Porfirio Díaz en octubre
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Porfirio Díaz en octubre

 


Porfirio Díaz es víctima de la inquina oficial. Desde el poder se le ataca, tal como en estos días se ataca brutalmente a la Universidad Nacional, que Díaz fundó en 1910. La ofensiva presidencial, sin méritos que lucir, pretende destruir grandes páginas de nuestra historia; intenta torcer la mentalidad de las generaciones jóvenes sin que haya un cambio transformador favorable. Avanza la destrucción de las instituciones y la violación a las leyes.

Era octubre de 1866. Hacía dos años que se había establecido el Segundo Imperio. Maximiliano I intentaba gobernar con mejor voluntad e incluso había aceptado gran parte de las leyes de reforma y mostraba su filiación liberal. Pero no dejaba de ser una imposición por la fuerza. Napoleón Tercero “El Pequeño”, había invadido México y sus fuerzas ocuparon gran parte del territorio. Los republicanos no dejaron de hacerle la guerra hasta que se lograra la Restauración. 

Oaxaca estaba ocupada desde febrero de 1865 por fuerzas imperiales, cuando Bazaine había derrotado a Porfirio Díaz. Pero el comandante del Ejército de Oriente, que nunca se dio por vencido, había regresado y estableció el sitio a nuestra capital desde el 20 de octubre de 1866, para finalmente tomarla el día 31, en combate contra el general conservador Carlos Oronoz, justamente hoy hace 155 años

Ocupada la ciudad donde había nacido y estudiado. Porfirio Díaz se dedicó a establecer una buena administración gubernamental y destacará siempre la creación de la escuela secundaria para niñas, la primera en Oaxaca, como muestra de su gran visión e impulso a la educación pública y su apoyo a las mujeres. A partir de entonces, preparó cuidadosamente el avance sobre Puebla, el gran baluarte de los conservadores imperiales, que hizo capitular, el 2 de abril del siguiente año

Antes de la memorable recuperación de Oaxaca, trece días previos, había derrotado en La Carbonera, Telixtlahuaca, a fuerzas imperiales comandadas por el coronel austriaco Hoste. Esto fue el 18 de octubre, con lo que iba afianzando su dominio del territorio oaxaqueño. Las bajas del enemigo fueron 600 muertos, 700 capturados, 5 cañones perdidos, gran cantidad de armas y municiones tomadas.

Pero como él mismo apuntó en sus Memorias, la batalla “más estratégica” de la Guerra contra el Imperio, lo fue el triunfo en Miahuatlán, el 3 de octubre, lo que consolidó su fama como el más brillante militar mexicano en ese conflicto, y quien registra en la historia de México con más triunfos sobre tropas extranjeras invasoras.

En este mes que hoy termina, justo es que Oaxaca tenga en la memoria al Soldado de la Patria y de la República, que dedicó incansable, trece años continuos en batallas, triunfos y derrotas, de prisiones y fugas, de reorganizar aquel ejército de Zaragoza que fue diezmado en el sitio de Puebla, en 1863.

Porfirio Díaz, político también, tuvo ambiciones legítimas que para algunos fueron mal enfocadas al iniciar dos revoluciones: La Noria en 1871 y Tuxtepec en 1876 hasta el triunfo en Tecoac, que marcaría el inicio de su gran gestión como estadista, cuando logró el control de insurrecciones y grupos levantiscos para una larga paz que propició el sostenido crecimiento económico del país y la apertura a inversiones, creación de instituciones: abrió México al mundo.

Tres grandes hechos de armas en octubre de 1866, marcaron la ruta para la Restauración de la República, atribuida oficialmente a Juárez, que andaba fugado en Paso del Norte: si se acercaban los franceses y austriacos, don Benito sencillamente se pondría a salvo en El Paso, Texas. Mientras, Porfirio Díaz, Juan N. Méndez, Manuel González, Mariano Escobedo y otros soldados, se jugaban la vida para sostener a un presidente huidizo, “correlón y pedorro” decía Guillermo Reimers, nuestro historiador rebelde.

La verdad de los acontecimientos señeros y de sus protagonistas, no caerán ante el furor y mezquindad que invade el recinto palaciego.