Responsabilidad social en el cuidado del medio ambiente
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Responsabilidad social en el cuidado del medio ambiente

 


Cuidar el planeta era el sueño de una generación de ambientalistas, era un sueño, hasta que la realidad llegó a despertarnos con el calentamiento global, la extinción de múltiples especies, junto a la depredación de lo bello de la naturaleza, entonces supimos que nuestra realidad era un despertar a la preservación de lo que nos rodea y de nosotros mismos.
Reconstruir con suma responsabilidad el planeta es un sueño realizable, en muchas generaciones no supimos preservar la flora y la fauna, los mares, los ríos, las aves del cielo o la misma naturaleza que es la vida misma del planeta.
No supimos valorar nuestros horizontes, hoy tóxicos y llenos de basura, que eliminan la idea de vida en el planeta.
Reconstruir el mundo es nuestra responsabilidad social, debemos pensar y actuar en devolverle al mundo nuevamente su originalidad, es una responsabilidad compartida que debemos asumir como una generación que desea que el medio ambiente sea recuperado en su totalidad.
Sufrimos a la lejanía por los pulmones del mundo, por el Amazonas, su destrucción gradual y los graves incendios de Australia, las islas de basura y desperdicios en playas y zonas vírgenes del mundo, pero no hemos hecho conciencia mundial sobre el florecimiento de nuestra cultura ambiental actuando y protegiendo al planeta.
La Carta de la Tierra es un movimiento global de organizaciones e individuos que avalan la Carta de la Tierra y la utilizan para guiar la transición hacia un mundo más justo, sostenible y pacífico.
Los movimientos juveniles, las manifestaciones de paz y concordia humanas, la preservación del medio ambiente ya es una preocupación universal.
Ningún ser humano puede estar ajeno a la Carta de la Tierra que constituye un referente ético para el desarrollo sustentable. Su contenido coincide con la visión de la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La humanidad entera es responsable por el cambio climático, ante el Protocolo de Kioto, que versa sobre cambio climático, donde se busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta y promover el crecimiento sustentable de los países en desarrollo, no hemos cumplido nuestra entera responsabilidad con el planeta.
Se necesita una mente superior, colectiva responsablemente social para cambiar las condiciones de vida del planeta, ser responsables del vapor de agua, del dióxido de carbono, del metano, del óxido de nitrógeno, de las capas de ozono destruidas.
Es sabido que inicialmente que fue adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero entró en vigor hasta 2005. La decimoctava Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático y se ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto desde enero de 2013 hasta diciembre de 2020.
El protocolo ha logrado:
1. Que los gobiernos suscribientes establezcan leyes y políticas para cumplir sus compromisos ambientales.
2. Que las empresas tengan al medio ambiente en cuenta al tomar decisiones de inversión.
3. Fomentar la creación del mercado del carbono, cuyo fin es lograr la reducción de emisiones al menor costo.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático fue firmada por el Gobierno de México en 1992 y ratificada ante la Organización de las Naciones Unidas en 1993. El protocolo entró en vigor el 16 de febrero de 2005 para las naciones que lo ratificaron, entre ellas México, que lo hizo en el año 2000.
Además de los compromisos de mitigación de los países desarrollados, el Protocolo de Kioto promueve el desarrollo sustentable de los países en desarrollo. México tiene el quinto lugar a nivel mundial en desarrollo de proyectos MDL (Mecanismo para Desarrollo Limpio) en las áreas de recuperación de metano, energías renovables, eficiencia energética, procesos industriales y manejo de desechos, entre otros.
Nuestra responsabilidad es social ante el medio ambiente que nos rodea, nuestros pensamientos limpiaran el planeta, vengo a sembrar la semilla de una inquietud que debe reflejarse en nuestra generación para preservar la vida en el planeta, nuestros actos determinarán el curso de una nueva historia de la humanidad y una nueva vida para el futuro de todas las especies y la vida misma.
Recordemos la carta del Gran Jefe Seattle, de la tribu de los Swamish, a Franklin Pierce, presidente de los Estados Unidos de América en 1854, en donde señaló:
“Enseñen a sus hijos, lo que nuestros hijos ya saben, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la tierra, les ocurrirá también a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo, se están escupiendo así mismos”.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Todas las cosas están ligadas como la sangre que une a una familia. El sufrimiento de la tierra se convertirá en sufrimiento para los hijos de la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, solo es un hilo más de la trama. Lo que hace con la trama se lo está haciendo a sí mismo.
No contaminemos más, no hagamos más edificios de desechos humanos. No caminemos hacia la destrucción, que nuestro futuro encierre la visión del paisaje de las verdes colinas y un cielo limpio, con un enjambre de seres humanos que trabajen día a día como abejas por la preservación de la vida en todas sus formas, así dará inicio otra vez la vida y el inicio de nuestra nueva supervivencia.