plato de mole cuesta 400 pesos. Dicen que es de guajolote, pero es de pollo. Ahí empieza el engaño a los visitantes del país o el extranjero. No existe la ética y la vocación de servir y cuidar a la llamada industria sin chimeneas que es el sustento de miles. En otros establecimientos se utiliza el ardid de pasar sólo la cuenta sin desglose alguno, ocultando cobros excesivos o abusando de la buena fe del consumidor. El turismo europeo y norteamericano, es normal que paguen sus cuentas separadas aunque viajen en grupo. Ello parece ser una gran molestia para ciertos propietarios o administradores de restaurantes, habida cuenta de que cualquier intento de hurto será descubierto. En Oaxaca se requiere crear consciencia de lo que implica la industria turística. No es fortuito que seamos sólo un destino de paso y no de permanencia, si quienes tienen en sus manos la atención se encargan de ser los principales detractores.