Política eclesial, ¿otro cisma?
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Hoja por hoja

Política eclesial, ¿otro cisma?

 


El pasado 16 de julio, el papa Francisco emitió una Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, denominada “Traditionis Custodes” (custodios de la tradición) siendo éste un documento dirigido a los obispos de todo el mundo, estableciendo una severa reglamentación, con efecto legal inmediato, sobre la práctica de celebrar la Eucaristía en lengua latina, misma que había estado autorizada por la Santa Sede, aun cuando la liturgia de la misa cuenta con un Novus Ordo (nuevo orden) desde 1970, consecuencia de las profundas reformas canónicas que estableció el Concilio Vaticano II (1962-1965). Este Novus Ordo modificó forma y fondo de la Santa Misa, debe impartirse en lenguas de cada país suprimiendo el latín, se transformó la liturgia, desde la ornamentación de los sacerdotes al eliminar el uso del amito, del manípulo, del cíngulo, del bonete, del alba y de otras prendas que simbolizaban la potestad sacerdotal, hasta la forma misma de celebrar, de otorgar la comunión (ahora en las manos), oficiar de frente a los fieles y no frente al altar, supresión de la música sacra, entre muchos cambios que han terminado por relajar el sentido sagrado de la Eucaristía. Se redujo la preparación en los seminarios; la formación y vocaciones sacerdotales entraron en decadencia. La Iglesia pierde fieles día a día.
Muchos sacerdotes, especialmente diocesanos (del clero secular), ofician actualmente a su modo, introduciendo palabras, música y mensajes no incluidos en el ritual, hasta alterar las lecturas y el Evangelio. Ha habido casos en los que no utilizan pan ázimo (hostias), sino tortillas de maíz y tequila en lugar del vino especial de consagrar porque, alegan, son productos de la región, como cristo usaba los de su entorno. Es común ver que se danza, se canta y se dan espectáculos impropios de una celebración sagrada y se reparte la comunión indiscriminadamente.
Un gran número de grupos, obispos y sacerdotes en todo el mundo, han mantenido la celebración de la misa en latín, de acuerdo al Vetus Ordo (viejo orden), o sea, la celebración conforme se estableció en el Concilio de Trento (1545-1563), la misa con fieles y oficiante de frente al altar. Ese Concilio fijó severas reglas para la formación sacerdotal; el latín como lengua oficial del rito romano; la creación de seminarios de muy elevada preparación teológica y muchas otras reglas que por 300 años rigió la conducta de la Iglesia, de la feligresía y mantuvo niveles superiores al 90 por ciento de creyentes católicos en todos los países de América Latina y en España, Italia, Portugal, principalmente. El Concilio de Trento fue la reacción de la Iglesia a la revolución protestante de Martín Lutero, que logró la separación de Roma de muchas naciones: Alemania, Países Bajos, Suecia, Noruega, Dinamarca, a las que se unió Inglaterra por la conocida rebeldía de Enrique VIII.
Los practicantes y defensores de la Misa Tradicional o Tridentina (oficialmente Rito Extraordinario), liderados originalmente por el obispo francés Marcel Lefevbre, consideran que el Vetus Ordo es el verdadero. El papa Juan XXIII, con un Motu Proprio lo autorizó en 1962 y Benedicto XVI lo ratificó en 2007 con el Motu Proprio Summorum Pontificum: la misa tridentina era válida y de libre celebración.
Pero el papa Francisco ha dispuesto el exterminio paulatino de la Misa Tridentina. Prohíbe celebrarla en parroquias y templos. Prohíbe crear nuevos “grupos”. Sólo la Santa Sede, por intermedio de los obispos puede autorizarla. Está abandonando a comunidades obedientes a Roma. Ahora puede darse lugar a un cisma y hasta rebeldía como declarar el sedevacantismo (desconocer al Papa) ¿O será al revés, que desde Roma se incuba un cisma?
No hay duda que la Iglesia, Mater et Magistra (Madre y maestra) de la fe, lo es también de la política: irreductible, en este caso, hasta niveles dictatoriales a veces dañando a los más fieles de sus seguidores. Roma, la grande y eterna, se cimbra y parece avecinarse un derrumbe. [email protected]