Gobernar es comunicar

• Mano negra en caravana migratoria
•PRI reconoce opacidad como causa de derrota

Sin duda la irrupción de los medios digitales, ha cambiado la forma en que la sociedad se nutre de información; uno de los grandes retos que hoy vivimos los comunicadores, es el establecer una estrategia adecuada que permita comunicar acertadamente.
Gobernar es transmitir información; hoy en día no basta que los servidores públicos hagan bien su trabajo. El comunicar afirmativamente, es parte de la función que les ha sido encomendada. La comunicación digital vino a revolucionar la forma de interactuar y establecer canales de comunicación con la sociedad.
A lo largo de poco más de tres décadas, y desde distintas instancias tanto públicas como privadas, me ha tocado encabezar distintas estrategias de comunicación, incorporando el uso de las nuevas tecnologías de la información. Estoy convencido de que nuestra labor, debe partir de hacer una alianza con los medios de comunicación, considerándolos aliados estratégicos, y nunca enemigos públicos como los llegan a catalogar algunos funcionarios.
Si bien en los medios digitales y las redes sociales se lucha contra la falta de precisión y la difusión de información sin fundamento, son los medios tradicionales a quienes debemos fortalecer con investigaciones periodísticas bien sustentadas, que permitan establecer objetivamente la realidad de los hechos y las acciones emprendidas en cada tema. La única forma de contrarrestar las injurias o la mala información que surge en los medios digitales, es fortaleciendo la profesionalización de quiénes ejercen el periodismo, así como estableciendo desde las áreas de comunicación, los canales adecuados para difundir la información oficial, que genera una entidad pública o privada.
Tómelo con interés.- Por más de una década, después del verano y previo a las festividades navideñas, cientos de madres centroamericanas han organizado una caravana, que venía a México con el propósito de localizar a familiares que, durante el verano, se aventuraron en busca del sueño americano, y que después de algunos meses no habían sido localizados.
Entre 2008 y 2012, me tocó estar relacionado con los temas migratorios, al formar parte del Instituto Nacional de Migración. En ese periodo a la caravana se le brindaba protección en apego al respeto a los derechos humanos; las madres visitaban las estaciones migratorias y los albergues de migrantes, en los que fuimos testigos de algunos reencuentros entre familias.
A lo largo de esos cuatro años, si bien los centroamericanos siempre han aspirado a buscar mejores condiciones de vida, en Norteamérica (México, Estados Unidos y Canadá), eran pocos los que solicitaban refugio o asilo en nuestro país, la finalidad de la caravana era meramente de reencontrar familiares, y poder regresar a su país para celebrar el fin de año.
En la caravana participaban entre 200 y 400 personas, nada que ver con el escenario que vivimos en éste 2018, en el que la caravana se integra por más de 6 mil centroamericanos, de los que más de 1 mil ya han presentado solicitud de refugio ante el Instituto Nacional de Migración. Sin duda hay una mano negra que ha promovido e impulsado la participación; lo sorprendente es el anuncio del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que México está en condiciones de brindar trabajo a los migrantes centroamericanos, que soliciten refugio en México.
Tómelo con atención.- Esta semana la dirigente nacional del PRI, la diputada Claudia Ruiz Massieu, reconoció que el solapar y no proceder contra ex gobernadores y funcionarios corruptos, ha sido la causa de la derrota de su partido en el proceso electoral del 2018.
La legisladora reconoció que el no actuar con transparencia, y aplicar las sanciones en tiempo y forma, tuvieron un costo elevado para su partido. Y sí, cuando analizamos que de nada sirvió suspender derechos partidarios a Javier Duarte o Roberto Borge; y peor aún que en el caso de Cesar Duarte, les temblara tanto la mano, al grado de que a estas fechas aún no se le suspenden sus derechos; de tal forma el Revolucionario Institucional está muerto, y alguien no se atreve a decirle a su dirigente que no hay nada más qué hacer.
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