Con el rostro marcado por el dolor y los ojos al borde del llanto, la familia de la activista Sandra Domínguez Kisha confirmó públicamente lo que temían desde hace más de seis meses: su hija, hermana, amiga y compañera fue encontrada sin vida en una fosa clandestina en el estado de Veracruz, junto a su esposo Alexander Hernández.
EL POSICIONAMIENTO
Acompañadas por defensoras de Consorcio Oaxaca y por integrantes de la Corriente del Pueblo Sol Rojo, la madre de Sandra, Aracely Martínez, y sus hermanas, Kenia y Kisha Domínguez, ofrecieron una conferencia de prensa en la que combinaron el agradecimiento a la solidaridad social con una crítica contundente al papel del Estado en la desaparición y el hallazgo de la joven defensora ayuujk.
“Sandra ya está en casa, pero no como soñábamos. Después de 206 días de angustia, noches interminables y de una lucha inalcanzable para exigir su regreso. Hoy, con el corazón desgarrado, confirmamos que hemos encontrado a Sandra. No fue el final que soñábamos, pero al fin descansará entre quienes la amamos profundamente”, expresó con voz entrecortada una de sus hermanas.
EL LEGADO DE UNA DEFENSORA SILENCIADA
Sandra Domínguez fue reconocida por su lucha por los derechos de las mujeres indígenas, por denunciar sin titubeos la violencia institucional y las redes de explotación. Su activismo la colocó en la mira de intereses poderosos que hoy, según sus familiares y colectivos, deben ser investigados.
“Denunció con valentía la participación de funcionarios locales y estatales en grupos de WhatsApp, donde se difundían imágenes de mujeres indígenas en situaciones de vulnerabilidad. Exhibió lo que muchos intentaron ocultar”, afirmaron.
La familia subrayó que Sandra fue una mujer que no calló, que sostuvo, acompañó y defendió a mujeres en riesgo cuando otros decidieron mirar hacia otro lado.
OMISIÓN INSTITUCIONAL, OTRO ROSTRO DE LA VIOLENCIA
El hallazgo del cuerpo de Sandra no cierra el caso. De hecho, abre nuevas preguntas y sospechas. Durante la conferencia, las hermanas Domínguez y las organizaciones presentes fueron enfáticas al denunciar la omisión del Estado como una forma de violencia.
“El caso de Sandra es un reflejo doloroso y contundente de la realidad que enfrentamos en el país. Sin la exigencia de la sociedad, no hay compromiso real del Estado. La omisión institucional también mata. La indiferencia es otra forma de violencia”, sentenciaron.
En ese mismo sentido, subrayaron que el hallazgo no fue una concesión del gobierno, sino resultado de la presión constante, de las colectivas, medios, comunidades y personas que no se rindieron.
“Solo a través de la exigencia y la presión hay esperanzas de localizar a nuestros seres queridos desaparecidos”.
“YO QUERÍA QUE LA LOCALIZARAN CON VIDA”
El momento más emotivo lo protagonizó la señora Aracely Martínez, madre de Sandra. Quien tomó el micrófono con voz serena y quebrada a la vez:
“Yo esperaba que mi hija apareciera con vida, pero desafortunadamente no fue así. Lo importante es que ahora mi hija ya está en Oaxaca. Y que las madres buscadoras no se desesperen, con la fe de Dios todo se puede”.
Agradeció a todas las personas que las acompañaron en la búsqueda. “Gracias a todos”, repitió varias veces con sencillez devastadora.
LO QUE SIGUE: HOMENAJE Y EXIGENCIA
La familia informó que este martes se llevará a cabo la vela en la funeraria Núñez Banuet. E invitaron a quienes deseen acompañarles a honrar la vida de Sandra. El miércoles se realizará un homenaje póstumo. Donde se recordará su labor como defensora de los derechos humanos.
Además, anunciaron que en los próximos días ofrecerán una nueva conferencia de prensa para compartir detalles del caso, ya que el expediente sigue abierto y queda mucho por esclarecer: ¿quiénes participaron en su desaparición?, ¿por qué fue asesinada?, ¿cuáles fueron las omisiones del Estado?
“Hoy con Sandra en casa levantamos la voz más fuerte que nunca. Exigimos un compromiso verdadero, no solo leyes escritas, sino acciones contundentes y efectivas”, reclamaron.
Finalmente, la historia de Sandra Domínguez no es solo un caso más de violencia. Es una denuncia viva contra un sistema que sigue fallando a quienes luchan por la vida y la dignidad. Su voz fue silenciada, pero su nombre sigue gritando justicia.