Hoy por la noche, los oaxaqueños habremos de festejar uno de los acontecimientos anuales más relevantes en el entorno cultural de la entidad: la tradicional “Noche de Rábanos”. Se trata de un concurso en donde hortelanos y floricultores dan vida a figuras creativas elaboradas con rábanos. Elegir la materia prima es fundamental, por ello, la siembra se debe realizar con varios meses de anticipación para obtener una pieza de tamaño y peso adecuado. La mayoría de los ejemplares que se utilizan llegan a medir 50 centímetros aproximadamente, y tienen un peso de tres kilogramos. Es un evento en donde se puede medir la creatividad de los artesanos y artistas oaxaqueños, cuya riqueza es única y excepcional. Y es que las creaciones que se exhiben incluyen representaciones de figuras humanas, personajes ilustres, animales, nacimientos y tradiciones típicas de la región como la Guelaguetza o la festividad de la Virgen de la Soledad.
Según escritores costumbristas, algunas versiones coindicen en que la idea del citado concurso surgió el 23 de diciembre de 1897, cuando el entonces presidente municipal, Francisco Vasconcelos, organizó la primera exposición después de ver cómo los comerciantes adornaban sus puestos en vísperas de la Navidad. Fue así como una estrategia de venta se convirtió en una tradición. Esta exhibición que dura sólo unas horas reúne a todos los habitantes de la ciudad quienes asisten con la intención de admirar la creatividad de los participantes. Pero también se ha convertido en un importante atractivo turístico para nacionales y extranjeros, algo normal si se parte de la premisa de que es un evento único en su género a nivel mundial.
Es importante mencionar que en el concurso hay variantes, pues no sólo compiten esculturas hechas con esta hortaliza, sino que también participan los trabajos realizados con hoja de maíz seca, conocida como “totomoxtle” o y “flor inmortal”. El evento se lleva a cabo en el zócalo de la capital que, desde primera hora, es cercado prácticamente con vallas de metal, previo desalojo de comerciantes en la vía pública e indígenas triquis que, bajo el argumento de que cuentan con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se han apropiado de los pasillos del Palacio de Gobierno. Ahí han instalado un mercado, hotel, cocina, etc., todo ello ante la apatía de las autoridades estatales para evitar que dicho espacio común sea utilizado en detrimento de la imagen visual del Centro Histórico.
Transístmico: ¿Para cuándo?
En breve se cumplirá un año que el presidente Andrés Manuel López Obrador, en una de sus primeras visitas a territorio oaxaqueño, ofreció de manera formal, la puesta en marcha del Proyecto Interoceánico, que unirá a través de una vía férrea, la Costa del Pacífico con el Golfo de México, es decir, los puertos de Salina Cruz, Oaxaca y Coatzacoalcos, Veracruz. No se trata, desde luego, de un proyecto nuevo o inédito. Dicha vía de comunicación funcionó desde el gobierno del general Porfirio Díaz. Se trata, en otras palabras, de reactivar una vieja vía y modernizarla. Pese a lo que dicho proyecto traería consigo para los istmeños y en general para Oaxaca, existe una gran oposición de parte de organizaciones que dicen defender la lengua y el territorio indígenas.
El pasado fin de semana se realizó la consulta para validar el Tren Maya, que el gobierno federal quiere imponer a trancas y barrancas. Los grupos opositores que, con justa razón argumentan que ello sería fatal para manglares, humedales, especies animales y en general para el entorno natural de la zona, demandan claridad en la famosa consulta, dado que se observaron cuestiones amañadas en el cuestionario para tal efecto. Lo lamentable es que el gobierno de la Cuarta Transformación haya impuesto como una moda la consulta popular que, al parecer no le ha funcionado como esperaba. Hay mucha oposición, como se ha observado con el citado Proyecto Interoceánico. Y dichos grupos opositores que están diseminados en el Istmo, son los mismos que han hecho vivir a las empresas eólicas un infierno.
Ya es común que cada que el tema aparece, de inmediato hay declaraciones oficiales. Sin embargo, siendo prácticos hay que reconocer que no se ha invertido un solo peso ni, mucho menos, se advierte que el proyecto camine. En sentido contrario, aunque había avanzado poco, fue cancelado de un plumazo el proyecto de las Zonas Económicas Especiales (ZEE). Si bien fue efímero, al menos desarrolló infraestructura y expectativas para los istmeños. Hace poco más de una semana algunos grupos que se oponen al proyecto citado, levantaron la voz para afirmar que sin consulta el mismo no avanzará. La pregunta es: ¿con este panorama tan complejo, en el que se combina la indefinición del gobierno federal, la espera del gobierno estatal y la efervescencia opositora, a un año de distancia, debemos estar convencidos de que se haga realidad? Sin duda, hay más dudas que certeza.