Salomón Jara Cruz, con más ideas progresistas y menos atado a los prejuicios y a los vicios antidemocráticos, resulta alentador para todos los oaxaqueños inmersos en una tremenda crisis multifactorial que a veces no se le encuentra ni pies ni cabeza. El cambio de mentalidad del nuevo gobernador, parece ser una luz que bien podría anunciar, sino el final del túnel, si es señal para renovar el optimismo perdido.
Los primeros frutos son precisamente esa disposición de Salomón Jara, para aceptar cambios que fortalezcan la democracia participativa, que permita mejorar estándares de vida para los ciudadanos. Con esa mentalidad, se debe colocar del lado del pueblo y con sólidos argumentos: técnicos, contables, sociales y políticos, lograr ampliar el presupuesto estatal para beneficio de los oaxaqueños.
Si buscáramos un ejemplo de acciones a favor del pueblo y del Estado, es precisamente la postura razonable y bien fundamentada del gobernador en los pocos días de su gobierno. Ese también es un excelente ejemplo de cómo hacer política de la buena. Es una forma de convertir una victoria electoral en logros tangibles que seguramente harán escuela en bien de todos los oaxaqueños.
Así las cosas, el mote de “rateros” no debe ir más con el nuevo gobierno, y dejar atrás los viejos cartabones que colocaron a los pasados gobiernos, como simples marionetas de los grupos facticos. En lo sucesivo, el gobernador Jara Cruz, podrá recorrer las ocho regiones del estado sin verse obligado a esconderse para no enfrentar los reclamos del pueblo.
El gobierno de Salomón Jara será garante de los históricos anhelos del pueblo que clama una mayor participación del ingreso, mayor equidad en el gasto público, así como una mayor transparencia en la administración de los recursos para recuperar la confianza en los contribuyentes que no sabemos ni en que se gastan nuestros impuestos. La confianza es lo que hará que la base de causantes sea mayor y los que ya pagamos impuestos lo hagamos sin regateos ni cosas chuecas.
La actitud del nuevo gobierno debe convertirse en el principio de una escuela de corresponsabilidad que impulse una nueva relación entre autoridades recaudadoras y los contribuyentes. Una nueva relación basada en la transparencia: la equidad, la legalidad; sin abusos autoritarios ni defraudación fiscal. Solo así los oaxaqueños lograremos construir ese Oaxaca lindo que se nos derrumba entre las manos.
Quien quiera, me podrá acusar de optimista e inclusive de iluso, pero se da el caso que, en lo personal, yo si tengo confianza en los verdaderos cambios políticos y esos cambios tienen como base, el cambio de mentalidad de los actores de la vida pública de nuestro Estado. Ya comentaremos con mayores detalles. Es mi opinión. Y nada más…
