El 21 del XXI
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El 21 del XXI

 


Será 2021 un año que se utilizará políticamente. La historia, ese objeto valioso en la vida de las naciones, puede verse violada, alterada y adulterada. Los afanes políticos suelen estar por encima de la verdad, por encima de la razón y por encima de los intereses legítimos de un país que, después de dos siglos de independencia, sigue sin acertar a definir su estilo de gobierno y su manera de convivir. Tal parece que nada se crea ni se transforma, sino que se destruye.

Son doscientos años de intentos fallidos: imperios, repúblicas, dictaduras, asonadas, pronunciamientos, golpes de Estado cruentos e incruentos. Ridículo en guerras (Los Pasteles, Texas); división interna en otras: invasión americana; intervención francesa; guerras civiles absurdas (1848-1851); la misma guerra de Independencia, aunque parezca una ironía, fue una guerra civil: los soldados del bando “realista” eran también mexicanos, como aquellos de las hordas de Hidalgo y que continuaron Morelos y Guerrero, salvo algunos mandos peninsulares y criollos astutos que supieron cambiar las cosas.

Contra lo que se oculta, el primer gobernante de este país fue Agustín de Iturbide, investido como Emperador y durante su régimen prevaleció la Constitución de Cádiz, porque la vocación de España y sus antiguas posesiones era eminentemente monárquica. Iturbide, criollo nacido en Valladolid (hoy Morelia), entró a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 al frente del Ejército Trigarante (Religión, Independencia y Unión, rezaba), pero el Acta de Independencia del Imperio Mexicano se suscribió al día siguiente, el 28 de septiembre, que debía ser la fecha señera de nuestra separación de España.

Pero yorkinos, escoceses, Poinsett y otros intrigantes lograron que este país se dividiera en bandos irreconciliables y durante más de seis décadas en el siglo XIX no hubo creación industrial, artística o constructiva de ninguna especie. Alamán y Mora fueron precursores, pero triunfaron los seguidores de éste, una de cuyas primeras acciones fue clausurar la Universidad de México y romper tradiciones y valores que habían prevalecido en un Virreinato grande, no sólo territorialmente sino también por su riqueza económica, su comercio internacional y aún su valiente Armada, triunfadora en las Antillas.

En 1821 se cumplían tres siglos del triunfo sobre la dominación mexica: tlaxcaltecas y otros pueblos del altiplano se aliaban con un sagaz conquistador y acababan con el tormentoso mando de tlatoanis sangrientos y antropófagos, que erigían muros con cráneos humanos, que entregaban a los niños y niñas para absurdos sacrificios. No se “conquistaba” México, se vencía a un poderoso reino que sobajaba a sus vecinos. No había definición de territorio ni su extensión. La Nueva España fue producto de exploraciones no de despojo: las Leyes de Indias y la acción evangelizadora de las órdenes del clero regular, lograron salvaguardar lenguas y derechos indígenas, que nunca fueron exterminados como reza la Leyenda Negra alentada por Las Casas, el mismo que traía esclavos negros para “aliviar el trabajo de los indios”; aquí es héroe, pero en Cuba y el Caribe lo detestan.

La corona española en sus virreinatos erigió ciudades con catedrales, universidades, colegios, hospitales, orfanatos e instituciones de protección social. Nuestras ciudades son parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Colegios como San Pedro y San Pablo, San Ildefonso; las Universidades de México (con los mismos privilegios que la de Salamanca), la de Guadalajara, la de Guanajuato; el Colegio Carolino y los seminarios conciliares y los regulares, produjeron humanistas y científicos que fueron asombro de Humboldt cuando trabajaba en el campo o en el Real Seminario de Minería, formidable instituto del más alto nivel mundial.

Mucho de eso se destruyó por la mezquindad política y es probable que lo poco rescatable de nuestras instituciones esté también en peligro. Este 2021 no será necesariamente un año de triunfos: luchas contra la pandemia, luchas políticas; inquina, encono y rencor parecer abordar a un año de alegorías centenarias. Seguiremos con estos temas a lo largo de un período que sucede al terrible año de la peste. ¡Feliz Año Nuevo!