México, sin rumbo
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Hoja por hoja

México, sin rumbo

 


Segunda parte

Instituciones y agencias financieras, nacionales y extranjeras, han pronosticado que en 2020 el Producto Interno Bruto de México caerá entre 7.5 y 10.5 por ciento, con severa pérdida del empleo, de difícil recuperación, desaliento a la inversión, reducción de ingresos tributarios, carteras vencidas en créditos de empresas y personales. Todo acentuado por la pandemia de SARS-COV2 y los temores de absorción gubernamental del control de todas las actividades, sin un plan fiable de recuperación y mejora.

El gobierno podría disponer, si así quisiera, de medios, instrumentos y recursos para atenuar y resolver la brutal crisis que ha empezado a descomponer el entorno social y económico. Sin embargo, vemos un empeño en combatir al empresariado e ir minando instituciones y agencias de regulación y competencia, para sustituirlas por una voluntad omnímoda, absoluta e intransigente. Si se revisará la historia reciente de la evolución económica, las cosas marcharían de otra manera.

Cuando la Gran Depresión en 1929, economistas de diversas universidades y gobiernos, propusieron planes para superar ese universal problema, sin logros. Destacó a mediados de la década de 1930, el economista inglés John Maynard Keynes, cuya doctrina prevaleció hasta la postguerra, fundada en que el pleno empleo como factor de equilibrio económico, impulsado por el gasto e inversión gubernamentales como coadyuvante e impulsor de la inversión privada y con ello activando el llamado ‘efecto multiplicador’. Keynes publicó en 1935 su famosa Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, que en realidad fue circunstancialmente aplicada en Estados Unidos e Inglaterra debido a la Segunda Guerra Mundial. John Kenneth Galbraith), economista americano ha mostrado que la Teoría de Keynes tenía antecedentes en economistas suecos y sobre todo en Michal Kalecki, polaco. Pero irónicamente quien, sin conocer esos fundamentos teóricos aplicó el keynesianismo, afirma Galbraith, fue la Alemania del Tercer Reich (El dinero, Orbis, 1983, con un impresionante despliegue de su formidable potencial industrial y tecnológico, con lo que se abatió el desempleo. A la postre todo sería destruido en el conflicto 1939-1945. Activar la inversión y el gasto público en esta época, es altamente conveniente.

Antes del término de la Guerra, las potencias occidentales triunfadoras, analizaron y propusieron formas organizar la recuperación económica mundial. En 1944 se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial), por convenciones internacionales  (Acuerdos de Bretton Woods) a las que México se adhirió porque le servirían, como bien se demostró, en situaciones críticas de Balanza de Pagos con el auxilio del FMI y para la construcción de grandes obras públicas: presas, carreteras, infraestructura, que propiciaron el “desarrollo estabilizador” que hoy tanto se evoca sin saber las causas de éste.

México es socio fundador de ambas instituciones y tenemos derecho de utilizar sus fondos. En el caso del FMI es imprescindible usar la cuenta especial de giro para compensar déficits en Balanza de Pagos, siendo ésta un modelo con reglas que incluyen el resguardo de las reservas internacionales de divisas, mismas que no pueden ser dispuestas al antojo gubernamental, como ha sido intención del presente régimen, debido a que colapsaría el tipo de cambio y se produciría una dañina hiperinflación. Tomar empréstitos para activar la economía es una ineludible conveniencia.

El análisis económico continuó y llegaron los modelos econométricos que no han servido para la superación del ciclo económico. Joseph Schumpeter, economista austriaco teorizó sobre la “destrucción creativa”, aludiendo al capitalismo expansivo de postguerra. Pero todo se topó con la crisis del petróleo y del dólar en 1973, que arrastró a México en pleno populismo de Echeverría y la irresponsabilidad de López Portillo, hasta arribar a la crisis de la deuda y la brutal inflación de los años 80’. Parece que vamos de vuelta a esos años.  (Continuará).