Entre libros, la luna blanca de Tiltepec
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Arte y Cultura

Entre libros, la luna blanca de Tiltepec

La historia de oncocercosis que afectara a la comunidad de la Sierra Norte de Oaxaca es abordada en una exposición


Para los pobladores, lo único claro era que se trataba de un castigo divino. Ahora, aquella afrenta la pagaban los más jóvenes. En el Tiltepec de 1925, en medio de las montañas de la Sierra Norte, el general Onofre describe a un pueblo prácticamente ciego. A más de mil 300 metros sobre el nivel del mar, no es hasta la llegada del doctor José Edmundo Larumbe Lozano, en abril de ese año, que el padecimiento comienza a ser estudiado y, más tarde, algunos de sus enfermos a salir de la penumbra. Aunque habrán de transcurrir nueve décadas para erradicar la oncocercosis, el mal que afectó mayormente a las tres zonas del país: la Sierra Norte de Oaxaca, el Socunusco y el alto Chiapas.

CEGUERA DE LOS RÍOS

La historia de la ceguera de los ríos, como se conoce a la oncocercosis, es relatada en una exposición que durante febrero y marzo alberga la Biblioteca Francisco de Burgoa, de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. En ella, titulada La tuna blanca de Tiltepec, el viaje de Larumbe a la Sierra, en plan de vacaciones para la pesca y la cacería, es narrado como el encuentro con una escena inimaginable.

“… la impresión que me causó ese pueblo de Tiltepec, fue terrible: sus moradores, verdaderos espectros ambulantes estaban en su mayoría atacados por la ambliopía, y sus rostros demacrados, sus cuerpos desnutridos y su aspecto exterior desaseado en grado extremo, hacían más impresionante el cuadro”.

En los primeros años de aquella mitad del siglo XX, lo único de lo que se podrá hablar es de la necesidad y urgencia por atender a los enfermos, de estudiarlos. También, de crear una vacuna contra el mal que afecta a los ojos y la piel de quienes son picados por una mosca negra, la que alberga a un parásito (la filaria).

La ceguera de los ríos ha tenido un origen incierto en México (hay quienes dicen que fue traída de África y otros que refieren su existencia a tiempos previos a la llegada de los españoles). Sin embargo, por varios años, sus afectaciones hicieron que varios pobladores de la Sierra Norte de Oaxaca perdieran completamente la vista y con ello una vida condenada a la oscuridad.

“Sería muy doloroso narrar a ustedes las penalidades, los golpes, las caídas y los descalabros que estos infelices han sufrido en una larga y penosa caminata a pié (sic) de más de treinta leguas, por veredas tortuosas y resbaladisas; en pendientes de cuarenta y cinco grados de inclinación, erizadas de piedras, troncos de árboles etc (sic) que chocaban despiadadamente contra los piés (sic) y las tibias de las víctimas”. Con esas palabras, recogidas por el diario El Mercurio, el doctor Larumbe describía el trayecto de seis enfermos de San Miguel Tiltepec, a los que logró llevar a la ciudad de Oaxaca para ser operados, en 1926. En ese año, cuando en noviembre dictó su conferencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, se aproximaba apenas a un caso que ya en 1915 el doctor Rodolfo Robles había descubierto en dos infantes, un niño y una niña.

EL DIAGNÓSTICO

Como se describe en el periódico en esa edición del 26 de noviembre de 1926, Larumbe y el biólogo Isaac Ochoterena llegaban a un diagnóstico que dio pie a las brigadas emprendidas en la década de 1930. Se trataba, como refieren los textos de la exposición, a la oncocercosis.

Es así como las brigadas sanitarias recorren la Sierra Norte del estado, la Chinantla, Valle Nacional y las comunidades de Choápam y Villa Alta, “con el objetivo de establecer las zonas afectadas y erradicar la enfermedad”. Sobre esta etapa, destaca la labor de Francisco Reyes Salgado, “quien dejó una colección integrada por dibujos, mapas, fotografías, estadísticas y apuntes de sus experiencias en las campañas”, refiere la Biblioteca Francisco de Burgoa, de cuyo acervo se desprenden ahora los materiales que conforman la exposición La luna blanca de Tiltepec.

LA COLECCIÓN

En la muestra, se encuentran materiales sobre los trabajos hechos por Larumbe y Reyes Salgado, donados a la biblioteca por los familiares de ambos personajes.

Abierta al público durante febrero y marzo, la exposición se basa en dos acervos, de Larumbe y Reyes Salgado, mismos que conforman la “Colección Oncocercosis”, la primera y que desde noviembre de 2018 puede ser consultada de forma digital en el repositorio de la biblioteca.