La desesperación y la incertidumbre crecen en la Sierra Mixe tras la desaparición de Iker Iván Marcelino González, un niño de apenas un año y medio de edad, visto por última vez el pasado 5 de junio en la región limítrofe entre Santa María Alotepec y San Juan Cotzocón.
A pesar de los días transcurridos, el menor no ha sido localizado, lo que ha encendido las alarmas entre familiares, pobladores y equipos de búsqueda. El caso ha generado una movilización sin precedentes en la zona, con despliegues en áreas de difícil acceso y el uso de herramientas especializadas, como un binomio canino.
Zonas difíciles y ayuda comunitaria: el terreno complica la búsqueda
El territorio donde se perdió el rastro de Iker es uno de los más intrincados de la región oaxaqueña. Se trata de una zona montañosa y selvática, lo que ha dificultado notablemente las labores de rastreo.
En un esfuerzo por ampliar las posibilidades de localización, se ha integrado un binomio canino de búsqueda y rescate. Además, se han desplegado brigadas especializadas en áreas estratégicas, priorizando los puntos de acceso limitado.
La búsqueda ha contado también con la participación activa y voluntaria de familiares del niño, así como de habitantes de las comunidades cercanas, quienes se han unido al operativo con esperanza y determinación.
Un llamado a la colaboración ciudadana
Ante la gravedad del caso y el paso de los días sin resultados, se ha hecho un llamado urgente a la ciudadanía para difundir la cédula de búsqueda de Iker y, en caso de contar con información, comunicarse de forma anónima al 951 531 4801 o al correo electrónico [email protected].
La difusión oportuna, especialmente en comunidades vecinas y zonas rurales, podría ser crucial para dar con el paradero del menor.
Una desaparición que no puede pasar desapercibida
Aunque la coordinación entre instituciones, autoridades locales y ciudadanos ha sido ejemplar, la desaparición de Iker revela nuevamente la fragilidad de las infancias en contextos rurales. Donde la orografía, el aislamiento y la limitada presencia institucional agravan cualquier emergencia.
No se ha dado a conocer aún si se investiga alguna línea relacionada con posibles delitos o accidentes, pero la falta de claridad genera creciente inquietud entre los habitantes.
Casos como este subrayan la urgencia de contar con protocolos de reacción inmediata en zonas rurales. Incluyendo más personal capacitado, equipos tecnológicos y acceso a información georreferenciada.
¿Qué falla cuando desaparece un niño?
La desaparición de un niño no puede considerarse un hecho aislado ni una simple tragedia familiar. Es un fracaso del sistema de protección y un llamado a revisar las condiciones que permiten que menores desaparezcan sin que existan mecanismos inmediatos de alerta, búsqueda y acompañamiento psicológico para sus familias.
Finalmente, el caso de Iker exige una búsqueda implacable, pero también debe abrir la conversación sobre cómo proteger mejor a los más vulnerables, especialmente en regiones donde las instituciones llegan tarde o no llegan.