México, sin rumbo
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Hoja por hoja

México, sin rumbo

 


Parte uno

 

Lo que estamos viviendo en la economía y en salud, obliga a revisar algunos antecedentes históricos, para llegar al punto en que nuestro país se encuentra: una mezcla de estancamiento y retroceso.

La historia económica ha estado marcada por etapas identificadas por lo que el marxismo denominó “modo de producción y de apropiación de los medios de producción”, remitiéndose desde etapas muy antiguas, inventando que hubo “comunismo primitivo” pasando por la recolección, la agricultura que—dicen historiadores—era tarea de las mujeres, hasta las formas de explotación en el esclavismo, el feudalismo. Ya en etapas de modernidad se ideó la fisiocracia, corrientes de pensamiento que veían en el campo la formación auténtica de riqueza. Pero pronto las definiciones de propiedad, la industrialización y el comercio internacional, dieron lugar al mercantilismo, siendo en su forma más acabada el liberalismo económico: “Laissez faire, laissez passer” es decir, que el Estado no interfiera en las libertades empresariales para permitir que las naciones pudieran competir, crear riqueza y bienestar.

Mentes portentosas en la pujante Europa de la Revolución Industrial, surgieron al analizar las formas de producir, de negociar. Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, fueron, entre otros, los clásicos quienes fijaron las leyes económicas en los siglos XVIII y XIX. Desde luego, de las grandes teorías de estos personajes surge y se consolida el sistema capitalista, dispuesto así por ser el factor económico “capital”, alma y motor de la creación de riqueza.

Smith, Ricardo y Mill establecieron los principios fundamentales de la economía política y de la Teoría Económica, no sólo de su tiempo, sino aún hoy en día en el mundo globalizado, que mantiene las ventajas comparativas para el reparto del comercio mundial y, en lo positivo, para la equidad en el intercambio, sin que esto en realidad haya dado el equilibro en las economías, sino que ha potenciado las desigualdades y polarizado entre desarrollo y subdesarrollo. Ya hablaremos de Keynes.

Contemporáneo de Mill lo fueron Karl Marx y Friedrich Engels, quienes conformaron una nueva teoría que a la postre ha sido el marxismo, fundado en lo que ambos pensadores llamaron “socialismo científico”, para diferenciarlo del “socialismo utópico” que habían propuesto sin éxito Fourier, Owen, Saint-Simon entre otros. El socialismo debía devenir en el comunismo, sistema en el cual desaparecería la propiedad privada de los medios de producción y el Estado se haría cargo del control y planeación de la economía. Pero el socialismo debía ser primeramente implantado, mediante una revolución, en países altamente industrializados, Alemania en concreto, pronóstico que falló como bien se sabe.

Vladimir Ilich Ulianov, alias Nicolás Lenin y después V. I. Lenin, perfeccionó y amplió el marxismo al triunfo de la revolución socialista de octubre de 1917 y acomodó “imperialismo”, como la fase superior del capitalismo. Sin duda, lo que hoy se ataca como “neoliberalismo”, es una forma más acabada de eso, caracterizado por el dominio del “capital financiero” que mueve la industria, el comercio, el intercambio, las transacciones, la movilidad laboral. El capital no tiene patria, rezaba el principio y sigue ahí, pero el socialismo sovietizante se acabó hace treinta años y Rusia y la Europa del este regresaron al capitalismo. China, el gigante asiático dice mantener el comunismo, pero en una amplia zona de confort que es el mundo del capital, del comercio internacional y la fiereza de una competencia no vista antes. Es un país que ha avanzado sin freno. Sólo el coronavirus, que no la competencia, ha frenado y hundido a la economía mundial

A diferencia del rumbo mundial que definieron economistas clásicos y socialistas, nuestro México se extravió y navega en una frágil balsa, sin bandera ideológica definida, en una mescolanza de brotes imaginativos sin rumbo: ni socialismo ni capitalismo ni cosa alguna que permita generar riqueza y bienestar, sólo confusión, estancamiento y polarización. Malos augurios. (Continuará).