Adultos mayores, entre la indiferencia y la marginación
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Adultos mayores, entre la indiferencia y la marginación

En su juventud consiguieron lo necesario para el hogar, ahora deben conseguir lo necesario para vivir.


Adultos mayores, entre la indiferencia  y la marginación | El Imparcial de Oaxaca

La mayoría de las veces les duele el cuerpo; a veces más la espalda que las piernas. Los cinco ganan apenas para el pasaje y lo que les alcance para comida, ya sea por la venta de paletas de “a peso” o la propina que algunos dejan por sus servicios.

Algunos apenas tienen seguridad social, alguna pensión o un recurso que les llegue de manera mensual por algún programa estatal o federal, que les alivia un poco los dolores físicos y del alma que les ha dejado el tiempo.

Los años que laboraron desde jóvenes, como albañiles, costurera, cargador y chofer apenas les permitieron comprar lo necesario para el hogar, la alimentación de los hijos y las necesidades básicas.

Ellos nacieron y crecieron en un estado que a la fecha se ubica en las segunda entidad del país con mayor pobreza laboral, solo después de Chiapas, de acuerdo a los últimos registros del Colectivo de investigadores “México ¿Cómo vamos?”.

Adolfo, Leonardo, Benjamín y Julio, crecieron en hogares donde apenas podían acceder a alimentos y difícilmente a niveles educativos más allá de la primaria o secundaria.

Adolfo
Originario de Tuxtepec y con 79 años de edad, don Adolfo se muestra desconfiado con quienes se le acercan para platicar.

Cuenta que hace un año, mientras vendía dulces en la calle, una camioneta detuvo su camino a unos pasos de él, cuyo conductor quiso convencerlo para subir a la unidad con la promesa de un trabajo.

El miedo y un presentimiento le impidieron subir al vehículo, luego de que el hombre se negara a decirle cuánto le iba a pagar y qué trabajo tendría que realizar.

“Solo me dijo que me subiera y que después verían para qué me ocupaban”, relata.

El hombre de avanzada edad sabe de los peligros que corre todos los días cuando sale de su casa a vender paletas de caramelo, para no ser “una carga para los parientes” o sentir pena por pedir dinero.

Cuenta que llegó a la ciudad de Oaxaca hace más de dos años (no recuerda bien), porque pensó que encontraría mayores oportunidades de trabajo a su avanzada edad, pero no fue así.

Dice que no tiene un lugar fijo para pasar la noche. “A veces me quedo con unos parientes y otras con otros”, dice el hombre de avanzada edad que hace cuatro años dejó de trabajar como albañil porque ya nadie, ni él, querían correr riesgos por alguna caída o desmayo durante el trabajo.

Don Adolfo no tiene beneficio de algún programa estatal o federal, y la vez que quiso solicitarlo, le pedían documentos que no tenía o que regresara otro día, lo cual lo obligaba a gastar todo lo que ganaba en la venta de paletas, que no eran más de 30 pesos.

Leonardo y Benjamín
Ambos trabajan como “cerillos” en conocido centro comercial, donde apenas ganan 50 pesos en propinas “si bien les va”. Uno laboró por años como cargador en la Central de Abasto y otro como chofer por más de dos décadas.

Los dos, uno de 75 y otro de 80 años, aseguran que lo que ganan en propinas apenas les alcanza para la comida y medicinas. A uno se le hinchan los pies y sufre de dolores constantes, a otro la espalda le duele todo el tiempo, “por la edad”, dice.
Ninguno está afiliado a ningún programa y el censo que anunció el Gobierno federal no ha llegado a incorporarlos para recibir un apoyo bimestral que requieren para comida y medicinas, que son su prioridad.

Leonardo vive con sus hijos, pero ninguno le ofrece dinero para sus gastos.

“Por eso decidí buscar por mi propia cuenta, no quiero sentirme como una carga”, dice.

Mientras, Benjamín, vive solo con su esposa, a quien tampoco han censado y se encuentra enferma desde hace un año.

Leonardo, de Pueblo Nuevo, y Benjamín, del Centro de la ciudad, se cansan después de 20 minutos de estar parados. Se turnan para acomodar productos en los carritos del centro comercial donde laboran, donde apenas les dan uno o dos pesos como agradecimiento.

Julio
De 94 años de edad, don Julio apenas puede moverse; camina encorvado y avanza una calle en 15 minutos porque no puede ir más rápido.

Hace dos años murió su esposa, que lo acompañaba cuando decidía salir a caminar. Ahora lo hace solo, pero para actividades de limpieza en las banquetas o aceras de las casas vecinas, que le dan trabajo.

Don Julio sale de su casa desde las 7:30 horas para limpiar las hojas que caen de los árboles y ensucian parte de las banquetas de algunos vecinos, que le pagan 100 pesos a la quincena.

Con el palo de la escoba, que le sirve de bastón, camina por la calle del Fraccionamiento Orquídeas de San Jacinto Amilpas, donde barre y a veces recoge basura que algún peatón deja a su paso.

El hombre de avanzada edad asegura que es pensionado, luego de trabajar por años como chofer y trabajador en un hotel, pero apenas le alcanza para el pago de servicios y necesidades básicas.

Hace poco fue censado para su incorporación para el programa de adultos mayores que impulsa el Gobierno federal, con el cual espera recibir el recurso que le ayude en el pago de agua y energía eléctrica, que rebasan los 50 y 400 pesos, respectivamente, pese a que asegura no excederse en el consumo de los mismos.

Don Julio perdió el sentido auditivo del lado izquierdo y apenas logra escuchar del derecho. Asegura que los gastos que él tiene apenas alcanzan y ayudan en los gastos familiares, porque su hija y yerno (con los que vive), también padecen alguna discapacidad. La primera tiene problemas para caminar, mientras que el segundo perdió la vista.

De acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en Oaxaca residen al menos 419 mil adultos mayores, que representan el 10.7% de la población oaxaqueña.

La mayoría presenta algún tipo de discapacidad, como la auditiva, motriz o visual, derivado de la vejez o el descuido en su salud.

Los adultos mayores no encuentran con facilidad un trabajo, porque apenas el 42% de 60 años y más participa económicamente, siendo mayor el porcentaje en hombres como 60.1%, mientras que en mujeres es de 25.9%.