Hoy no es 8 de marzo
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Opinión

Sin cuentos chinos

Hoy no es 8 de marzo

 


Ella pensó que iría a una reunión a beber y a pasarla bien con sus amigos. Ella pensó que podía confiar, después de todo él era su familiar. Ella creyó que solo iba a estudiar, nunca creyó que su profesor la empezaría acosar. Hoy no es 8 de marzo ni se conmemora nada que tenga que ver con la lucha en contra de la violencia a la mujer. Hoy es 26 de enero pero también es un excelente día para recordar que aunque la pandemia nos mandó a nuestras casas los machos siguieron libres. 

Hace unos días hablé con Frida, nombre que usaré para mantenerla en el anonimato. Frida fue víctima de violación hace unos cinco meses ya. Era cumpleaños de su mejor amiga y aunque sabía que no debía reunirse con nadie por la emergencia sanitaria, le prometieron que no habría más de cinco personas. Accedió. 

“La verdad estaba muy feliz, era la primera vez que salía desde que había empezado la pandemia”. Serían solo cinco amigos celebrando la vida de su amiga y danzando el reencuentro ¿qué podía salir mal?

Pusieron reguetón y tomaron muchos shots, la pasaban de maravilla. De pronto, la festejada desertó y decidió que ya era hora de irse a dormir. Otros también convino que ya era momento de regresar a casa, por lo que quedaron solo Frida y un par más. “Nos quedamos bailando y cantando. La verdad yo ya estaba muy tomada, pero mi mejor amiga me había dejado quedarme a dormir así que estaba tranquila”. Pasó el tiempo y el grupo de tres se convirtió en dueto, y de pronto Frida y su amigo fueron los únicos ‘sobrevivientes’ de la noche. 

“Él era mi amigo desde hace muchos años pero ese día, supongo que por el alcohol, empezó a ponerse muy raro. Me tocaba mucho y me preguntaba que si nunca nos había imaginado de pareja. Yo me lo tomé a broma”. Pero definitivamente, no fue broma. El último recuerdo de Frida fue haber despedido a su amiga y quedarse con su amigo shoteando y cantando una canción de Luis Miguel ¿Su primer recuerdo del día siguiente? ella en el sillón, desnuda, con un terrible dolor en la entrepierna y con algo de sangre en el sillón. 

Frida tenía 23 años y era ferviente creyente de que el sexo debía significar algo más que solo una banal penetración, por lo que estaba esperando a encontrar a la persona correcta. Ella no lo pidió, mucho menos lo esperó, pero abrir los ojos esa mañana fue darse cuenta que esa ilusión, se le había arrebatado.

“Me desperté y no entendía nada. Fui a buscar a mi mejor amiga a su cuarto y tampoco sabía qué estaba pasado”. Desconcertada, Frida llamó a su ‘amigo’ para preguntarle qué había pasado, a lo que él le contestó que solo se habían divertido. “Cuando lo escuché me puse a llorar, le dije que era un imbécil y que yo no estaba consciente”. El sujeto solo replicaba diciéndole a Frida que no exagerara, que él había usado condón y que la culpa era suya por no haberle avisado que era virgen. “Aparte tú también quisiste” le insistía. “¿Cómo iba a querer si yo estaba ahogada y prácticamente inconsciente?” me decía Frida con la voz quebrada. 

Le dolió que alguien que consideraba su amigo, se convirtiera en su violador, le frustró pensar que de haberse tomado un shot menos, hubiera tenido la consciencia para decirle que no, para empujarlo, para gritar, y aun así Frida no quiso denunciar. “Me aterraba decirle a mi familia. Me sentía estúpida”.

De acuerdo con datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a noviembre de 2020 se registraron 50 mil 111 denuncias de delitos sexuales; de las cuales 15 mil 240 fueron violaciones. Sí, en plena pandemia más de 50 mil mujeres fueron acosadas, abusadas, vulneradas. 

Se ha comprobado que la mayoría de los agresores son personas del círculo cercano de la víctima, por ejemplo, ese amigo que se quedó a cantar Luis Miguel contigo y con el que pensaste que podrías tomar diez botellas de tequila y que tu único temor, sería el dolor de cabeza el día siguiente. Pero vivimos en un país en el que no se sabe nada sobre consentimiento; compartimos suelo con hombres que creen que salir a las calles a exigir nuestro derecho a ser LIBRES, nos convierte en terroristas. 

“No se apaga el fuego con fuego” escuché opinar a varios tras las marchas feministas del año pasado. Me dio risa. Si con nuestro fuego el incendio crece, que crezca. Quizá solo así al gobierno le comience a incomodar la destrucción masiva que están causando las llamas. 

Ser conscientes que esto pasa, y pasa todos los días, no es solo tarea solo del 8 de marzo, sino de todo el año. Por Frida y por todas aquéllas que no quieren hablar pero que saben que ocurrió, usen estas letras de un 26 de enero cualquiera, y conviértanlas en la valentía que necesitaban para hablar, en el empujón que les faltaba para denunciar y en la señal que esperaban para buscar ayuda. 

No importa en qué estado estabas, o si traías vestido o pantalón. La culpa siempre será de ÉL, por no tener la educación, la decencia, el control y el mínimo respeto por un cuerpo que no es y NUNCA, será suyo.