La euforia electoral
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Opinión

Editorial

La euforia electoral

 


En Oaxaca nadie habla de otro tema que no sea la política y las cuestiones electorales. Cada partido político o coalición de partidos hace sus registros y dispone las candidaturas que consideran prudentes sus dirigentes y operadores, lo mismo para las diputaciones federales que locales o municipales. Sin embargo, en las elecciones que se llevarán a cabo el primero de julio, las más competitivas de la historia dicen los expertos, lo que el pueblo requiere son candidatos limpios y competitivos, no más ciudadanos con mala fama y estigmatizados por malos manejos, corrupción o señalados por su mala actuación. No se ha acabado de entender, al menos en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que el ciudadano común desea ver otras caras no las mismas de siempre, que van de la diputación local a la federal o viceversa, o de una de ambas a las presidencias municipales. Pretender reciclar los mismos vicios es una aberración que no debe repetirse. Partidos políticos o coaliciones que lo hagan, no hay duda que recibirán duros reveses electorales. Caras nuevas, limpias, jóvenes o viejas pero impolutas, es lo que la gente anhela para que sean sus legítimos representantes.

Pero también se están dando otros vicios y malas acciones. Algunos de los operadores políticos de partidos y coaliciones siguen empeñados en sacar raja económica de los procesos electorales y de la selección de candidatos. En el PRI se ha dado la venta burda de candidaturas. Dicho esquema lo habría copiado con creces el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). No hay que soslayar que hay algo que la ciudadanía ya no tolera y es el brinco de un partido a otro, de parte de actores que por años e incluso décadas, militaron en un determinado partido y al no ser tomados en cuenta otra vez, han tomado el camino fácil de la tránsfuga. Traidores y trapecistas están siendo estigmatizados por la misma sociedad y los votantes potenciales. Y es que se han perdido valores y principios, los mismos que hoy siguen siendo en una sociedad conservadora como la nuestra, los pilares de la congruencia política. La plataforma de declaración de principios que antes daba vida a la ideología de quienes participaban con los colores de los diversos partidos políticos, ha quedado en el rincón de los trebejos, dando lugar a un pragmatismo burdo y corriente. Casos como éstos serán abundantes en la próxima contienda electoral del mes de julio.

¿Qué pasa con la seguridad?

La semana anterior hicimos mención de algunos casos que han crispado los ánimos en la sociedad oaxaqueña. Uno de ellos fue el asesinato en populosa colonia de la capital de doctor Luis José Larumbe. Pero la cadena de crímenes que se dieron en esos días fue brutal. Entre ella, hay que subrayar el asesinato de dos mujeres: una en Santiago Jamiltepec y otra en San Juan Bautista Tuxtepec. No podía faltar en este escenario, los ajustes de cuentas entre grupos que han vivido en eterno conflicto: nos referimos al atentado que sufrieron dos militantes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), originarios de Constancia del Rosario. En la costa oaxaqueña, hay que destacar el asesinato del médico Teodoro Ortiz Barragán, propietario de un paraje denominado “Las cascadas de Copalitilla”. Tampoco se puede ignorar que el miércoles de la misma semana anterior, dos miembros del Comisariado de Bienes Comunales de Jamiltepec, fueron asesinados en la carretera 190, en el tramo entre Huajuapan de León y la capital. Este mapa criminal no es parte de coyunturas políticas ni casuales, sino que se han hecho ya comunes en la entidad, haciendo de Oaxaca una de las entidades más violentas del país.

De seguir las cosas como están, sin que el aparato oficial de seguridad ponga en marcha mecanismos u operativos, en poco tiempo estaremos igual o peor que entidades como Guerrero o Michoacán. No hay que ignorar que en la zona de la Cuenca se ha convertido en tiradero de cadáveres de la delincuencia que anda por Veracruz como “Pedro por su casa”. Ahí se han cometido los crímenes más aberrantes que suele cometer la delincuencia organizada. Cadáveres desmembrados tirados en bolsa; cabezas humanas desprendidas del tronco y otros ilícitos, producto de criminales sádicos y enfermos. En los Valles Centrales como ya lo hemos dicho, no nos hemos escapado de acciones criminales y violentas. La misma ciudad ha sido escenario de ejecuciones y asesinatos a plena luz del día. Pero tal pareciera que aquí no pasa nada. Sorprenden las cuentas alegres de los mandos policiales, cuando la sociedad observa y pondera la limitada acción gubernamental en materia de seguridad. Hace falta mucho por hacer sin duda alguna, más en ese rubro que otorga confianza de la ciudadanía en su gobierno. El país y el estado, no es un secreto, está lacerado por los criminales que siguen diezmando a la sociedad.