Cuatro grandes libros de Anthony Bourdain

Si algo hizo Anthony Bourdain fue llevar la incorrección política y la provocación gastronómica a la televisión. Sus inmersiones en cocinas de medio mundo exhibieron lo mejor y peor del arte de comer y la industria que le rodea. La noticia de su suicidio nos toma por sorpresa y pone fin a la vida de un hombre complejo, contradictorio, temperamental. No cabe duda de que se le va a extrañar por su conocimiento, humor corrosivo y por su muchas veces, incómoda sinceridad. Quienes lo disfrutaron en sus programas, esperen a leer sus libros… son un auténtico festín.

Confesiones de un chef. RBA.

¿Qué sucede en la cocina de los mejores restaurantes? ¿Qué hay detrás de las “sugerencias del chef”? ¿Qué día es conveniente pedir pescado o pescado dentro del menú? Bourdain es implacable y nos dice cosas que preferiríamos no saber. Los entretelones de las parrillas, las cocines y la higiene gastronómica son expuestos en un formato tan descarnado como divertido.

Malos tragos. RBA.

Banquete narrativo sobre sus años de cocina y viajes. Ordenado según los gustos básicos: salado, dulce, ácido, amargo y umami (un término japonés para un gusto que desafía cualquier descripción), esta colección de anécdotas nos muestra no sólo su buen paladar de, sino también su gran sentido de la aventura y su buena escritura.

Viajes de un chef. En búsqueda de la comida perfecta. RBA.

Inspirado por Apocalypse Now, sale de gira rumbo a Saigón presto a conocer especialidades culinarias nada convencionales. Un viaje a la medida de alguien dispuesto a introducirse en los ambientes más sórdidos y exóticos y a probar lo que sea: Vietnam, Camboya, Rusia, Portugal, Marruecos, San Sebastián, al norte del Sahara o México.

En crudo. La cara oculta del mundo de la gastronomía. RBA.

Bourdain nos ofrece una perspectiva privilegiada y actual del mundo de la cocina aderezada con valiosos consejos a la hora de disfrutar de un restaurante, pero también salpimentada con los más curiosos secretos, los más oscuros mecanismos y las más amargas envidias que vertebran el gran circo de los restaurantes. El chef se confirma como un agudo observador y un despiadado crítico que no tiene pelos en la lengua ni compasión con nadie que no la merezca.