La relación entre la Presidencia de la República y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), cada vez es más tensa y amenaza con desbordarse. La propia Claudia Sheinbaum Pardo acusó a la disidencia de antidemocrática, de afectar a la ciudadanía, dejar sin clases a 1.2 millones de alumnos y de actuar en contra del pueblo, al tratar de boicotear la elección judicial.
Tras dejar en claro que no está dispuesta a reunirse con ellos, la Mandataria reprochó la falta de disposición al diálogo de los docentes con la mesa instalada por las secretarías de Gobernación, Educación y Hacienda. Y comparó las posiciones adoptadas por la CNTE con los argumentos usados por la derecha y los conservadores para descalificar al Gobierno federal.
Ante los llamados de la disidencia magisterial para actuar contra la jornada electoral del domingo primero de junio, hoy argumentan que son como un llamado para actuar contra el pueblo. Ahora resulta que su demanda es igual a la del conservadurismo, boicotear la elección al Poder Judicial, o sea, en contra del pueblo, porque no es en contra de la presidenta o de Morena, no, es en contra del pueblo de México, dijo Sheinbaum.
La relación entre la CNTE y el gobierno federal debe basarse en el diálogo respetuoso y la búsqueda de consensos en favor de la educación pública. Al mismo tiempo, es fundamental avanzar hacia una transformación educativa que garantice calidad, inclusión y equidad, objetivos también compartidos por el Estado.
Para ello, es necesario establecer mesas permanentes de trabajo donde se escuchen las propuestas del magisterio disidente y se construyan soluciones conjuntas. Solo mediante la voluntad política, la escucha activa y el respeto mutuo podremos superar diferencias, fortalecer al sistema educativo y dignificar la labor docente. La conciliación no implica renuncia a principios, sino el reconocimiento de que el interés superior de la niñez mexicana exige unidad de propósito.