El estudio de excrementos fosilizados y cómo ayuda a comprender civilizaciones antiguas
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El estudio de excrementos fosilizados y cómo ayuda a comprender civilizaciones antiguas

El análisis de las heces no solo muestra aspectos clave sobre la alimentación en una época en la que la humanidad hizo la transición entre la caza y la recolección hacia la agricultura sedentaria.


El estudio de excrementos fosilizados y cómo ayuda a comprender civilizaciones antiguas | El Imparcial de Oaxaca

Donde otros ven solamente excrementos, Piers Mitchel ve pistas sobre la historia de la humanidad.

Mitchel es investigador de la Universidad de Cambridge en Inglaterra y uno de los mayores expertos en coprolitos, excrementos humanos fosilizados.

El científico y sus colegas realizaron un extraordinario hallazgo: deposiciones humanas de ocho mil años de antigüedad encontradas en una aldea neolítica llamada Çatalhöyük, en Turquía.

El análisis de las heces no solo mostró aspectos clave sobre la alimentación en una época en la que la humanidad hizo la transición entre la caza y la recolección hacia la agricultura sedentaria.

El estudio también reveló la presencia de parásitos que afectaron a los habitantes de Çatalhöyük.

“Se ha sugerido que el cambio en el estilo de vida resultó en un cambio similar en los tipos de enfermedades”, señaló Mitchel.

“Como el lugar era uno de los más grandes y densamente poblados de su tiempo, este estudio en Çatalhöyük nos ayuda a entender mejor ese proceso”.

Huevos de lombriz

Los científicos analizaron varios coprolitos así como el suelo contaminado con heces en los sitios de entierro. Los coprolitos datan de entre siete mil 100 y seis mil 150 a.C.

Entre restos de una dieta omnívora rica en vegetales, los investigadores encontraron huevos de lombriz.

“Fue un momento especial identificar los huevos del parásito con más de ocho mil años de antigüedad”, señalo Evelena Anastasiou, coautora del estudio publicado en la revista Antiquity.

Los investigadores hallaron huevos de parásitos intestinales llamados tricocéfalos o gusanos látigo (Trichuris trichiura).

Se trata de la evidencia arqueológica más antigua de infección por parásitos intestinales en el Cercano Oriente.

Los gusanos látigo pueden alcanzar entre 30 y 50 milímetros de longitud. Viven adheridos al intestino grueso donde pueden llegar a poner más de cinco mil huevos al día.

La infección puede causar anemia, enfermedades intestinales y dolor, además de defecaciones con sangre.

Antes del retrete

La aldea de Çatalhöyük es famosa por ser uno de los sitios arqueológicos mejor preservados de su época.

La población de la aldea estaba compuesta por agricultores que cultivaban trigo o centeno, y tenían además ovejas y cabras.

El retrete o inodoro fue inventado en Mesopotamia unos tres mil años después del florecimiento de Çatalhöyük.

Los investigadores creen que los habitantes de la aldea defecaban en montones de basura colectiva.

“Como la escritura se inventó tres mil años después de la época de Çatalhöyük, los habitantes del lugar no pudieron registrar lo que les sucedió durante sus vidas”, afirmó Marissa Ledger, otra de las investigadoras.

“Este trabajo nos permite por primera vez imaginar los síntomas sentidos por algunos colonos prehistóricos que vivían en Çatalhöyük y fueron infectados por este parásito”.

Los científicos quieren ahora hallar y analizar restos similares de los primeros cazadores recolectores, para determinar cómo el cambio en la alimentación y la forma de vida afectó sus infecciones intestinales.


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