Ezra Alfonso C. G. no logró prender su cigarro. Acababa de salir de la miscelánea Angelique en la Unidad Habitacional Ricardo Flores Magón cuando recibió el primer impacto de bala. Siguieron otros cinco en ráfaga.
Eran las 21:20 del viernes cuando fue asesinado el ex escolta de Arturo Peimbert Calvo, cuando éste era fiscal general de Oaxaca. Su acompañante logró escapar del ataque armado.
Unos minutos antes se entretuvo a saludar al chofer de un camión urbano, mientras su acompañante entraba a la miscelánea, al que alcanzó en pocos segundos.
– ¿Un cigarrín?, le preguntó su acompañante.
– Sí, cómprate dos. Y agregó: Y un refresco, ¿no?
Al salir, la quietud de la noche en la avenida Central Oriente Poniente del Infonavit Ricardo Flores Magón se vio truncada en un instante. Dos jóvenes aguardaban en la penumbra montados en una motocicleta deportiva negra con blanca y rayas rojas. Los disparos, como ráfagas, rompieron la quietud de la noche. Ezra Alfonso cayó, su compañero huyó despavorido, y los sicarios se tambalearon en la moto.
Era una noche como cualquier otra en la Unidad Habitacional, donde las luces titilaban y los vecinos acudían a los comercios abiertos para buscar qué cenar. El destino de Ezra Alfonso se entrelazó con el camino de la muerte en la esquina de la avenida Central Oriente Poniente y la Norte Sur, donde los ecos de la tragedia resonarían por muchas horas.
El estruendo del motor y el chirrido de los neumáticos sobre el asfalto marcaban su partida, llevándose consigo la verdad oculta tras sus rostros escondidos tras cascos negros. El arma, una pieza calibre 9 milímetros, había dejado su huella.
Los sicarios, vestidos con pantalón de mezclilla negra, uno con playera del mismo color y otro con playera blanca, ocultos con la indiferencia de la noche, se desvanecieron rumbo a la colonia Siete Regiones, dejando atrás solo preguntas sin respuestas.
Vecinos, incrédulos ante el sonido de las balas, se preguntaban si eran cohetes cuando descubrieron lo ocurrido, por lo que empezaron a llamar de inmediato al número de emergencia 911.
Las voces informaban sobre un hombre caído, un cuerpo inerte marcado por el impacto de los proyectiles. La Policía Municipal, diligente, llegó en pocos minutos y acordonó la escena.
Sobre el asfalto, atrás de una camioneta estacionada, quedó Ezra Alfonso, tirado boca abajo, quien vestía pantalón de mezclilla azul y una camisa blanca con rayas azules y rojas, mocasines rojos, mientras la sangre empezaba a formar un hilo hacia la banqueta.
Minutos después llegaron paramédicos de Bomberos, quienes confirmaron que el hombre, al que le calcularon 44 años de edad, había muerto tras recibir seis disparos en el tórax.
Las noticias corren rápido, se escucharon las cortinas de algunos negocios que se cerraban, los curiosos que pretendían acercarse.
– Lo siento, no puedes pasar.
– Pero si vivo en esta cuadra.
Pronto, familiares y amigos de Ezra Alfonso llegaron a la escena. Lloraron y se sentaron a esperar mientras agentes estatales de investigaciones iniciaban las primeras diligencias.
En tanto, en la Unidad Habitacional, el eco de los disparos resonaba en el silencio.
Del crimen tomó conocimiento la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) la cual, a través de sus peritos, realizó el levantamiento del cuerpo para su traslado al Servicio Médico Forense (Semefo) Dr. Luis Mendoza Canseco de San Bartolo Coyotepec en espera de ser identificado.
Sin embargo, se dice que este estaba involucrado en delitos de alto impacto según vecinos.
