Al iniciar mayo, la publicidad no deja espacio vacío en torno al Día de las Madres. Pareciera que la maternidad es un tema agotado, sin embargo, se amplían cada vez más las reflexiones de una de las prácticas sociales que sigue interpelando la subjetividad femenina, dejando de concebir la maternidad como un asunto “natural”, como una experiencia de deseo. Considero éste un ejercicio útil que debiera extenderse entre la ciudadanía en un debate sano y empático.
La filósofa feminista francesa Simone de Beauvoir, plantea que la maternidad es “natural”, porque la cultura patriarcal la naturalizó, instaurando en la psique femenina el ser madre como uno de los pilares de su subjetividad, no así la paternidad, que es un elemento deseable pero no necesariamente constitutivo de la psique masculina. Además, el orden patriarcal asigna un lugar de subordinación y de exclusión de la categoría sujeto social “madre”, al estar desprovista de los recursos y poder asignado al patriarca.
La misma Betty Friedman en La mística de la feminidad señala la idealización y la normalización que se hace del rol de la mujer en términos de autorrealización a partir de la construcción social de ésta como madre, esposa, bondadosa y asexual, características que, según la autora enmascaran su realidad de aislamiento social, expectativas de vida y de autonomía ausentes, resultado todo ello de la sumisión al patriarca.
Pero, ¿qué hay de todo esto en la actualidad, en un mundo globalizado donde las nuevas generaciones millennials están cuestionando y optando por la no maternidad?
Al comenzar la década de los 80, la unión de los movimientos pacifistas, ecologistas y feministas derivó en el ecofeminismo, que resalta la maternidad como fuente de poder, de transformación y paz, incluso como pilar para la construcción de la cultura de paz, ya que el trabajo materno es guiado por la no violencia. Qué oportuno se antoja retomar ese sentido en momentos donde el deterioro del tejido social es caldo de cultivo para nuevos conflictos y violencia.
Estoy convencida, como lo plantean expertas en el tema, que el análisis de la maternidad debe abordarse considerando categorías como clase, sexualidad, espiritualidad, posición política, etc, para rescatar la diferencia, la particularidad y la ambivalencia de la experiencia de ser mujer madre en el mundo contemporáneo.
Es necesario dar paso y escuchar las voces de madres feministas que han colocado en la palestra temas a menudo silenciados e invisibilizados como la infertilidad (vista como un negocio por la industria médico-farmacéutica), el duelo gestacional, la violencia obstétrica, la depresión posparto, la conciliación entre vida personal, profesional y maternaje, la corresponsabilidad en las tares de crianza y cuidado, entre muchos otros. Concienciando al respecto nos será más fácil dejar de criminalizar, aislar y criticar a las mujeres que decidieron no tener hijos, así como apoyar a las que han decidido tenerlos y maternar distinto a lo marcado por la norma social patriarcal, ser mamás desobedientes como lo plantea la escritora Esther Vivas, una crianza en equidad e igualdad, corresponsable.
Esto me lleva a pensar que también resulta urgente desmitificar el concepto de la madre perfecta. Son tantas sus exigencias y variantes, incluso en una misma mujer, según sus contextos, edades y momentos. No son requisitos indispensables la abnegación y el sacrificio feliz, el ser devota, casada, monógama, sin intereses propios.
Ir desechando ideas en torno a esos conceptos tan arraigados permitirá ir acordes con una sociedad que se precie de anhelar el bienestar general, de abonar a la creación de espacios nutricios, sanos y mejores para todas y todos. Es buen momento para avanzar de la reflexión a los hechos, de dar más reconocimiento al trabajo de las madres y menos electrodomésticos como regalo.
Dejo hasta aquí el tema sin omitir que para maternar no es preciso engendrar. Si de felicitar se trata en esta fecha, podríamos hacerlo también con todas aquellas mujeres que han guiado desde la amorosidad la crianza de niñas y niños sin que sean sus hijas e hijos, como las tías, las abuelas o las amigas entrañables. ¡Feliz día a las que maternamos o hemos maternado!