La agente que sobresale en un mundo machista
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La agente que sobresale en un mundo machista

“Me duele cada feminicidio”, confiesa comandante de la AEI


La agente que sobresale en un mundo machista | El Imparcial de Oaxaca

Destacar en una labor en la que prevalece el estereotipo machista, fue uno de los mayores retos que superó Elizabeth Torija Hernández, comandante la Unidad Especializada en Investigación de Feminicidios, de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI).

Ingresó en mayo de 1994, cuando la corporación se llamaba Policía Judicial. Desde un principio comenzó por enfrentar la dificultad de pertenecer a la institución, por ser mujer. La mayoría de sus compañero, hombres, con mentalidad machista y misógina le hacían cometarios agresivos, como el de “la mujer debe estar en casa embarazada, atendiendo al marido”.

Se tuvo que acostumbrar a la rudeza de sus colegas, por ejemplo, cuando salían a algún operativo, la mayoría de ellos se conducían sin tacto y sin el menor pudor, delante de ella se bajaban los pantalones para hacer sus necesidades fisiológicas, lo que era incomodo y complicado.

A las mujeres de su corporación que participaban en las actividades, las sometían a rudas pruebas, en vez de ir en las cabinas de las camionetas, las mandaban a las bateas. Tenían que caminar largas jornadas entre el monte al ritmo de los hombres, en ocasiones, les hacían bromas pesadas y les metían piedras en sus mochilas para que pesaran más y les costara trabajo la caminata.

“En ese entonces no se conocía mucho de productos para la higiene íntima de la mujer, no podías decirles a tus compañeros que te esperaran para hacer tus necesidades fisiológicas, era campo libre y tenían que adecuarte a las condiciones…fueron tiempos muy difíciles, pero el ego de empoderarte y decir sí puedo, no me tengo que quedar atrás y debes aguantar, me ayudó”, refiere la ahora comandante.

Confiesa que también tuvo aliados. Compañeros que la ayudaban y la cuidaban en los operativos, cuando tenía que bañarse o cambiarse la ropa, “un 20 por ciento de los compañeros, quizá nos ayudaban. Como mujeres, tuvimos que ir ganando terreno”.

Elizabeth imagina que a los hombres de la corporación tal vez les daba miedo ser desbancados. Trataban de imponer que ellos eran los que mandaban, los únicos autorizados y capaces de manejar una camioneta o portar armas.

“Sufrimos muchas limitaciones. Nos asignaban los servicios más pesados para tratar de desesperarnos. Nos mandaban por ejemplo a la región de Los Loxicha, una de las más violentas. Nos daban la guardia de una a tres de la madrugada, mientras ellos dormían”.

Recuerda como aliado a Consuelo, El Chelito, como le decían. Quien las acompañaba envuelto en su cobija, para la guardia nocturna.

“Muchas veces lloré a escondidas y en silencio. Cuando iba a dormir o iba al baño. No quería que nadie me viera llorar o demostrar debilidad”.

Esas experiencias forjaron su carácter. Cambió, peleó y se aferró. Torija Hernández refiere, “acá no se puede ser débil, si eres frágil te quiebras, aquí debes fortalecerte y crear tu propia armadura”.

Muchos años de servicio, sacrificios y experiencia dieron fruto. Ahora, “han reconocido mi trabajo. Como mujer tenemos muchas capacidades y pocas oportunidades de ocupar puestos importantes. A las mujeres nos cuesta el doble de trabajo escalar, aunque tengas gran capacidad”, asentó la comandante.
En esta ocasión lloró nuevamente, pero esta vez de felicidad, emocionada porque le reconocieron su trabajo.

SÓLIDA FIGURA PATERNA

Reconoce el enorme trabajo que realizó su padre para inculcarle valores humanos y darle una educación para el bien común.
“No tengo nada en contra de los hombres. Mi papá trabajó mucho para alimentarnos. Nos dio todo a mis hermanos y a mí, más que nos quedamos sin mamá muy pequeños”.

Elizabeth siempre ha tenido que enfrentar sacrificios, por su trabajo, en un principio no llegaba temprano a casa. Muchas veces falló a los festejos del 10 de mayo, sin embargo, se dormía a las 3:00 de la madrugada por preparar la ropa que pedían para dichas festividades.

Un día, uno de sus hijos sí le reclamó y le dijo que se había esmerado en aprenderse la poesía que declamaría en su honor, pero al presentarla la buscó entre las butacas y no la vio, lo que hizo hacerlo sentirlo triste.

Sin embargo, al pasar los años y ya en la adolescencia, la fueron entendiendo. Ahora sus vástagos le expresan su admiración, ya que los sacó adelante sola. Pues al divorciarse, cargó ella sola con la responsabilidad, sin el apoyo de su exesposo.

“Ahora me piden perdón por los reproches que me hacían, me dicen que hice la diferencia trabajando y sacándolos adelante. Mis hijos son abogados”, menciona la comandante.

“Mi hija ya se casó. Uno de mis hijos ingresó a la AEI” y aunque ella no estuvo de acuerdo, él le dijo que le siguió los pasos porque la admira.
“Si algún día me pasa algo, jamás te sientas responsable. Es una decisión que tomé y voy hacer lo mejor, servir a la sociedad como tú lo has hecho. Es lo que me dijo”, narra la entrevistada.

La primera gran responsabilidad dentro de la institución impartidora de justicia de Torija Hernández, fue hacerse cargo de una Unidad de Investigaciones en Homicidios: “Tuve que recorrer un largo camino para llegar a ese encargo”.

Su siguiente cargo fue en el Grupo de Género y así siguió escalando. Un procurador que analizó su perfil, la seleccionó para mandarla a diplomados y cursos. Se siguió capacitando y en julio de 2013 se crea la Unidad de Feminicidio, en la que quedó al frente.

“Trato de dar la mejor atención a las víctimas, tener empatía, sensibilidad para darles el apoyo y atención necesarios, sobre todo, tener paciencia para hacer una buena investigación, porque no es nada más traer testigos. Trato a las personas como me gustaría que me trataran”.

REMEMORA SU PROPIO CASO

“A mí me asesinaron a mi madre. Me duele. Como hija me duele por lo que pasó mi padre. Me duele recordar el rostro de una persona que imploró justicia, que hizo hasta lo imposible y tuvo que vender todo lo que tenía para alcanzarla, sin embargo, el deleito quedó impune”, narra asomándoseles las lágrimas en los ojos.

“Me duele. Tal vez creas que al trabajar trató de hacerle justicia a mi madre y no, a lo mejor es para hacerle justicia a un sola persona, que es mi padre, porque él jamás volvió a ser el mismo”, continúa.

“El daño colateral es terrible. Mi papá gozaba de un buen matrimonio. Estaba enamorado de mi mamá y la asesinaron. No se me olvida su rostro, sentado en una banqueta llorando”.

A raíz del asesinato de su progenitora, su padre enfermó, “eso lo quebró. Tuvimos que echarle muchas ganas. Mi papá se quedó sin dinero al buscar justicia. Después nos dijo que Dios se encargaría y yo sentí que se había vuelto conformista, pero, se había vuelto más humano, siempre nos decía que teníamos que ayudar y hacer el bien”.

Aunque en el caso del asesinato de su madre, lograron obtener la orden de aprehensión, no detuvieron al culpable, éste escapó y la orden prescribió. Ya pasaron más de 30 años y no se hizo justicia.

“Cuando tú conoces de frente el dolor, la falta de interés y de sensibilidad de las autoridades, trabajas distinto; en cada feminicidio me pongo en el lugar de las víctimas y asumo su dolor como propio, porque ya lo viví”.

PIDE ALTO AL AMARILLISMO

La comandante hizo un llamado a los medios de comunicación, para que entiendan el dolor de las víctimas.

“Reconozco que muchas veces nos han apoyado a esclarecer crímenes, porque hay temas en que es necesaria la intervención de la prensa. Como sociedad debemos poner un granito de arena y dejar de ser amarillistas”, indicó.

Exhortó a no perder esa sensibilidad y pensar en los familiares que ven publicados a sus seres queridos muertos, generándoles un inmenso dolor.
Contó que de los crímenes que le han asignado, ha logrado esclarecer un 88 por ciento, reconoce que otros casos han sido más lentos.

“No tenemos una bola de cristal, hacemos mucho con lo poco que tenemos, por otro lado, la sociedad es muy pasiva, con la falta de cultura de la denuncia”.

Recriminó que en algunas poblaciones, por sus usos y costumbres, se oponen al trabajo que realizamos como agentes, lo que entorpece la investigación.
“Muchas personas tienen cámaras de video en sus casas y nos pueden ayudar. Pero, persiste muchos gentes egoístas, que al solicitarles el apoyo no comentan que sus cámaras son para ellos y no para los demás”.

UNA EXPERIENCIA CRUDA EN SU LABOR

Aunque cada experiencia es relevante, hay una en especial que la marcó de por vida. Se trata de una niña que asesinaron en Xoxo.

Estudiaba secundaria y por sus buenas calificaciones la seleccionaron, en ese entonces, para ir a desayunar con el presidente Vicente Fox, “era una niña de 10, excelente, originaria de Loxicha, una niña muy sencilla. Quería ayudar a otras dos compañeras a estudiar”.

El pecado de esa niña fue salir de su lugar de origen. Fue criada por su abuela y era muy inocente. Al realizar las investigaciones tuvo que leer su diario. En donde la pequeña escribió que quería ser maestra y volver a su pueblo para enseñarles a leer a otras niñas y pudieran salir de la pobreza extrema.

“Me dolió leerlo. La nena tuvo una muerte horrible. La violaron. Su cuerpo presentaba huellas de tortura. Le fracturaron la mandíbula. La golpearon horrible. Su cuerpo fue vejado. Le mordieron el pecho. Me dolió que una niña tan inteligente y con tan buenas intenciones, tuviera un final triste y cruel. Sólo tenía 13 años”, relató Elizabeth nuevamente a punto del llanto.

Lamentó que algunos medios manejen mucho el amarillismo y revictimicen a las víctimas, además que den información errónea, “en este caso algunos medios manejaron como que la niña era chola, que fumaba mariguana. Se deben hacer a un lado todos los estereotipos, los estigmas e investigar bien para no errar en la información que se brinda”.

Ese crimen, ocurrido en el 2011, Torija Hernández logró esclarecerlo en el 2013. Se detuvieron a tres de los cuatro imputados. Uno de ellos menor de edad.
“Ante este tipo de hechos, te preguntas, por qué la humanidad se está perdiendo, por qué la sociedad es tan pasiva, tan permisiva, por qué si somos testigos, no ayudamos. Mucho critican a la Policía o al Gobierno, pero aquí somos todos y si todos pusiéramos un granito de arena, haríamos la diferencia”, asentó la bogada.

La comandante se siente triste con la violencia desmesurada que se vive actualmente y refiere, “duele, siempre esperamos que alguien haga algo y mientras esperamos, esto sigue avanzando, nos seguimos perdiendo, perdemos grandes seres humanos que pudieron dar mucho a la sociedad. Es algo que en verdad me duele y hay que actuar”.


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