Mientras los actores políticos se enfrascan en debates que priorizan la forma sobre el fondo, persisten en la agenda nacional temas fundamentales que por su impacto estructural no admiten más postergaciones. Vivimos en un país que falla en traducir los discursos en acciones sostenidas. La gobernabilidad efectiva no se mide por slogans, ni por la capacidad de movilizar simpatías, sino por la respuesta concreta a problemas que llevan años lacerando a millones de ciudadanos.
1. Seguridad pública. Uno de los fracasos más evidentes es el de la estrategia de seguridad. A pesar de la creación de la Guardia Nacional y de la militarización de funciones civiles, la violencia no cede. Los homicidios dolosos, las desapariciones y la impunidad siguen marcando la realidad cotidiana de muchas regiones. Lo preocupante no es solo el resultado, sino la falta de voluntad para corregir el rumbo: la evidencia señala que “los abrazos” no han mejorado la seguridad. El caso del Rancho Izaguirre o el asesinato de gente cercana a la jefa de gobierno de la Ciudad de México son un golpe de realidad.
¿Dónde está la reforma integral de las policías locales? ¿Qué pasó con el fortalecimiento de las fiscalías estatales? Sin instituciones civiles fuertes, no hay Estado de derecho posible. Y sin justicia, la paz es una ilusión. La reforma al poder Judicial es solo una ficción con otros fines.
2. Salud: el costo humano de la improvisación. La pandemia dejó al descubierto la fragilidad del sistema de salud mexicano. Sin embargo, en lugar de fortalecerlo, se ha apostado por cambios abruptos y centralistas, como el Insabi o el reciente IMSS-Bienestar, que hasta ahora no han demostrado capacidad operativa real. Mientras tanto, millones de personas carecen de acceso efectivo a medicinas, diagnósticos oportunos o atención especializada.
Urge una política de salud objetiva, con planeación, coordinación entre niveles de gobierno y una visión humanista que priorice a los más vulnerables. Apostar por la salud es invertir en bienestar y productividad.
3. Educación. La educación en México atraviesa una crisis silenciosa. El debate comprende los contenidos ideológicos de los libros de texto, infraestructura deficiente, desigualdad regional, falta de capacitación docente y rezago educativo agravado por la pandemia.
¿Cómo reducir el abandono escolar?, ¿cómo cerrar brechas entre lo rural y lo urbano?, ¿cómo formar ciudadanos críticos capaces de construir un país más justo?, son preguntas que exigen respuestas. Los maestros parecen ser más parte del problema que de la solución.
4. Medio ambiente: el futuro hipotecado. La política ambiental es débil, reactiva y subordinada a intereses económicos. La deforestación avanza, las reservas naturales están desprotegidas, y los megaproyectos como el Tren Maya han sido cuestionados por su impacto ecológico.
Se necesita una política ambiental integral, vinculada al desarrollo regional y con participación de comunidades. No puede haber desarrollo si se destruyen los ecosistemas de los que depende nuestra supervivencia.
5. Justicia social: pobreza y desigualdad en el olvido. A pesar del discurso oficial, los niveles de desigualdad estructural se mantienen prácticamente intactos. Los programas sociales son necesarios, pero no sustituyen una política económica incluyente que genere empleos dignos, promueva la movilidad social y combata la informalidad laboral que afecta a más del 50% de la población.
La justicia social requiere más que transferencias económicas: necesita reformas fiscales progresivas, acceso equitativo a servicios básicos y una política de vivienda que no excluya a los más pobres, pero que no promueva el despojo, ya sea ilegal o legal, como las leyes expropiatorias propuestas en la Ciudad de México.
Lejos de lograr avances en la institucionalidad democrática en México, lo que vemos es un fuerte retroceso, y fallas en su capacidad para resolver problemas estructurales. Un Estado que no garantiza seguridad, salud, educación ni justicia ambiental y social, corre el riesgo de convertirse en una fachada. Es hora de que los actores políticos, desde el gobierno hasta la oposición, dejen de ver la agenda nacional como un campo de batalla para ganar solo en el imaginario colectivo y comiencen a tratarla desde la realidad, como lo es el futuro de más de 130 millones de personas.
El país necesita compromisos cumplidos. México no puede seguir aplazando su futuro.
@aguilargvictorm