La tranquilidad de la capital michoacana fue quebrada por un hecho que ha estremecido a la opinión pública: los cuerpos sin vida de dos hermanos menores de edad fueron localizados dentro de una habitación del Hotel Campestre Torreblanca, en el municipio de Morelia. Las víctimas, identificadas como Daniel A.F. (10 años) y Jorge A.F. (12 años), fallecieron a causa de asfixia mecánica por obstrucción de las vías respiratorias, según confirmaron los peritajes forenses.
El doble infanticidio, cuya autoría aún no ha sido determinada, fue descubierto luego de que el personal del hotel reportara irregularidades en el pago de la habitación alquilada desde el 13 de junio. Al ingresar al cuarto, los empleados encontraron a los menores recostados sobre la cama, sin signos vitales.
LA MADRE, LOCALIZADA CON HERIDAS EN OTRO HOTEL
En el desarrollo de las diligencias, la Fiscalía General del Estado (FGE) informó que la madre de los niños, identificada como Ana Christian F.N., fue hallada en otro hotel de la ciudad con lesiones punzocortantes en el antebrazo. Las autoridades indicaron que las heridas parecen autoinfligidas. Y fue necesaria su atención médica inmediata. Fue trasladada a un hospital donde permanece bajo observación.
Aunque las circunstancias que rodean el caso han generado fuertes sospechas sobre su posible responsabilidad, hasta ahora no se ha emitido ninguna orden de aprehensión en su contra. La FGE ha reiterado que la investigación se encuentra en curso y se analiza su posible implicación.
“¿QUIÉN MATÓ A LOS DOS NIÑOS DE MORELIA?”
Esa es la pregunta que flota con fuerza en redes sociales y medios locales. Mientras el caso suma elementos aún sin esclarecer. De acuerdo con el boletín oficial, Ana Christian F.N. fue la persona que rentó la habitación donde los niños fueron hallados. Pero, habría dejado de pagar después de algunos días. Su paradero fue rastreado tras descubrirse el crimen. Lo que permitió su localización herida en otro establecimiento.
El cuarto del hotel permanece bajo resguardo de las autoridades. Donde se realizan análisis químicos, pruebas de mecánica de hechos y recolección de evidencias para esclarecer lo ocurrido.
LA INVESTIGACIÓN EN MANOS DE LA FISCALÍA DE FEMINICIDIOS
Los cuerpos de Daniel y Jorge fueron entregados por sus familiares a la Fiscalía Especializada en Feminicidios, que coadyuva en las diligencias para deslindar responsabilidades. Aunque el caso no está tipificado como feminicidio. Dicha unidad especializada también participa cuando se trata de crímenes contra menores y personas en situación de vulnerabilidad, como en este caso.
La participación de esta Fiscalía podría ser un indicio de la gravedad y complejidad del caso, en el que se barajan diversas hipótesis, incluidas las de violencia familiar, trastornos psicológicos o abandono institucional.
CRÍTICAS A LA LENTITUD DE LA INVESTIGACIÓN
Diversos sectores sociales y organizaciones defensoras de derechos de la infancia han exigido claridad, justicia y transparencia en las investigaciones. También han cuestionado la falta de una actuación más expedita de las autoridades para esclarecer la muerte de los niños y deslindar responsabilidades.
“No basta con custodiar un hotel o emitir boletines. La sociedad exige respuestas claras sobre qué pasó con estos dos menores y por qué murieron en condiciones tan violentas”, expresó una vocera del Observatorio Ciudadano de Justicia para la Niñez.
UN CASO QUE REFLEJA FALLAS SISTÉMICAS
El asesinato de Daniel y Jorge no solo consterna por su brutalidad, sino que pone sobre la mesa las fallas estructurales en la protección de la infancia en México. La aparente soledad en la que vivían, la falta de seguimiento a su situación familiar y el contexto de vulnerabilidad en el que ocurrieron los hechos son elementos que deberían motivar una revisión institucional profunda.
El caso permanece abierto y, por ahora, el dolor y el silencio son las únicas certezas. La justicia, aún distante, es exigida por una sociedad que no puede permitir que la muerte de dos niños quede impune.