Día de las parteras Iluminar como un sol
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Día de las parteras Iluminar como un sol

 


Para alcanzar el éxito en el renacimiento de cada día se requiere de la esencia, de lo mejor de cada uno de nosotros; reinventémonos a cada instante, seamos mejores, seamos un ejemplo.
Como seres humanos seamos extraordinarios; nuestra vida es una suma de valores. Alimentamos nuestro cuerpo cuando menos tres veces al día, debemos alimentar en todo momento nuestro espíritu. Debemos creer en nosotros mismos.
“No tener alegrías frívolas. Cuando se conoce lo que debe alegrarnos verdaderamente, cuando no hacemos de otro el árbitro de nuestra dicha, le escribe Séneca a Lucilio, y continúa: Aprende a regocijarte… quiero que la alegría no te falte, quiero hacértela íntima, doméstica por decirlo así, y lo será si anida en el corazón. El hombre feliz es el que ríe. El alma es la que ha de estar gozosa, llena de confianza, inalterable y superior a los acontecimientos.”
Cuando alguien les encargue un asunto; cuando se les ocurra una idea o tengan algún pendiente; cuando se comprometan o prometan algo, resuélvanlo con diligencia; jamás expliquen cómo fue que no lo hicieron; debemos tener la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, es decidir, por fin, tomar el mundo con nuestras propias manos.
Para construir una nación debemos dar individualmente lo mejor de nosotros mismos a la persona que tenemos enfrente, en el momento en que la tenemos enfrente, porque tal vez nunca la volvamos a ver.
La vida siempre es la esperanza de un futuro mejor, un rayo de luz que debe iluminar como un sol, una oportunidad para ser mejores en lo que hacen. Deben definir de manera clara, breve y sencilla qué es lo que quieren de la vida y a partir de este momento sabrán que camino deben seguir.
La vida es la suma de muchas oportunidades y el éxito o el fracaso depende del uso que le demos a cada una; es esencial que las percibamos, pero principalmente que las aprovechemos; que hagamos algo con nuestra vida, que cambiemos permanentemente para mejorarla.
Escuchamos expresiones como: Vi la luz o me llegó la luz o recibí la luz, con las que dan a entender que percibieron el momento en que cambió su vida.
Juárez, el hombre, encontró su momento de transición en Guelatao; huérfano, analfabeta, pobre, aparentemente sin esperanza presiente que más allá de la laguna, de la choza, del río, de sus cerros debe haber otro pueblo, otra nación, otro mundo que ver, conocer, defender, transformar y consolidar.
En esta alma serrana el presentimiento se convierte en pensamiento y el pensamiento en acción. Con la bendición de sus abuelos viaja a Oaxaca acompañando a unos mineros y a partir de éste momento sus limitaciones son su oportunidad.
Viviendo en Oaxaca, seguramente en una caballeriza, un corredor o tal vez en una choza iluminada con un hachón de ocote, un mechero de petróleo o una vela, y fuera de sus horas de trabajo, no duerme; se prepara, se transforma, crece para conducir a la República y pasar a la historia.
Este es un ejemplo claro de lo que se logra con la fuerza de voluntad, consciente del momento que estamos viviendo y de la misión que debemos cumplir. Por nuestro bien y el de la familia debemos saber qué queremos, cuál es nuestro objetivo y encaminar todas nuestras acciones hacía su logro.
Una vez encontrado el camino nos obligamos voluntariamente a compartir con los demás la parte de verdad que vayamos alcanzando; a contribuir en la medida de nuestros conocimientos al bienestar de los demás; no tiene caso pasar por este mundo sin dar sabor a nuestra vida y a la de los demás. Vivir sin pensar, y peor aún, sin actuar; sin provocar resultados, sin aportar nada de nada a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Vivir así es un desperdicio.
La calidad profesional no solo se debe tener, se debe demostrar; el principal enemigo del hombre es él mismo, seamos leales con nosotros, con nuestra familia y con nuestro trabajo; el ejercicio profesional implica el compromiso de ser integro, capaz, propositivo.
Sepamos de una vez por todas quienes somos, de dónde vinimos y hacia dónde vamos. Gnothiseautom decían los griegos y los romanos: nosce te ipsum; conócete a ti mismo. Conócete a ti mismo y mejórate.
Debemos ser diferentes en lo que hacemos; pensar y actuar de manera estratégica; conservar nuestra ventaja competitiva, construir sobre valores sólidos aprendidos en la familia, fortalecidos en las aulas y trasmitidos en el ejercicio profesional.
La lealtad debe ser uno de nuestros valores más arraigados; lealtad hacia los oaxaqueños, y hacía las oaxaqueñas, por supuesto. Para bien de todos en 2009 sigue siendo la mujer, quién más, el eje central de la casa y ahora también del negocio.
Lealtad hacia la tierra que nos vio nacer, en dónde trabajan, de dónde viven; lealtad hacia los negocios y empresas públicas y privadas, pequeñas y grandes.
Los oaxaqueños tenemos la fortuna de contar con uno de los mejores climas del mundo; un Centro Histórico y una ciudad que es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Nos deleitamos con una gastronomía reconocida mundialmente, el Top Chef México es el oaxaqueño Rodolfo Castellanos; tenemos tradiciones, costumbres, arte popular; disfrutamos de recursos naturales como el árbol de El Tule, las playas de Huatulco y Puerto Escondido; zonas arqueológicas dignas de ser conocidas y admiradas por el turismo más exigente; contamos con una red carretera que comunica a todos los puntos del interior del estado, con la capital del país y otros estados.
“Yo te conjuro a tomar el único camino que puede conducirte a la felicidad; no vaciles en rechazar, en despreciar, todos los bienes que brillan con luz prestada; no busques otra dicha que la verdadera y goza de ella como de cosa propia.”
La estrategia es ser congruente con nuestras palabras, con los valores que vamos aprendiendo y que debemos poner en práctica para que sean útiles a la humanidad, a la familia y a nosotros mismos.