La caricatura política en la 4T
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El medio es el mensaje

La caricatura política en la 4T

 


Un caricaturista retrata y se burla de la realidad. “La caricatura al político le causa coraje, porque está cubierto de una cobija de narcisismo y egocentrismo. Mi trabajo sirve para reírnos de los que se ríen de nosotros” afirma el Chavo del Toro, caricaturista desde hace más de 20 años, quien no niega que su corazón es de izquierda y que apoyó a López Obrador para lograr la transformación que prometió, sin embargo, la 4T ha traicionado a sus electores al militarizar el país, menospreciar los feminicidios, y contar entre sus filas con personajes como Manuel Bartlett, Gerardo Fernández y otros, lo que obliga a los cartonistas a burlarse de ellos, porque ya lo están haciendo de nosotros.

 

De acuerdo con Karen Espinosa en su tesis “La caricatura sociopolítica en México”, (Fac. Psicología, UNAM), la caricatura no es solo para niños “hasta Mafalda de Quino hace referencia a este dicho al burlarse de los grandulones que leen historietas”. En sus orígenes la caricatura política sirvió para comunicar ideas en una etapa de analfabetismo e hizo enojar a muchos gobernantes desde Porfirio Díaz a Díaz Ordaz. El lápiz está hecho de sátira y dibuja picardía y humor para criticar y ridiculizar.

 

Para Juan Alarcón de El Heraldo de México, “la caricatura política en estos dos años del gobierno ha sido muy divertida, tenemos mucho material para dibujar. La diferencia es que como nunca los seguidores de un presidente están sumamente enojados con la opinión periodística, sus seguidores son furibundos”. Con respecto al mejor retrato del presidente, dice que no aún no lo termina de lograr. “Este presidente es muy complicado, es un tipo con muchas máscaras que ya hubiera querido tener Maquiavelo. Todos los días es un personaje matizado”.

 

Alarcón dice que, ante el clima de enfrentamiento social, es el “primer caricaturista que critica a los seguidores de AMLO”. Recuerda que el cartón que más ha recibido insultos es el del 24 de mayo de 2018, antes las elecciones presidenciales, “en donde dibujé a un Amlover escuchando la canción del “sapito” de Belinda, después que la cantante anunciara que apoyaría al candidato. Se ve a un barbón con huaraches sentado en su sala, haciendo a un lado los discos de Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, y The Doors, ante las miradas en cuadros de madera del Che Guevara y el mismísimo Carlos Marx”.

 

El Chavo del Toro, actual caricaturista en El Economista dice que el 30 por ciento de sus colegas no se quieren burlar del presidente. “Yo crítico a personajes políticos, no a la mujer y esposa del presidente, ni a su hijo, porque es un niño y no tiene conciencia política. Se les crítica por sus declaraciones de poca empatía con los niños con cáncer, cuando cometen errores históricos, porque ella dice que es historiadora, piensan que el carisma del presidente se le puede pegar, pero no es así. Desde la caricatura política exijo que los políticos sean impecables, y por eso yo soy implacable”.

 

Por último, la tecnología y el tiempo real son contrincantes para los caricaturistas que se enfrentan a “un millón de personas que hacen un meme que sí te hacen reír, pero no lo reflexionan. El meme es simpático, pero se queda en la superficie. Nosotros pescamos en aguas profundas, muchos otros democratizan la mamada”. El gran reto es que el humor de hace 20 años no es el mismo que ahora, porque tienes que hablarle a “todas, tod@s, todxs, todes”, y el humor políticamente incorrecto es perseguido cada vez más. “Y más ahora que la 4T es en sí misma una caricatura”, en donde algunos caricaturistas presumen su periodismo militante con fotografías en Palacio Nacional.

 

*Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM, @gersonmecalco