¿Qué pasa en mi cuerpo si tengo antojo de chocolate todos los días?
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Salud

¿Qué pasa en mi cuerpo si tengo antojo de chocolate todos los días?

Se trata de una señal con la que tu cuerpo te está advirtiendo sobre una importante deficiencia que podría poner en riesgo tu salud


¿Qué pasa en mi cuerpo si tengo antojo de chocolate todos los días? | El Imparcial de Oaxaca

El chocolate es uno de los alimentos más deliciosos y su popularidad a nivel mundial lo convierte en la opción perfecta para un postre, para cumplir un antojo o para complementar un platillo. Por supuesto, cualquier momento es bueno para comerlo, aunque la recomendación es optar por aquellos bajos en azúcares y ricos en cocoa para cuidar nuestra salud; sin embargo, hay algo que debes de saber y que afecta a muchas personas al presentarse como un simple antojo.

Aunque los antojos son comunes y normales, cuando son muy frecuentes podrían alertarnos sobre nuestro estado de salud, como es el caso del chocolate y es que aquellas personas que constantemente sienten el deseo que comer este alimento podrían ser una forma de sustituir algunos nutrientes que el cuerpo necesita y que está pidiendo a gritos. De ahí la importancia de llevar una correcta alimentación y rica en diversos grupos alimenticios, pues las deficiencias nutricionales pueden causar graves problemas.

¿Se te antoja? (Foto: Pexels)

¿Qué significa tener antojo de chocolate?

La sensación inicia en el paladar con unas ganas inexplicables de meterse a la boca un trozo de chocolate, además que en el pensamiento se mantiene presente la acción y tras cumplir este deseo el malestar parece haber llegado a su fin; cuando se trata de un antojo ocasional no es  señal de alerta, pero cuando se presenta todos los días hay que prestar atención y buscar atención médica para recibir una diagnóstico personalizado.

Y es que los expertos explican que estas ganas insaciables de comer este delicioso alimento están asociadas con una deficiencia de vitamina B, así como de magnesio y ácidos grasos, por lo que cambios en la dieta diaria pueden mostrar una enorme mejoría y además representa una forma más saludable de alimentarse. Por supuesto, el asesoramiento médico es esencial para lograr cubrir las necesidades alimenticias de las formas correctas.

Las personas con deficiencia de vitamina B, en especial la B12 pueden desarrollar anemia; mientras que de otros tipos pueden llegar a afectar el correcto funcionamiento de los músculos, daño en la piel, uñas y cabello, así como en una desregulación de glóbulos rojos, por señalar algunos casos.

Por otro lado, el magnesio es el encargado de al menos 300 reacciones bioquímicas en el cuerpo, según MedlinePlus y no tener las cantidades necesarias de este mineral pueden ocasionar problemas en el corazón, huesos e incluso un desajuste en los niveles de glucosa en la sangre. En cuanto a una baja ingesta de ácidos grasos, el cuerpo puede presentar una piel áspera, escamosa y en algunos casos erupción cutánea, enrojecimiento, hinchazón y picazón.

Así puedes sustituir tu antojo por el chocolate

Como habrás notado, las consecuencias de una deficiencia de vitaminas, minerales y otros nutrientes puede causar problemas en tu salud y es por ello que hay que atender las necesidades del organismo cuanto antes. Nuestra recomendación es consultar a un profesional de la salud que te oriente según tu caso, en especial si ya tienes otras enfermedades de importancia que se deban considerar.

A pesar de ello, existe una larga y variada lista de alimentos vegetales y animales que puedes comer en tu dieta diaria y que también pueden convertirse en el reemplazo más saludable a un trazo de chocolate. Entre ellos destacan:

  • Vitamina B: frutos secos, legumbres, vísceras, huevo, pescados y lácteos.
  • Magnesio: plátanos, albaricoques, aguacates, almendras y anacardos, guisantes y leguminosas, así como granos enteros.
  • Ácidos grasos: pescados y mariscos, además de linaza, chía y nueces negras, huevos, yogurt, jugos, leche y bebidas de soya.