Una de las primeras vacunas que nos colocan al nacer es la vacuna de tuberculosis, conocida como BCG, la cual es completamente segura pero que se caracteriza por que deja una peculiar cicatriz de vacuna en el brazo donde se aplicó.
De acuerdo a la Secretaría de Salud, la vacuna BCG se compone de una preparación de bacterias vivas derivadas de un cultivo de bacilos. BCG significa Bacilo de Calmete y Guérin.
¿Por qué tenemos cicatriz de vacuna?
La molestia más común que causa la vacuna contra la tuberculosis en el lugar donde se aplicó es la aparición de un nódulo. Aparece a las dos a cuatro semanas de la vacunación y poco a poco se transforma en una úlcera.
Es completamente normal, no requiere ningún tipo de tratamiento y solo basta con mantenerla limpia.
A la sexta o doceava semana después de la aplicación de la vacuna de tuberculosis, aparecerá una costra que al caerse, dejará la famosa cicatriz de vacuna.
Aunque es una reacción normal, una mala técnica de aplicación puede empeorar la cicatriz y hacerla ver mucho más voluminosa.
Al respecto, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria asegura que algunas reacciones como la cicatrización queloide surgen por esta situación. Este tipo de cicatrices no son peligrosas, pero quedan como un pequeño bulto en la zona y pueden causar incomodidad y problemas de imagen en la persona.
Otra de las reacciones más comunes además de la cicatriz de vacuna BCG, es que pueden inflamarse los ganglios de la axila del mismo lado donde se aplicó la vacuna. Se sentirán con facilidad unas bolitas, pero es normal y la recuperación es espontánea.
Los ganglios inflamados no requieren de una cirugía o tratamiento, se quitarán solos con el paso de los días.
Es importante destacar que aplicarse esta vacuna es fundamental para prevenir la tuberculosis, una enfermedad infecciosa potencialmente grave que daña los pulmones y puede contagiarse con facilidad a través de gotas de saliva.
La vacuna protege contra las formas graves de tuberculosis pediátrica no pulmonar, como la meningitis tuberculosa. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que contra la tuberculosis pulmonar en adultos es poco confiable.
Aunque, si puede proteger contra los daños ya que es probable que hospedes la bacteria pero que no expreses la enfermedad porque tus defensas lo impiden.
Casos en los que no debe aplicarse la vacuna
Los niños que presenten alergias a algún componente de la vacuna por ningún motivo deben tenerla.
También debe evitarse en niños enfermos o con fiebre mayor a 38°.
Si hay una lesión en la piel debe evaluarse la aplicación de la vacuna o posponerla hasta que la piel se recupere.
Enfermemos de leucemia, SIDA y cáncer o en tratamiento inmunosopresor tampoco deben aplicársela.
Los bebés con peso menor de dos kilogramos al nacer tampoco son candidatos, aunque una vez que rebasen ese peso se pueden vacunar.