Aislamiento y solidaridad
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Aislamiento y solidaridad

 


Con la aproximación inminente de la fase dos del coronavirus de Wuhan, la tensión crece en todos los sectores de la sociedad.
Durante las próximas horas, los casos de personas infectadas que presentan la sintomatología aumentarán exponencialmente y se comenzarán a detectar casos de personas que contrajeron la enfermedad directamente en el país, en contraposición al conteo de casos de los días pasados en el que se enumeraban mujeres y hombres que habían viajado al extranjero y provenían de destinos con brotes ya bien identificados. Es decir, iniciaremos la etapa de contagio comunitario, la fase dos.
La tipología del virus hace que sea un virus de rápida propagación que, al igual que una gripe, puede velozmente contagiar a una comunidad que comparte espacios. Ante ello, la expansión de los casos a nivel global ha ido en un imparable aumento, mas, caso por caso, podemos ir aprendiendo las lecciones de política pública e higiene individual que nos permitan transitar por esta emergencia sanitaria con los menores impactos posibles.
Aunque se manifiesta el sospechosismo y se reporten fallas en la atención institucional, al menos el representante de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, Christian Morales Furhimann, ha reconocido que las medidas que ha adoptado México ante la pandemia del COVID19 han sido las adecuadas (https://bit.ly/2TQKKJ9) y que las acciones de mayor calado, que ya iniciaron a dictar en el nivel nacional a partir del pasado viernes, se están resguardando para el inicio de esta nueva etapa de contagio local (https://bit.ly/38QEu8v).
Es un hecho, que el sistema de salud del país estaba en crisis desde mucho antes de esta crisis sanitaria, y que con toda certeza no se daría abasto en caso de que se disparen los casos de contagio que se agravan (https://bit.ly/38QEu8v).
Por ello, debemos guardar la calma, evitar tomar decisiones sin sustento y que solamente pueden llegar a complicar una situación que puede ser mucho más manejable.
Las personas debemos ser las primeras en incluir medidas de higiene para nuestro día a día. Ya se sabe que lavarse las manos con agua y jabón, no tocarse la cara, evitar el saludo y contacto físico con otras personas, así como estornudar o toser en la corva del codo y mantener un metro de distancia entre personas son las primeras medidas a realizar.
Las compras de pánico son uno de los enemigos a vencer. De poco servirá contar con un abastecimiento de jabón, gel antibacterial y papel higiénico si el resto de la comunidad no puede acceder a estos productos y multiplicarán los puntos de riesgo de contacto para la persona que acaparó toda la estantería.
Evitar lugares concurridos y el aislacionismo es una buena idea. Teniendo en consideración que la enfermedad se contagia persona a persona, evitar salidas y reuniones no necesarias es clave para disminuir los riesgos.
Las autoridades en todos sus niveles deberán iniciar el establecimiento de protocolos que permitan realizar sus actividades con la mayor seguridad posible, tanto para sus trabajadores como para las personas que acuden para la obtención de bienes y servicios, incluyendo el teletrabajo y la ausencia de personal no indispensable. Asimismo, deben mantener un esquema de comunicación estrecho y evaluar la pertinencia de dictar medidas que controlen en mayor medida el flujo de personas, especialmente en los ámbitos educativos y de prestación de servicios públicos.
El sector privado, también, deberá realizar ajustes importantes, para adecuar sus medidas de higiene y generar planes de sustentabilidad financiera ante una caída en la demanda y el impacto de la macroeconomía en sus finanzas. Para ello, requieren del apoyo de las autoridades fiscales y hacendarias.
Y, finalmente, aquellas personas que tengan sintomatología que coincida con el COVID19 (https://bit.ly/33mFaBo), comunicarse al 800-0044-800 para obtener instrucciones del protocolo a seguir para el diagnóstico del probable caso.
Las entidades gubernamentales no tienen los recursos ni las capacidades institucionales para controlar cada aspecto de la vida individual de la población, por lo que resulta indispensable de la colaboración de todas las personas.
Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra salud, pero también de la salud de nuestra comunidad. Solidaridad, ante todo.