Dios te salve María llena eres de gracia
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Dios te salve María llena eres de gracia

 


Me parece que la mejor forma de iniciar un nuevo año, después de la turbulencia mundial sanitaria, es rendir homenaje a la mujer que nos dio la vida, a la madre, a la mujer ejemplo de amor, de trabajo, de superación y qué al hablar de ella reconocemos los valores jamás superados de nuestras mujeres que nunca se cansan, que trabajan todo el día, todos los días al lado de sus esposos, para que sus hijos crezcan con valores aprendidos del ejemplo para que sean los pilares de la recuperación económica que tanto necesita la humanidad.

Efectivamente, estoy hablando de la mujer y por supuesto, nadie más puede estar a la altura del corazón. 

Debo dejar asentado que realmente no compiten con el hombre en igualdad de circunstancias por el embarazo y por los cambios hormonales se pierden de muchas cosas por estas circunstancias; pero, además, como madres trabajadoras tienen la capacidad de atender a su familia y al trabajo, realmente son admirables.

Al hablar de la mujer oaxaqueña emprendedora lo hago con mucha admiración y respeto por su amor al trabajo, a la familia y al progreso; por su talento para crear negocios que pueden ir desde una micro a una gran empresa; por su audacia al atreverse a realizar ideas que para otros parecen imposibles; por su sentido práctico para aceptar la adversidad como el reto para crear oportunidades de trabajo, prácticas y factibles.

Cuando iba con mi madre a la Feria de Juquila le daban posada a uno en casas particulares y en la que nos quedamos cada vez que íbamos era casa de Pedro Escamilla y su esposa Emilia que fueron mis padrinos de levantada, me impresionó mucho fue un milagro de la Virgen y podía uno palpar el hecho de que mi padrino Pedro tenía una bala en el ojo izquierdo que no entró y que detenida por el hueso, que no perforó ni salió, quedó como un chipote sin destruir tampoco el globo del ojo.

En Oaxaca, mi abuelo paterno, Papá Toño fue panadero y los panaderos que conocí eran hombres; para mi esto era lo normal, pero cuando me empezaron a llevar a Juquila, la que hacía el pan era mi madrina Emilia y en el pueblo eran las mujeres las que lo hacían. 

Mi admiración y respeto a estas mujeres oaxaqueñas de las ocho regiones del estado que elaboran el pan artesanal en especial mi reconocimiento a una que murió por amor un día después que falleció su esposo.

Me contaron sus hijos que ya para salir el cuerpo del esposo fallecido rumbo al panteón fueron por su mami y la llevaron para que se despidiera de su esposo, según es costumbre entre lo oaxaqueños oriundos; tres pasos antes de llegar al féretro sucedió un hecho inesperado que ni la muerte pudo separar; la señora Elizabeth Rodríguez, cayó muerta.  

Esta es su historia como Maestra Cocinera Tradicional de Oaxaca. Nació el 6 de diciembre de 1962, Santa María Ecatepec, Yautepec, Oaxaca y falleció en esta de Oaxaca de Juárez, el 29 de junio de 2020.

Casada y con ocho hijos, el primer gran oficio de doña Elizabeth fue el de mamá, tuvo ocho hijos; nos contó que: a todos les enseñamos el arte de la panadería, algunos si quisieron aprender más, no a todos les interesó”.

“Ser panadero es una profesión muy dura y más si eres mujer, pues es un trabajo físico muy demandante; sin embargo, con el tiempo adquieres técnica y con eso las cosas se aligeran y puedes laborar mejor”.

A la edad de 15 años se casó con Valois Garnica, miembro de una familia con tres generaciones dedicadas a elaborar el pan artesanal.

“Yo aprendí directamente con don Fidel Garnica, abuelo de mi esposo; él le enseño a su hijo Palemón y Palemón a Valois. 

Según el Larousse Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana de Ricardo Muñoz Zurita, el pan de yema es originario de Santo Domingo Tomaltepec, localidad ubicada en la región de los Valles Centrales, donde se elabora artesanalmente en hornos de adobe y ladrillo.

“La masa no requiere ningún líquido para formarla, sino únicamente las yemas y el huevo entero. La masa se trabaja en recipientes de madera y se bate de forma manual hasta que adquiere el punto o consistencia que el panadero busca.

“La masa con la que se elabora lleva harina de trigo, azúcar, mantequilla, sal, agua, yemas de huevo en gran cantidad y huevo entero; en ocasiones se agrega pulque en vez de levadura”, apunta Muños Zurita.

El pan de yema es uno de los productos más representativos de la cocina oaxaqueña. Es, además, una actividad que ha mantenido unidas a muchas familias en todas las regiones del Estado. 

“La diferencia de nuestro pan es el amor y el cariño que le ponemos a un producto que ha sostenido a muchas personas, gracias a su venta”, concluye la Maestra Elizabeth.

Estas mujeres oaxaqueñas, como otras más, son un ejemplo y una esperanza hecha realidad. A todas mi admiración y respeto.

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